7/12/2016

La ruina de Tokha (capítulo 2)

Vamos con la segunda parte del relato rolero, ambientado en el universo Star Wars. Si aún no habéis leído el capítulo 1, aquí teneis el enlace [capítulo 1].
Pd1: Gracias a mis compañeros de rol por participar en estas aventuras y a sus respectivas parejas por su infinita paciencia. ;)
Pd2: Agradecimiento especial a ErGon, suya fue la idea de contar en forma de relatos nuestras aventuras y además ha tenido a bien hacer las correcciones oportunas, tanto a este texto como al capítulo anterior.
Pd3: Próximamente nuevas aventuras de nuestros héroes. Permanezcan atentos. :)


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Los viajes hiperespaciales suelen ser aburridos. Para poder viajar a velocidades superiores a la de la luz, lo que es un requisito indispensable si se quiere recorrer la galaxia en cuestión de días en lugar de tardar miles de años, las naves espaciales deben entrar en una dimensión paralela conocida vulgarmente como hiperespacio. Las velocidades que allí se alcanzan son inimaginablemente elevadas, por lo que la ruta a seguir debe estar planificada por una computadora que debe realizar centenares de complejos cálculos, que un ser orgánico no sería capaz de abordar.

Todo esto, unido al hecho de que las vistas en el hiperespacio son bastante tediosas, no se pueden distinguir ni estrellas, planetas o nebulosas, sino que todo el paisaje se resume en blancas líneas de luz, hace que el viaje se convierta en algo muy poco atractivo. A menos claro, que surja algún tipo de complicación.

Este viaje a bordo de la lanzadera imperial, se estaba haciendo demasiado interesante.

- ¡Maldita sea! – masculló Jusel. – El distribuidor de energía de esta nave tiene más fugas que una prisión sin muros ni guardias.
- ¿De dónde salen tantas averías? – protestaba BN3K, mientras reprogramaba por tercera vez el soporte vital. – Durante nuestra huida del planeta apenas nos alcanzaron los disparos de esos imperiales. Esto no debería estar en tan mal estado.
- No es eso, sencillamente esta nave es una chatarra. – sentenció Jusel.
- Creo, que Tanoom no le robó esta lanzadera al Imperio, se limitó a comprarla en un desguace.
Korso, asomó la cabeza, desde detrás de un mamparo.
- ¿Necesitáis ayuda? Podría…
- ¡No! – respondieron Jusel y el androide al unísono.
- Pero…
- Todos recordamos lo que pasó la última vez que ajustaste los controles ambientales. – regoznó BN3K.
- Un poco de frío no hace daño a nadie. – se defendió Korso.
- Se me congelaron los sensores auditivos.
- Y yo sufrí una hipotermia.

La alerta de proximidad libró a Korso de la necesidad de responder.

- Por fin hemos llegado al Sistema Lashbane. – dijo Jusel dirigiéndose hacia la cabina. – Preparados para salir del hiperespacio.

Los motores ronronearon suavemente y las tediosas líneas blancas del hiperespacio dieron paso al firmamento estrellado.

La lanzadera se encaminó al tercer planeta del sistema, una enorme bola rojiza surcada por mares de color esmeralda.  

El Ala X de Chrow se acercó a la lanzadera y en seguida los estentóreos rugidos del wookie surgieron por el comunicador.

- ¿Cómo que tienes que irte? – protestó Jusel – Esta es tu misión, nosotros sólo teníamos que echarte una mano.

La respuesta del wookie sonó compungida, pero firme.

- ¿Una emergencia? Está bien, nosotros terminaremos tu misión. Pero nos deberás una.
Chrow rugió satisfecho.
- ¿Una ronda de cerveza coreliana? Te va a costar bastantes rondas. -Replicó Korso.

El wookie soltó una alegre carcajada y gruñó una despedida en su gutural idioma. Su Ala-X saltó al hiperespacio con un suave fogonazo. 

- Yo no bebo cerveza. – protestó débilmente el droide.
- ¿Y a quién le importa? – respondieron al unísono Jusel y Korso.

Mientras la lanzadera se dirigió al planeta. El tráfico de entrada y salida de naves era bastante fluido y no les costó demasiado obtener permiso para aterrizar en el espaciopuerto principal.
Korso y BN3K se prepararon para salir de la nave, pero Jusel se limitó a coger su caja de herramientas.

- ¿No vienes? – le preguntó el androide.
- Será mejor que me quede a arreglar este trasto. Si tenemos que librar otro combate, no tendremos tanta suerte como la última vez.
- De acuerdo. Nosotros iremos a encontrarnos con ese tal Kre’lis.
- ¿Os acordáis de la contraseña acordada?
- Si, tranquilo. – respondió Korso.

La plataforma de atraque estaba despejada. No había ni rastro del contacto.

- ¿Y ahora qué? – se preguntó el droide – En teoría no debemos buscar a nuestro contacto. Él debe encontrarnos a nosotros.
- No te preocupes. Sólo tenemos que seguir el procedimiento estándar.
- ¿Procedimiento estándar?
- Si, nos vamos a la cantina más cercana y esperamos.
- No creo que eso sea…

La puerta de acceso a la plataforma se abrió en ese instante y entraron cuatro soldados de asalto imperiales, seguidos de un oficial.

- Esto se pone interesante. – susurró el droide.

Antes de poder decidir que iban a hacer uno de los soldados de asalto se adelantó hacia ellos.

- El comandante. – dijo señalando al oficial que venía tras él – quiere hablar con ustedes.
- Como no. - Respondió Korso, tratando de mostrarse despreocupado. BN3K permaneció a su lado con frío silencio mecánico.

El oficial se acercó pausadamente y les echó un rápido vistazo. Cuando se dio por satisfecho, empezó a hablar.

- Buenos días. ¿Serían tan amables de decirme de dónde vienen y cuál es el motivo de su estancia aquí?

Por un momento Korso pensó en dar una procedencia falsa, pero los imperiales no tardarían mucho en comprobar la veracidad de sus afirmaciones.

- Venimos del planeta Leritor. Hemos sufrido unas averías en nuestra nave y decidimos parar aquí para hacer las reparaciones necesarias.
- Interesante. Es raro, que pudieran salir de ese planeta, puesto que se ha declarado un bloqueo en todo ese sistema. Por lo visto el Capitán Tokha, está muy interesado en capturar a unos sujetos. Dos humanos y un droide.
- ¿En serio? – respondió Korso, tratando de aparentar indiferencia.
- Dígame. ¿Cómo consiguieron saltarse el bloqueo?
- Nosotros salimos sin problemas del planeta. – respondió BN3K – Supongo que el bloqueo se produjo después de nuestra salida del planeta.
- Eso es muy improbable. – replicó tranquilamente el oficial Imperial. 

Por un momento, Korso se quedó sin palabras, e instintivamente su mano se acercó a la pistola blaster que colgaba de su cinturón. Los soldados lo notaron y se pusieron en guardia.

- Yo que usted no haría eso. – dijo tranquilamente el oficial.

BN3K llevaba un rato pensando en la situación, y había algo que no le cuadraba. Los imperiales no deberían estar tan preocupados sobre el lugar de procedencia de su viaje. Deberían estar más centrados en averiguar por qué dos civiles tienen en su poder una lanzadera imperial.

- Haríamos bien – dijo el androide, mientras miraba directamente a su compañero – en calmarnos y pensar mejor en lo irónico de esta situación.

Korso le observó un segundo sin comprender, pero enseguida se hizo la luz en su cerebro. 

- Es verdad. – dijo retirando la mano del blaster y marcando con especial énfasis sus siguientes palabras – Realmente sería una fuerte ironía si acabáramos a tiros por un malentendido.
- Ciertamente. –dijo el oficial con una sonrisa- La ironía del Imperio empaña la libertad del fuerte.

Tal y como había sospechado BN3K, habían encontrado a su contacto. Todos se relajaron notablemente.

- Creíamos que no iban a llegar. – dijo el oficial – Nos dijeron que tuvieron un buen combate en órbita.
- Un par de cazas y un interceptor. Nada que no pudiéramos manejar. – presumió Korso.
- No te olvides del destructor estelar y las patrullas en tierra. – aportó BN3K.

Uno de los soldados de asalto silbó asombrado.

- ¿Lograsteis saltar el bloqueo con esa chatarra? – dijo señalando a la lanzadera.
Korso se limitó a encogerse de hombros y sonreír.
- Dicen que el Capitán Tokha está furioso y desesperado por encontrar a unos contrabandistas que le fastidiaron un negocio muy importante. – Aportó otro soldado – ¿Fuisteis vosotros?
- ¿Tokha? – le susurró Korso a su compañero androide, mientras volvía a encogerse de hombros - ¿No se llamaba así aquel oficial imperial al que le fastidiamos aquella operación minera?
- Sí. – le respondió con un siseo metálico. – O es un tipo muy rencoroso o aquel negocio era más importante de lo que parecía a primera vista.
- Creo que tienen algo para mí. – interrumpió el oficial.

BN3K le dio el paquete que les había entregado Tanoom, dentro del cual había un fragmento de lo que parecía ser una caja de datos. Las cajas de datos, eran pequeños cubos, del tamaño aproximado de un puño. Solían estar equipados con un disco duro para almacenar información, un puerto de conexión, una batería y un proyector holográfico para mostrar la información. En realidad eran una copia tecnificada de los antiguos holocrones jedi. Servían para almacenar información de forma segura, ya que solían llevar un excelente cifrado. Este modelo en concreto, tenía la capacidad de dividirse en tres fragmentos y solo permitía acceder a la información cuando las tres partes estaban ensambladas entre sí.

El oficial extrajo un segundo fragmento y procedió a unirlo con el que le había entregado el androide. Ambas secciones se ensamblaron sin problemas. 

- Excelente. Ahora solo queda que llevéis estos dos fragmentos a Bothawi. Aisk Kre’lis os espera allí con el tercer fragmento. – dijo mientras le daba a Korso la caja de datos. – Es fundamental que esto llegue a sus manos lo antes posible.
- ¿Se puede saber qué información contiene? Por una vez me gustaría saber porque estoy arriesgando la vida.
- Lo cierto es que no lo sé. Lo único que tengo claro es que es información de alto secreto del imperio. Un encargo del Emperador en persona. Así que mejor será que lo manejéis con cuidado.

Korso no pudo reprimir un escalofrío. Si la mitad de las cosas que había oído sobre el Emperador eran ciertas, el contenido de esa caja sería altamente peligroso. En ese momento, su  instinto le advirtió de que algo iba mal. Dejándose llevar por la Fuerza, su mano agarró el blaster de su cartuchera y sin apenas mirar disparó a una oscura esquina de la plataforma de atraque. Una sonda imperial de espionaje reventó en una pequeña explosión.

- A veces me das miedo. –dijo BN3K – Y eso que soy un androide.
- A veces me doy miedo. - respondió sinceramente Korso.
- ¿Cómo demonios...?- acertó a exclamar el oficial. – Es igual. – dijo recuperando la compostura. -  No creo que haya tenido tiempo de informar sobre nosotros, pero por si acaso deberíais cambiar de nave. De todas formas, ya se ha corrido la voz de que una lanzadera escapó del bloqueo y el Imperio está revisando todas las que hay en este sector. Afortunadamente tenemos un par de cargueros, os prestaremos uno.

Korso y BN3K, corrieron en la lanzadera para recoger sus pertenencias y avisar a Jusel.

- ¿Estáis de broma? – protestó el contrabandista – Acabo de reensamblar este trasto. Lo he dejado mejor que nuevo.

Un cable de conducción de energía se soltó en ese momento, dejando el interior de la lanzadera a oscuras.

- ¡Ni una palabra! – amenazó Jusel.

Los tres compañeros salieron a la plataforma, donde les esperaba el oficial imperial y los soldados, los cuales les escoltaron a otro hangar. Allí estaba un carguero modelo VCX-100. 


Carguero VCX-100 (Sombra Furtiva)


- Bonita nave. – dijo BN3K – Un modelo estupendo.
- Caballeros, este es el Sombra Furtiva. Por favor, trátenlo bien.
- No os acostumbréis a esta chatarra. – resopló Jusel – En cuanto terminemos este encargo recuperaremos mi nave.
- No sé yo, si Tanoom conseguirá recuperarla. Yo en tu lugar me iría haciendo a la idea de cambiar de nave. – le respondió Korso
- ¡Ni lo sueñes!

El grupo se despidió rápidamente del oficial imperial y sus hombres y montaron en el carguero espacial. El Sombra Furtiva no era una nave demasiado moderna, pero estaba bien cuidada y en mucho mejor estado que la lanzadera.

Jusel fue directo al asiento del piloto e inició el despegue con cierta brusquedad. 

- ¡Hey! – protestó BN3K desde el asiento del navegante. – Creía que eras un buen piloto.
- ¡No es culpa mía! Los mandos de esta cosa son demasiado sensibles.
- No es que sean muy sensibles, es que los mandos de dirección del Pájaro Escurridizo son más duros que un asteroide.
- Ni una palabra más o te echo de una patada.

Korso se fue a la torreta, activó el intercomunicador y empezó a dar energía a los cañones. Su instinto demostró estar una vez más en lo cierto, pues nada más alcanzar la órbita del planeta, los sensores de la nave avisaron de dos cazas interceptores en rumbo de colisión con el carguero. Y en el horizonte se divisaban las siluetas triangulares de tres inmensos destructores estelares.

- ¿Cómo van esos cálculos de astronavegación? – preguntó Korso desde la torreta.
- Cinco minutos. – respondió BN3K, que se afanaba con el computador de navegación.
- Chicos este cubo de lata no tiene escudos deflectores. – anunció Jusel – Un par de disparos directos y estamos fritos. Otra razón más por la que el Pájaro Escurridizo es mejor que el Sombra Furtiva.
- ¡Cállate! – le respondieron al unísono sus compañeros.

Los dos interceptores alcanzaron rápidamente al Sombra y dispararon al unísono. Jusel los esquivó con una agresiva maniobra. Los motores gruñeron por el esfuerzo. Korso se concentró en el movimiento de uno de los cazas ignorando todo lo demás. Lo fijó en la mira del cañón laser y le envió una salva de fuego laser. La nave imperial no pudo soportar el ataque y quedó volatilizada en el espacio.

Pero el otro caza no se dio por vencido, aprovechando su mayor velocidad y maniobrabilidad se colocó en la parte ventral del Sombra Furtiva y disparó una ráfaga que Jusel no pudo esquivar. Las luces del carguero se apagaron, dejándolo sólo con la iluminación de emergencia, uno de los estabilizadores laterales quedó destrozado comprometiendo la maniobrabilidad de la nave y los pitidos de alerta se oyeron por toda la nave.

- ¡Otro impacto como ese y estamos muertos! – gritó Jusel.
- ¡Aguantad! – respondió BN3K – ¡En dos minuto tendremos los cálculos de navegación y podremos saltar al hiperespacio!

Las dos naves se enzarzaron en una danza mortal. El caza imperial usaba su velocidad para encarar el lado más vulnerable del carguero y así enviarle una última ráfaga letal, mientras Jusel daba bandazos de un lado a otro, tratando de evitar que su enemigo pudiera enfilarlos.

- Cuando te avise. – dijo Korso- Deja de dar tumbos y mantén el rumbo.
- ¿Estás loco? – respondió Jusel. – Nos vaporizará.
- Confía en la Fuerza.
- ¡Maldita sea tu Fuerza!
- ¡Ahora!

El contrabandista enderezó la nave. El caza imperial quedó justo enfrente de la cabina con los cañones apuntando al frente. Él y BN3K se prepararon para morir. Pero Korso fue increíblemente rápido y de un certero disparo destruyó a su enemigo.

- Un disparo fantástico. – dijo el droide con admiración robótica.
- No vuelvas a pedirme algo tan absurdo en tu vida. – pidió el contrabandista.

Un pitido del computador de navegación les avisó de que ya podían saltar al hiperespacio. Las estrellas se convirtieron en tediosas líneas blancas y la calma se impuso en la pequeña nave.

El viaje hasta Bothawi, fue tremendamente tranquilo. Jusel y BN3K se dedicaron a hacer reparaciones de emergencia, mientras Korso intentaba no tocar nada. Para cuando llegaron a su destino, habían conseguido restaurar las luces y el estabilizador lateral había sido más o menos remendado.

- La verdad es que no es mala nave. El casco es sólido, otra nave no hubiera aguantado este castigo. – reconoció a regañadientes Jusel. - Aunque el Pájaro Escurridizo también lo hubiera aguantado. – se apresuró a añadir.

Aterrizaron en el espaciopuerto principal de Bothawi, sin demasiados inconvenientes.

- Esta vez deberíamos contratar a un mecánico. – dijo Jusel mientras salían de la nave.
- Sí y habrá que cambiar ese estabilizador, no creo que el parche que hemos hecho aguante.

Un grupo de mecánicos bothan, les esperaba en la entrada del hangar.

- El encargado del espaciopuerto quiere hablar con ustedes, nosotros nos encargaremos de las reparaciones.
- Pero si nosotros… - empezó a decir Korso
- No se preocupen. – le interrumpió uno de los mecánicos – El coste de las reparaciones ya ha sido abonado.
- En ese caso, procedan libremente.

Al salir del hangar les esperaba otro bothan, quien seguramente era el encargado del espaciopuerto y un wookie que les resultó muy familiar.

- ¡Chrow! Te has perdido toda la diversión. – le dijo Jusel. - ¿Dónde estabas? Tu Ala-X nos hubiera venido muy bien.

El wookie lanzó un gruñido de disculpa. Seguido de una larga explicación.

- Sí, ya veo que tú también has tenido lo tuyo.
- Si fueran tan amables. – interrumpió el encargado. – Será mejor que sigan esta conversación en otro lugar más oportuno.

El grupo se subió a un aerodeslizador, que les llevó hasta un lujoso edificio, con aire señorial. Una vez dentro, les llevaron a un lujoso salón, donde les esperaba otro bothan. Por sus ropas se podía adivinar que pertenecía a la aristocracia.

- Soy Aisk Kre'lis. – se presentó omitiendo cualquier ceremonia. Estaba claro que estaba deseoso de ir directamente al grano. 

En su mano llevaba un fragmento de una caja de datos. Sin decir una palabra, Jusel le entregó los dos fragmentos restantes. En cuanto ensambló los tres trozos, la caja de datos emitió una serie de zumbidos. Kre'lis pulsó un botón en una de las caras de la caja y esta proyectó una imagen holográfica de una gigantesca estación espacial. Era casi una esfera, con una trinchera ecuatioral y en la parte superior había una especie de cráter en cuyo interior se albergaba un poderoso cañón. También se proyectaron un montón de textos con especificaciones técnicas. El bothan los examinó por encima y silbó entre admirado y aterrado.

- Tiene el tamaño de una luna pequeña, y el poder necesario para destruir un planeta entero.
- ¡Imposible! - exclamó Korso – No existe una nave capaz de hacer eso.
- No solo es posible sino, que ya están finalizando su construcción. Haré llegar esto a la Rebelión, lo antes posible. Ellos encontrarán la forma de parar esta locura. - sentenció Kre'lis. - Ellos sabrán como destruir esta Estrella de la Muerte.