3/20/2021

Escuadrón Delta: Episodio XII

 Vamos con un nuevo episodio del intrépido Escuadrón delta. Ya sé que han pasado varios meses desde el último, pero así tnéis una excusa para volver a escuchar los episodios anteriores y poneros al día.


Como siempre, gracias a Paula, pepita Parker y DarkCrow por su colaboración.

Versión audio:

 

Versión escrita:

Ronin realizó una serie de movimientos acompasados con su respiración. Se trataba de algo similar a una danza. El final de cada movimiento, era el comienzo del siguiente. El piloto se desplazaba con los ojos cerrados, por el tatami del solitario gimnasio del Nexu, con la soltura y la gracilidad de…

- ¡Auch! - se quejó el piloto, quien había caído al suelo tras tropezar con algo.
- ¿Se encuentra bien, señor? - preguntó Zeta, quién revoloteó a su alrededor para escanearlo en busca de heridas o lesiones.
- Sí, estoy bien. - respondió levantándose
- ¿Por qué esos idiotas no recogen sus trastos después de entrenar? Examinó el objeto que le había hecho caer. Se trataba de una espada de entrenamiento, hecha de madera.
- Espero que acabe pronto esa absurda competición de esgrima. - Sin duda. Señor, ¿me permite una pregunta?
- Por supuesto, pero por favor, deja de llamarme señor. Llámame Ronin.
- Como quiera, señor… quiero decir Ronin. Me preguntaba, ¿qué clase de danza estaba ejecutando antes?
- ¿Eh? - respondió el piloto, algo distraído. Sin darse cuenta había empuñado la espada y estaba dando estocadas al aire.
- Ah, eso. No era una danza, sino una kata, ya sabes una secuencia de movimientos establecidos.
- Entiendo. ¿Y cuál es su finalidad?
- Bueno, hay muchos tipos de katas, cada uno con su propio uso. En mi caso, se podría decir que es algo terapéutico.
- ¿Las katas pueden ser usadas como terapia? Es curioso, mi programación incluye más de 3 millones de procedimientos terapéuticos, pero no incluye estas katas.
- No es exactamente un tratamiento médico. Realizar movimientos acompasados con la respiración, sirve para calmar la mente. Lo que es bueno para rebajar el estrés. Además bien ejecutados, sirven como estiramiento e incluso cómo método de tonificación suave.
- Entiendo. ¿De dónde es originaria esta técnica?
- Varias culturas sus propias katas. Pero esta en concreto, es de creación propia. La desarrollé mezclando una kata mandaloriana que me enseñó mi madre y una alderaniana en la que me adiestró mi padre.
- He analizado los patrones de movimiento, que ha estado ejecutando y estoy de acuerdo en que le resultarán beneficiosos.
- Gracias. Ronin siguió ejecutando movimientos con la espada. Hacía tiempo que no practicaba la esgrima, pero en seguida notó que le volvían las lecciones que había recibido.
- Su técnica es demasiado simple y carece de fuerza. - dijo una voz profunda y despiadada.

Se trataba del Maestro Kreese. Era quien estaba entrenando al equipo de esgrima del Nexu, para el próximo campeonato, contra el equipo del ejercito de tierra imperial. Había entrado en silencio en el gimnasio y le miraba desafiante. El devoraniano, con sus dos metros de estatura y su musculosa envergadura resultaba una presencia aterradora. Tras él, llegaban varios de los oficiales del Nexu. Seguramente venían a entrenar. Ronin pudo ver a Keyna entre ellos.

- Le falta agresividad. Y esas estocadas suyas, son las más básicas . - continuó implacable el devoraniano.
- En un combate real, sería derrotado con facilidad. - Ronin aún dudaba si contestar a las evidentes provocaciones del profesor de esgrima, cuando una voz desagradablemente familiar lo hizo por él.
- Discrepo. Creo que mi alumno puede derrotar a cualquiera de los suyos.
- dijo Raymius desafiante.
- ¿De veras? - replicó Kreese, dispuesto a no dejarse intimidar. Miró a su alrededor, preguntándose cuál de los presentes sería el más indicado para enfrentarse al desafío del Profeta Oscuro. Pero Raymius se le adelantó.
- Es más. Creo que mi alumno puede derrotarle a usted. - dijo sonriendo siniestramente.
- ¿Qué? ¿Está de broma? Eso es imposible. Con esta rata womp no tengo ni para empezar.
- Entonces no hay razón para rechazar el duelo. - siguió azuzando Raymius.
- ¿Duelo? ¿Quién ha dicho nada de un duelo? - dijo Ronin, a la desesperada, tratando de evitar lo inevitable.
- Cuando acabe con él, no quedarán ni los despojos. - rugió Kreese, mientras cogía una espada de entrenamiento.
- Tendrá que buscarse un nuevo alumno. Ronin miró a su alrededor, en busca de una salida. Pero los oficiales habían formado un corro a su alrededor. Suspiró resignado. Keyna se acercó a él.
- Me parece que tu amigo Raymius te la ha vuelto a jugar. -
- Desde luego.
- Podrás vencerle, ¿no?
- Hace mucho que no practico con la espada y…
- Nada de excusas subteniente. Ve ahí y patéale el culo a ese slimo.
- ¡Esa lengua!
- Déjate de ñoñerías y barre el suelo con él.
- ¿Algún último consejo, jefa?
- Usa la Fuerza. - y después añadió con una sonrisa - Me refiero a la de la espada. No es momento de chorradas sobre poderes cósmicos.

Ronin se limitó a sonreír, después se volvió hacia Zeta. - Quédate con la teniente Keyna.

- Tenga cuidado. - dijo el androide antes de alejarse.

Los contendientes se pusieron frente a frente, poniéndose de perfil, para ofrecer el menor blanco posible. Ambos lanzaron un par de estocadas rápidas, solo para poner a prueba al contrario.

El Maestro Kreese era sorprendentemente rápido para alguien de su envergadura. Sus dos metros de altura, sus 110 kilos de músculo y el aspecto diabólico propio de se raza, le daban una presencia aterradora.

Una de las principales normas del rancor furioso, la escuela de esgrima que dirigía con puño de hierro, era que la mejor defensa es atacar con todo. Así que a Ronin no le pilló por sorpresa que se lanzara inmediatamente a la ofensiva.

Kreese lanzó una serie de rápidas y potentes estocadas con el objetivo de desequilibrar a Ronin. Este trató de esquivarlas como mejor pudo con un envidiable juego de pies, que le permitía mantenerse fuera de su alcance. Los dos contendientes ser movían por todo el tatami, con Kreese siempre a la ofensiva y Ronin, tratando de defenderse, sin encontrar un respiro para contraatacar.

La estrategia del piloto era esperar a que se agotasen las fuerzas de su oponente. Razonó que un ataque tan agresivo y potente, agotaría pronto a Kreese. Pero el devoraniano parecía tener una resistencia excepcional y no daba muestras siquiera de empezar a sudar. Por si fuera poco, la voz de Raymius se abrió paso en su mente.

- Confío en ti alumno, es decir, confío en que sepas lo que te espera si fracasas. - El recuerdo de los relámpagos de la Fuerza que usaba Raymius para castigarle durante los entrenamientos, le distrajo.
- ¡Cuidado! - gritó Keyna.

Pero era demasiado tarde. Kreese conectó un potente golpe sobre su hombro derecho. La espada de Ronin cayó al suelo, y el piloto solo pudo saltar rápidamente hacia atrás, para esquivar otro golpe, que hubiera ido directamente a su cabeza, de no haberse apartado a tiempo.

No parecía que el devoraniano le fuera a dejar recuperar su espada, ya que siguió atacando sin piedad. De todas formas Ronin casi no podía mover el brazo. Siguió retrocediendo en círculos.

- Usa tu odio, alumno. Utilízalo para vencer. - volvió a abrirse paso la voz de Raymius en su cabeza. - ¡Usa el Lado Oscuro!

Kreese recordó lo que había pasado en el último entrenamiento. Algo que Keyna le había dicho.

- ¿Es este tu famoso estilo alderaniano de lucha? ¡Ese planeta es patético, lleno de pacifistas pusilánimes!
- No te dejes provocar. - dijo Keyna - No entres en su juego.
- Y los mandalorianos son simples matones, que solo son valientes cuando llevan sus armaduras de beskar. - Siguió el devoraniano, quien obviamente se había informado bien acerca del historial de Ronin.

Una rápida estocada frontal, casi impactó en la cabeza de Ronin, quien apenas podía esquivar las acometidas del devoraniano. La voz de Raymius taladraba su cerebro, ahondando en su miedo. Las pullas de Kreese, empezaron a hacerle mella, y cuando vio a algunos oficiales como Brenson riéndose y cruzando apuestas sobre el combate, algo se rompió por fin en su mente.

De pronto estiró el brazo izquierdo e invocó a la Fuerza. Su espada que estaba tirada en el suelo, salió volando hasta su mano.

- ¡Qué demonios! - exclamó Kreese sorprendido. En ese momento, Ronin pasó de una atontada defensa a un ataque despiadado. Las estocadas eran ataques simples y deberían ser fáciles de predecir, pero eran ejecutados con una velocidad diabólica.

Por primera vez en mucho tiempo, Kreese se encontró a la defensiva en un combate. Un rápido ataque le golpeó en el estómago y otro en el pecho, dejándole sin aliento. Otro golpe alcanzó sus manos y le obligó a soltar su espada. Ronin giró rápidamente sobre sus talones y alcanzó por detrás las piernas de su oponente, haciéndole caer de rodillas.

Raymius desenvainó una espada que llevaba al cinto. No era un arma de entrenamiento, sino una de metal y bien afilada, se la lanzó a Ronin, quien la atrapó al vuelo por el mango.

- ¡Acaba con él! Y así completarás tu entrenamiento. - aseguró el profeta oscuro.

Kreese no fue capaz de hacer ni decir nada, el miedo a la muerte, le atenazaba por completo.

- ¡Subteniente Kodos! Deténgase inmediatamente. - gritó Keyna apelando a toda la autoridad de su rango. Pero el piloto no pareció escucharla. Estaba como en otro universo. Sumergido totalmente en la ira.
- ¡Mátalo! - rugió Raymius.
- ¡No lo haga! - suplicó Zeta.

Ronin alzó su espada, dispuesto a asestar el golpe letal. Se sentía como en un torbellino. Las voces de todos los asistentes se mezclaban en su cabeza, pero apenas eran un susurro, comparado con la llamada del Lado Oscuro, que le sumía en una espantosa tiniebla.
De pronto un minúsculo rayo de esperanza, hendió la oscuridad. - Ronin. - dijo Keyna suavemente

- Ronin, déjalo ya.

El piloto parpadeó y las tinieblas desaparecieron, miró a su rival, aún de rodillas que esperaba indefenso a su ejecución. Después observó su mano, que aún sujetaba la espada, como si fuera la mano de un desconocido. Tiró el arma al suelo.

- No. - dijo tranquilamente - No mataré a sangre fría a un enemigo vencido.
- Entonces tu destino está sellado. - dijo fríamente Raymius.

Unos relámpagos de la Fuerza surgieron de sus manos y envolvieron el cuerpo de Ronin provocándole un gran sufrimiento. El piloto, indefenso, cayó indefenso al suelo, mientras su mente era devorada por la siniestra oscuridad.