7/26/2019

Escuadrón Delta: Episodio III

Por fin publico el nuevo episodio de Los Podcastdramas del Padawan, ya sabéis el serial ambientado en la Guerra de las Galaxias, esta vez con más colaboraciones que nunca: Pepita Parker, DarkCrow, Juan M. V., Jontxu, Isa, Carmen y Julio.

Como siempre la versión en audio:


Y la versión en texto:

El temido día de los entrenamientos había llegado, los miembros de todos los escuadrones tenían que realizar una prueba de pilotaje. Se habían colocado una serie de 20 anillos, formando un circuito, que los pilotos debían recorrer antes de que transcurriera un tiempo límite, que variaba en función de la nave que se usase, ya que por ejemplo, los bombarderos eran naves mucho más lentas que los cazas TIE. Pero la prueba no evaluaba tan solo la velocidad y la destreza, sino que había colocados una serie  de blancos de los que había que derribar al menos un 60%. Algunos de aquellos blancos estaban estáticos y otros en movimiento y finalmente y para dar más emoción al asunto, se habían dispersado algunas minas espaciales, capaces de disparar rayos de iones. Estas armas no estaban destinadas a destruir una nave, pero si deshabilitaban toda su electrónica durante unos momentos, con la consiguiente pérdida de velocidad y control, lo que hacía perder un tiempo precioso a los participantes, por lo que evitar sus disparos se antojaba como algo fundamental para lograr superar la prueba antes de que se terminara el plazo establecido.

Para determinar si la prueba se pasaba con éxito contaban varios factores, por supuesto había que terminar el circuito antes del tiempo máximo. Cuanto menor fuera el tiempo empleado, se sumaban más puntos, también sumaba cada blanco derribado por encima del mínimo exigido y cada disparo recibido por las minas restaba puntos además de tiempo y saltarse un anillo  de los 20 que componían el circuito tenía una gran penalización, saltarse 2 suponía un suspenso automático.

Normalmente, no superar la prueba suponía pasarse una rotación entera llevando  a cabo lo que los tripulantes llamaban “servicio droide”, es decir, las tareas más desagradables de a bordo del destructor Nexu, como por ejemplo el mantenimiento de las letrinas. Se llamaban servicio droide, precisamente porque esas eran las tareas que normalmente realizaban los androides de mantenimiento.

En el caso de Ronin, la cosa era un poco más peliaguda, Keyna le había dejado muy claro que no solo tenía que superar la prueba, cosa que él solía hacer, aunque siempre por los pelos, sino que además debía hacerlo con una puntuación un 20% superior a la de la última ronda, de lo contrario, no solo no lograría su deseo de pilotar el caza V-19, sino que lo echaría del escuadrón Delta. Ronin no tenía muy claro cual sería su destino si le echaban. ¿Le trasladarían permanentemente al servicio droide? ¿Le quitarían el rango de piloto y lo reposicionarían en otra rama del Ejercito, como la infantería? ¿Le echarían de la Armada Imperial y se convertiría en un civil? Incluso  había jugueteado con la idea de renunciar y marcharse antes de que lo echaran, pero había historias sobre lo que les pasaba a aquellos que salían por la puerta de atrás, y ninguna era halagüeña. Así que se puso el mono de vuelo y fue a la sala táctica, donde podía ver por los monitores la actuación de sus compañeros, mientras esperaba pacientemente su turno.

En una gran pantalla al fondo de la sala, se proyectaba la imagen del circuito, capturada por las holocámaras del Nexu, así como el vuelo del piloto que estaba ejecutando la prueba en ese momento. A los lados en unos monitores más pequeños, se veía los tiempos y puntuaciones de cada piloto. La prueba se realizaba sin un orden establecido, pero todos debían haber realizado el ejercicio antes del cambio de ciclo. Cuando Ronin llegó a la sala, ya habían realizado la prueba, más de la mitad de los pilotos.

La gente allí reunida, realizaban comentarios y bromas sobre la actuaciones de sus compañeros y por supuesto se cruzaban apuestas. Los líderes de los diferentes escuadrones, a excepción de Keyna quien no estaba en la sala, estaban sentados en primera fila.

- Ahora es el turno de  Tabur. - dijo el Teniente Brenson, el lider del escuadrón Alfa con orgullo mal disimulado. - Ese chico sabe volar, se nota que le he enseñado bien.
- ¿En serio? - preguntó Logan el lider del escuadrón Omicron mientras fijaba la vista en la pantalla.
- ¿Acaso lo dudas?
- Mmm, es rápido y traza bien el rumbo, desde luego. - admitió Logan – Pero aún está verde y su selección de blancos deja que desear.

En la pantalla Tabur, pasaba por el sexto anillo, con un buen tiempo, pero había fallado varios disparos.

- Te garantizo que pasará la prueba con éxito. - rugió Brenson.
- No lo dudo. - replicó Logan -  Aunque no creo que lo haga con una puntuación superior a 800.
- Van cien créditos a que sí. - apostilló Brenson.
- De acuerdo.
- Yo también apuesto a que no lo logra. - dijo Teller, el lider del Escuadrón Épsilon.
- Estoy con Brenson. - intervino Balux, el lider Beta. - Ese chico tiene madera.
Todos miraron al Yermin, el lider Gamma, pero este estaba absorto mirando un datapad. Finalmente fue consciente del silencio a su alrededor y alzó la vista.

- ¿Qué? - dijo sorprendido. -
- ¿Vas a apostar? - le preguntó Teller.
- No, ya he perdido suficientes créditos apostando por ese inutil de Jater.
- Te lo avisé. - le recordó Brenson, mientras miraba a su alrededor- ¿Alguien sabe donde está esa mujer?
- ¿Keyna? Ni idea. - dijo Teller.
- No creo que tarde mucho en aparecer. - aseguró Logan con una sonrisa enigmática. - Vaya, mira, parece que tu chico puede conseguirlo.

Todos clavaron la vista en la pantalla. Tabur sobrepasó el decimonoveno anillo con una puntuación provisional de 813.

- Preparad vuestros créditos. - Dijo Brenson.

De pronto una mina que no había logrado inutilizar con sus disparos, acertó al caza tie de Tabur, el rayo de iones le hizo perder tiempo y velocidad, finalmente el piloto luchó con los mandos de la nave y logró traspasar el veinteavo y ultimo anillo, pero su puntuación había bajado a 797.

- Ha sido mala suerte. - murmuró por lo bajo el lider Alfa, mientras pagaba la apuesta. - Solo le han faltado 3 puntos.
- Desde luego. - declaró tranquilamente Logan. - En cuanto mejore  un poco su puntería, será un gran piloto.
- Sí. - se animó Brenson.
- Un cosa. - les interrumpió Teller. - ¿Qué diantres hace Keyna?

La lider del Escuadrón Delta, entró en la sala y al verla la mayoría de las conversaciones se apagaron de golpe. Los líderes de los escuadrones, tenían la opción de no participar en los entrenamientos. Y de hecho había un pacto no escrito entre caballeros de no hacerlo, ya que si uno de ellos participaba, los demás quedarían mal si no hacían lo mismo. Pero por lo visto, nadie se lo había contado a Keyna, quien apareció en la sala táctica con el mono de vuelo puesto y el casco bajo el brazo.
- ¡Maldita sea! - murmuró Yermin.
- ¡Por todas las estrellas! - rugió Brenson.
- Esto se acaba de poner interesante. - añadió Logan.

Keyna se acercó a ellos.
- Caballeros. - les echó un rápido vistazo y aunque notó que ninguno de ellos llevaba el mono de vuelo, hizo caso omiso. - Un día magnifico para volar y ganar honra para nuestros escuadrones, ¿no les parece?

A ninguno de los presentes se les pasó por alto lo que estaba pasando. Aquello había pasado de simple entrenamiento a un claro desafío. Los lideres de los escuadrones se pusieron de pie a la vez como impulsados por un resorte.

- Desde luego. - dijo Brenson.
- Nos vemos en el circuito. - aseguró Teller.
- Interesante. - aportó Logan. -  Muy interesante.

- Excelente. - dijo tranquilamente el Comandante Cross con una sonrisa de lobo. Ninguno, ni siquiera Keyna lo había visto acercarse al grupo. - Me alegra que mis lideres de escuadrón, den un paso al frente y prediquen con el ejemplo.

Keyna permaneció impasible, mientras el resto se marchaban al vestuario, solo cuando se encontró a solas, se permitió esbozar una sonrisa pícara. Echó un rápido vistazo a su alrededor y localizó a Ronin. Se acercó a él con rápidas y decididas zancadas. El cadete la vio venir y tragó saliva con dificultad.

- Bien. - dijo Keyna con firmeza. - Tu puntuación en los últimos ejercicios fue de 532 puntos. Acordamos un 20% más, así que te quiero ver al menos con 639 puntos.
- Eh, en realidad 638,4 según mis cálculos.
- Aquí redondeamos al alza. Y solo por ese comentario, serán 645 puntos.
- Pe… Pero…
- ¡650!
Ronin guardó silencio.
- Bien. -concluyó Keyna. - Veo que nos entendemos.

Cuando unos minutos más tarde, el resto de los lideres de escuadrón volvieron enfundados en sus monos de vuelo, todos los pilotos fueron conscientes del nuevo cariz de la situación.

Las puntuaciones empezaron a sucederse en los monitores y los pilotos aplaudían y coreaban cada vez que alguien superaba el record del día.

- Tabith, escuadrón alfa. 827 puntos, nuevo record. - anunció la computadora.

Un aplauso recorrió la sala. La mayoría de los pilotos habían participado ya, y solo quedaban los pesos pesados… y Ronin.

- Ballux lider del escuadrón Beta, 902 puntos, nuevo record.
- ¡Adelante Beta! - aullaron los miembros de ese escuadrón.
- Yermin lider del escuadrón Gamma, 779 puntos.
- ¡Buuh! - abucheó alguien.
- ¡Mirad! - dijo alguien – Allá va el lider Epsilon.

En su cabina, Teller manejaba su bombardero con con destreza.
- Vamos preciosa. - le dijo en voz baja a su nave.

El TIE Bomber, era una nave más lenta y menos maniobrable que el resto de modelos TIE, pero el algoritmo de puntuaciones de la prueba, lo tenía en cuenta y lo compensaba. Esquivó varios disparos de una mina y cruzó la meta con 917 puntos.

- ¡No está mal para un viejo bombardero! - exclamó Teller.

En la sala táctica arreciaron los aplausos. Pero en seguida un nuevo competidor entró en liza. Se trataba del lider Omicron. Logan pilotaba con eficiencia metódica. Su caza de reconocimiento volaba con fluidez, enhebrando los anillos. Terminó el circuito con 917 puntos.

- Empatados. - gruñó Logan por el comunicador – Has tenido suerte, puedo hacerlo mejor.
- Lo mismo digo. - respondió Teller.

En la sala táctica todos enmudecieron, el Lider Alfa entraba en acción. Era un espectáculo ver volar al TIE Interceptor, trazaba el rumbo con la fluidez de un pez en el agua, recorriendo los anillos a velocidad de vértigo. Se le podían echa muchas cosas en cara al teniente Brenson, pero había que reconocer, que no se llegaba a lider del escuadrón Alfa sin ser un piloto excepcional. Encaró con pericia los últimos anillos. 931 puntos, anunció la computadora. Nuevo record.

En la sala táctica se formó una gran algabaría. Ya solo quedaban dos pilotos por pasar la prueba.

Keyna mandó toda la energía posible a los propulsores.

- Vamos allá. Demuestra lo que vales. - dijo sin saber muy bien si hablaba consigo misma o a la nave.

El caza voló con maestría, arrancando exclamaciones de admiración entre sus compañeros. Los puntos iban subiendo rápidamente en el marcador. Cruzó la meta como una exhalación, la computadora pareció tardar una eternidad en calcular los puntos: 919.

- ¡Maldita sea! - gritó Keyna.
- Impresionante. - dijo Brenson – Pero no lo suficiente.
- Keyna. - le dijo Teller – ¡Ha sido un gran vuelo, enhorabuena!
- Has ido demasiado rápido en el séptimo anillo. - aportó Logan, siempre analítico – Has salido demasiado pasada y por eso te ha costado recuperar el rumbo. La próxima vez, batirás a Brenson.
- Ni en tus sueños. - dijo el lider Alpha.

La sala táctica, empezó a vaciarse. Aún quedaba Ronin por completar la prueba, pero a nadie le interesaba la actuación de un piloto mediocre.

Su nave entró al circuito, pasó correctamente por los tres primeros anillos, esquivó dos disparos de una mina, pasó por el cuarto anillo y derribó un blanco movil.

- Mierda, mierda. - masculló en voz baja. - He pasado por alto un segundo blanco.

Eso eran unos puntos valiosos que no subirían a su marcador. Desvió más potencia a los motores.

- ¡Vamos!

Siguió zigzagueando entre los anillos, cada vez más rápido. Una mina estuvo a punto de acertarle. Noveno anillo, décimo anillo. Disparó a un blanco y falló. En ese momento recordó el consejo que acababa de darle Logan a Keyna. A veces demasiada velocidad no era la solución. Respiró hondo y trató de relajarse, redujo un poco la potencia del propulsor central y se la pasó a los laterales, a fin de tener un mejor control. Treceavo anillo, catorceavo, esquivó otro disparo y destruyó dos blancos más. La puntuación empezaba a cuadrar. Keyna había dicho que tenía que alcanzar los 650 puntos y la computadora acababa de sumar 632.

- Un esfuerzo más. - se dijo a sí mismo
- Vamos tio pedorro. Puedes hacerlo.- susurró Keyna en su cabina, aunque con el comunicador apagado.

Decimonoveno anillo, destruyó otro blanco.
- 683 puntos. - Anunció la computadora.
- Sí. - gritó con alegría.
- Fallo en impulsor lateral.
- ¡No! ¿pero qué demonios?

El caza se volvió muy difícil de manejar. Solo podía avanzar o girar a la izquierda, pero necesitaba girar a la derecha para encarar el último anillo. Para acabar de rematar la faena, una mina de iones le encaró dispuesta a disparar. Estaba perdido, no iba a lograrlo. Pero un cosquilleo le recorrió el cuerpo, su instinto de decía que había una oportunidad. Si calculaba bien el ángulo… De pronto aceleró directo hacia la mina.

- ¡Pero qué demonios hace! - gritó Brenson.
- ¿Te has vuelto loco? - exclamó Keyna.
- Yo prefiero no mirar. - dijo Teller.
- Creo que sé lo que intenta. - aportó Logan – Pero es una idiotez.
 La mina disparó sobre el caza TIE, acertándole de pleno, todos los sistemas electrónicos se desconectaron a la vez, pero la nave siguió avanzando por la inercia. Ronin se preparó para el inevitable impacto. La mina estalló con el golpe, y la onda expansiva lanzó al caza TIE en un ángulo de 45 grados hacia la derecha, justo hacia el centro del último anillo.

Ronin no tenía forma de saber si lo había conseguido. Desde luego había cruzado el veinteavo anillo, pero no sabía como habían quedado los puntos. La computadora de abordo estaba deshabilitada por el rayo de iones y la posterior explosión de la mina. Su pequeño caza estaba casi destrozado y apenas era un amasijo de metal.

Los equipos de rescate parecieron tardar una eternidad en sacarle de allí y llevarle a bordo de una lanzadera. Allí le esperaba Keyna.

- Lo primero. ¿Estás bien?
- Sí jefa. Los oídos me zumban y me duele todo, pero aún puedo volar.
- Más te vale. ¿En qué estabas pensando?
- ¿Lo he conseguido? - dijo Ronin ignorando la reprimenda.
- A la computadora le ha sido imposible valorar si esa última maniobra, es válida o no, así que el comandante Cross, me ha dejado la decisión a mí.

Ronin se la quedó mirando, sin atreverse a preguntar.

- Como siempre digo, tienes que improvisar, que vencer, que adaptarte. Y lo has hecho, así que para mí es válida.
- Gracias jefa. - dijo con alivio. - Yo…
- Aún así has sacado 649 puntos. Y acordamos 650.

Ronin se quedó boquiabierto, sin saber que decir.

- Pero te doy un punto por pensamiento creativo. Pásate mañana a ver al jefe de mecánicos y elige tu V-19.

7/17/2019

Undecima entrega del podcast Los relatos del padawan

Bueno, pues ya está aquí una nueva entrega de Los relatos del Padawan, que como siempre está disponible en iVOOX.

Como siempre, aquí teneis la versión en audio:

Y aquí el texto:

Llegué a la entrada del centro de especialidades de mi zona y  busqué el mostrador de información.

- Hola. Tengo cita con el otorrino. - dije a la señora que atendía, mientras le entregaba mi volante.
- Tienes que subir a la primera planta y a mano izquierda busca la sala 103, para que te digan a que consulta tienes que ir. - me respondió.
- De acuerdo, gracias.

Esperé tranquilamente al ascensor, porque no me apetecía subir las escaleras, a pesar de que se trataba únicamente de un piso. Me complació comprobar, que no era el único vaguete presente, ya que conmigo se subió otro tipo que también iba a la primera planta. Se trataba de un hombre de unos cincuenta años, que no dejaba de tararear una melodía, de la que solo parecía saberse el estribillo.

- TAAA TARA TAAAA... TA TARAAAA… TAAA TARA TAAAAAAA... TA TARA.. TA.. TA..

Menos mal que solo se trataba de una planta, aun así cuando salí del ascensor, ya empezaba a reproducir la pegadiza tonada en mi cabeza.

Mientras trataba de orientarme, el tarareador impenitente me tomó la delantera, encontró la sala 103 y se puso a la cola de la recepción de pacientes, yo me situé justo tras él. Y tras unos instantes, pasó lo inevitable, ambos tarareabamos al unísono.

- TAAA TARA TAAAA... TA TARAAAA… TAAA TARA TAAAAAAA... TA TARA.. TA.. TA..

Al señor no pareció importarle que yo también participara y siguió a lo suyo, sin ni siquiera mirar atrás. Los que sí miraban, eran el resto de los integrantes de la cola, quienes nos observaban con cara de pocos amigos.

Entre tarareo y tarareo pude cotillear el volante que tenía en su poder mi compañero de coro, en el papel ponía: “consulta de otorrinolaringología, motivo: pérdida de audición”.

“Vaya” - pensé - “este está peor que yo, lo mío es una simple otitis”.

Por fin, le llegó el turno al cantarín. La recepcionista, cogió el volante, y tras un rápido vistazo dijo:

- Consulta 108, doctora Álamos.
- ¿Qué? - respondió él.
- ¡Consulta 108, doctora Álamos!
- ¿Cómo?
- ¡CONSULTA 108, DOCTORA ÁLAMOS!
- Ah, vale.

El señor se marchó tarareando y yo me acerqué al mostrador. Le tendí el volante a la recepcionista, mientras saludaba.

- Buenos días.

Ella echó un rápido vistazo al papel. En cuanto leyó que yo también iba a otorrinolaringología, me miró y dijo:

- ¡SALA 106, DOCTORA PELAEZ!

Yo salí de allí aún aturdido por el grito. Y busqué la consulta, que resultó estar puerta con puerta con la 108. Como yo soy un hombre experimentado, no me molesté en preguntarme que había pasado con la sala 107, hay misterios en el servicio sanitario español, que es mejor que el ciudadano medio, no conozca. Así que me senté al lado de mi compañero de melodía y seguimos a lo nuestro.

- TAAA TARA TAAAA... TA TARAAAA… TAAA TARA TAAAAAAA... TA TARA.. TA.. TA..

Al cabo de un rato salió una enfermera por la puerta 108.

- Javier Gutierrez. - llamó.

Nadie se inmutó.

- ¡Javier Gutierrez!

Silencio absoluto.

- ¡JAVIER GUTIERREZ!
- ¿Eh? - dijo mi compañero  - Aquí, soy yo.
- Pase, la doctora lo recibirá ahora.
- ¿Qué?
- ¡Venga conmigo! - dijo la enfermera gesticulando.

Ellos se fueron juntos por la puerta 108 y yo me quedé ahí, solo, esperando, con mi tarareo.

- TAAA TARA TAAAA... TA TARAAAA…

De pronto, en un desafío de las leyes del espacio tiempo, la misma enfermera de antes, salió por la puerta 106.

- ¡Padawan!
- Aquí, no hace falta que levante la voz.
- ¡Venga con…! Perdón, -dijo bajando el tono -la costumbre, venga conmigo, haga el favor.

Pasamos a la sala, donde la doctora Pelaez me esperaba.

- Buenos días. - dije mientras tomaba asiento y le daba el volante.
- ¡Buenos días! - me gritó.
- No hace falta que grite, mi audición está perfectamente.
- ¿Entonces para que ha venido?
- Porque tengo otitis.
- En ese caso sus oídos no están bien, ¿no cree?
- Eeeeh. Vale, no tengo los oídos perfectos, pero no hace falta que grite.
- Muy bien, entonces. ¿A qué ha venido?
- Pues porque tengo otitis.
- Así me gusta, que ya vengan los pacientes diagnosticados de casa. Me encanta la época google, todo el mundo mira sus síntomas en internet y...
- A ver, mi doctora de cabecera, me ha diagnosticado la otitis, y ya me la ha tratado.
- ¿Si ya está tratado, qué hace aquí? - me interrumpió.
- Es que a ella le preocupa, porque esta es la segunda vez que me pasa en menos de 6 meses. Por eso me ha mandado aquí.
- Muy bien. Echemos un ojo a esa oreja.

Me senté en la silla de exploración y la doctora me metió el otoscopio tan dentro de los oídos que debió ver hasta mis pensamientos.

- Vale. - dijo al terminar – Lo que tiene es un eccema. Le voy a recetar unas gotas de aceite de almendras dulce. Tiene que echarse una gota en cada oído, dos veces por semana.
- Pero, ¿en los oídos?
- Claro, donde sino.
- Es que me ha parecido que hacía hincapié en lo de dulce y he pensado, el aceite será para la ensalada, porque sino daría igual que fueran almendras dulces o amargas y…
- Echeselo donde le apetezca.
- Jo, que carácter.

Salí de allí corriendo antes de que la doctora la emprendiese a golpes conmigo.

Al cerrar la puerta tras de mí, eché un vistazo al número de la consulta, por supuesto, se trataba del 107.