8/19/2018

A Londres (otra vez). Día 6.

Y llegó nuestro último día en Londres. Así que asaltamos por última vez el buffet libre del hotel y tras acabar con la producción anual británica de huevos con beicon y dejar las maletas en la consigna, decidimos tomárnoslo en plan relax. Por lo que fuimos de nuevo a Hyde Park (no voy a poner más fotos de los patos y el lago porque sería un poco repetitivo), pero si que aprovechamos para visitar el Palacio de Kensington.


En la entrada, un cartel te indicaba que este palacio había sido la residencia de los jóvenes de la realeza británica desde hacía no se cuantos años. Por lo que sacamos la inevitable conclusión, de que se trataba de la "casita" a donde la reina enviaba a sus retoños y sus sobrinos cuando estaba hasta el moño de aguantarlos en Buckingham.

Total que así pasamos la mañana, hasta que nos llegó la hora de irnos para el aeropuerto. Recogimos las maletas y nos fuimos a pillar el autobús para el aeropuerto de Stanted. Y menos mal que salimos con tiempo, porque nos pilló un buen atasco de salida. Por si fuera poco, cuando pasamos por el control de seguridad, a alguien de mi familia, le tocó registro aleatorio y venga a abrir la maletay a desparramar todo el contenido y total para nada.

Por fin pudimos reponer fuerzas en uno de los bares del aeropuerto y entre lo que tardaron en servirnos, el retraso por el tráfico, más lo del control de seguridad, de repente nos quedaban menos de diez minutos para que cerraran el embarque de nuestro vuelo. Y nuestra puerta de embarque (como no) estaba en la otra punta del aeropuerto. Total que nos tocó correr y que no llegábamos  y.... Nuestro vuelo salía con retraso. De las pocas veces que me he alegrado que se retrasara mi avión. Al final embarcamos más de media hora tarde.

Tras embarcar y ocupar nuestros asientos, pensamos que ya todo iría sobre ruedas, pero no. Suena la megafonía interna:

- Les habla el sobrecargo de este vuelo. Ha aparecido una maleta azul sin identificar. Debido a la normativa de seguridad aérea, no se puede meter a bordo ninguna maleta que haya sido debidamente identificada, por lo que rogamos a cualquier pasajero que tenga información que nos lo indique inmediatamente, ya que hasta que no se aclare esto, no podemos despegar.

Y claro, ya tenemos a todos los pasajeros mirándose unos a otros, a ver de quien es la dichosa maletita. Pero el dueño no aparece. Y a las cinco minutos, vuelve la megafonía.

- A ver, que si no aparece el dueño de la maleta azul, tendremos que dejarla aquí en el aeropuerto (y luego no quiero quejas de que si ustedes han perdido mi equipaje).

Lo cierto, es que no sé que pasó al final con aquello, si apareció el dueño o si el bulto aquel se quedó en Londres, pero nuestros problemas aún no habían acabado.

- Les habla el piloto. El caso es que... se van a reír cuando se lo cuente. Pues es que resulta que el tema de las salidas van con retraso y tenemos que esperar a nuestro turno para esperar y las estimaciones que nos dan desde la torre de control son de entre una y dos horas de espera para despegar, así que ponganse cómodos y absténganse de pegarnos a mí y al resto de la tripulación, que al fin y al cabo no tenemos la culpa.

Ya os podéis imaginar el panorama. Los pasajeros entre enfadados y resignados. Pero al final nos sonrieron los hados de la aviación, ya que al cabo de apenas diez minutos.

- Al habla el piloto otra vez. Por fin con buenas noticias, nuestro despegue ha sido adelantado y en cinco minutos despegamos.

Así que por fin nos marchamos de tierras británicas y tras un vuelo sin (nuevos) incidentes aterrizamos en Madrid y... nos encontramos de bruces con la huelga de taxis. Menos mal que mi tío Julio vino a recogernos al aeropuerto y nos acercó hasta casa.

Y así dimos por concluido nuestro viaje a Londres. Espero que os haya gustado.

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