10/15/2021

Vigesimo cuarta entrada del Podcast: La papilla rosa y la plataforma infernal

 Hola a todos.


Me alegra anunciar que tras un largo parón, el mejor podcast del mundo mundial y parte del extranjero (es un decir), vuelve a la carga.

Vamos con más desventuras médicas. Como es costumbre, antes de empezar quiero dar las gracias a Pepita Parker, Aurora y Laura, por poner las voces en el relato de hoy. Y sin más dilación...

Versión de audio:

Versión escrita: 

- Z9R, sala 23. - anunció maquinalmente el monitor de la sala de espera del hospital.

Miré mi ticket del turno y comprobé, que efectivamente mi código era el Z9R. Así que me fijé los carteles de indicación, para saber dónde estaba ubicada la sala 23.

De la 1 a la 14 y por algún motivo la 27, estaban ubicadas en el pasillo de la izquierda. De la 15 a la 22 y de la 24 a la 26  estaban en el pasillo del centro. Finalmente de la 28 a la 34, por supuesto la 23, y quién sabe porqué la 36 estaban en el pasillo de la derecha. De la 35 no había pista alguna.

Con un encogimiento de hombros me adentré por el pasillo de la derecha. Fui pasando por delante de las puertas, justo cuando localicé la 23, esta se abrió y de ella salió una enfermera.

    -    ¿Padawan? - me preguntó.
    -    Sí, soy yo. - le respondí con jovialidad.
    -    Pasa. - me dijo invitándome con un gesto de la mano.

Me encontré en un pequeño vestidor, separado por una cortina de una sala más grande y oscura.

    -    ¿Te han hecho esta prueba antes Padawan? - me preguntó la enfermera.
    -    Pues no, pero me han contando que se trata de tragar una especie de papilla y vosotros observáis como baja por mi esófago con ayuda de rayos X o algo así.
    -    Grosso modo, pero si. - me dijo torciendo un poco el gesto. - Bien, lo primero es que me des el volante de la cita.
    -    Sí, por supuesto. - dije mientras empezaba a rebuscar entre un grueso fajo de papeles que llevaba en mi mochila. - Pero verá quería decirle, que dentro de dos horas tengo, seguramente con vosotros, otra prueba prácticamente igual a esta. Y me preguntaba si podríamos hacer las dos pruebas del tirón.
    -    ¿Cómo dices? ¿Una segunda prueba? - me preguntó con desconfianza. - Pero será de otra clase.
    -    Mmm, no. En realidad es la misma prueba de comer papilla. Lo que pasa es que en una prueba me tenéis que mirar una parte de mi tracto digestivo y en la de dentro de dos horas me tendréis que mirar otra parte. Por eso había pensado, que no tiene sentido esperar dos horas y que lo podríamos hacer todo seguido.
    -    Bueno, ahora se lo comentaré a la doctora. - dijo poco convencida. - ¿Has encontrado ya el volante?
    -     Creo que es esto. - respondí tendiéndole un papel.
    -    No, eso es la citación.
    -    Ah, pues entonces será esto.
    -    Eso son las instrucciones de la prueba.
    -    ¿Y esto?
    -    Eso es la cita de la otra prueba - me replicó empezando a mostrar impaciencia.
    -    Pueeeees… - pasé hojas a toda velocidad - A ver si ahora.
    -    Vale, este es el volante de la cita de ahora. ¿Tienes el volante de la otra cita que dices que tienes dentro de dos horas?

Examiné mi fajo de papeles con desesperación, pero tras unos momentos de frustración, tuve que darme por vencido.

- Mire, como no quiera el volante de mi coche. - le dije con tono lastimero, intentando darle pena, aunque fracasando sin remedio.

La enfermera me señaló con el dedo un perchero.

    -    Quítate la ropa, menos los gayumbos y los calcetines, y te pones esto. - me espetó mientras me daba uno de esos camisones que se atan por la espalda, dejándote medio culo al aire. - No hace falta que te lo ates.
    -    Vamos, que en lugar de dejar descubierto medio culo, voy a enseñarlo entero. Qué bien.
    -    ¿Qué has dicho?
    -    Nada, nada. Cosas mías.

Me cambié rápidamente y salí a la sala, donde la enfermera y la doctora conversaban.

    -    No. Solo tiene una prueba a las diez. - decía la doctora con firmeza.
    -    Pues el chico dice que tiene otra a las doce también con nosotras.
    -    La de las doce, será con otra gente. Además, a las  doce tenemos cita con… - consultó la lista con gesto de desaprobación. - Vaya, pues la tenemos con otro Padawan.
    -    No. - las interrumpí con sorna - Con otro Padawan no, con el mismo Padawan, dos veces.

Una médico residente se acercó y preguntó con genuina curiosidad.

    -    ¿Dos pruebas seguidas? ¿Y se puede saber qué es lo que tienes?
    -    Bueno, pues gastritis, duodenitis, esofagitis…
    -    Pues si que tienes de todo. - me interrumpió la residente.
    -    Espera que no he terminado. - le repliqué - También tengo hernia de hiato y la cirujana sospecha que tengo el anillo de Saiskukako… Satoichi, anillo de Sasusansinsosasi… no espera como se dice… el anillo de…
    -    ¿Sauron? - dijo la residente con una sonrisa pícara.
    -    ¡Ese! ¡Digoooo, no! No me líes.
    -    El anillo de Schatzki. - sentenció la doctora con el tono de voz de quien no está dispuesta a perder el tiempo.
    -    Eso, el anillo del Tchaikovsky ese.
    -    ¿Pero lo tienes o no? - me volvió a interrumpir la doctora con furia.
    -    No lo sé, la cirujana sospecha que sí, pero no lo sabe. Por eso me ha pedido estas dos pruebas de hoy y una nanomentira esotérica.
    -    Manometría esofágica. - me corrigió la residente que apenas se podía aguantar la risa.
    -    Si, esa también. Aunque todavía no tengo cita para eso.
    -    Bueno, vamos a centrarnos en las pruebas de hoy. - dijo la doctora - Ponte de pié ahí. - me dijo señalando una especie de plataforma con una plancha metálica vertical de unos dos metros de altura. Por la parte de delante había un brazo articulado que se movía por control remoto y que llevaba equipado una cámara, con la que me observarían.

La doctora y la residente se metieron dentro de una cabina llena de monitores, mientras la enfermera me ayudaba a colocarme en posición en la plataforma.

    -    Ponte de pie aquí y pega la espalda a la plancha. - me indicó la enfermera.
    -    Vale. - Dije pegándome todo lo que pude a la plancha, a pesar de que estaba helada.
    -    Pégate más. - dijo examinando mi postura. - Pon la espalda recta ¡Vamos!
    -    Ya está todo lo recta que puedo. Es que además de lo del esófago, tengo la espalda torcida, ya sabe escoliosis, cifosis y…
    -    Que sí, que vale. Quédate quieto.

 La cámara se movió por unos segundos arriba y abajo.

    -    Gira a la izquierda. - me dijo la doctora por la megafonía desde su cabina. Empecé a girarme cuando me interrumpió. - A tu otra izquierda, corazón.
    -    ¿Les he dicho ya que también soy un poco disléxico? - Dije mientras giraba hacia el otro lado.

Tras hacerme girar a derecha e izquierda, la enfermera se me acercó con un jeringa llena de una sustancia pastosa y rosada, a medio camino entre un líquido y una papilla.

    -    Te voy a poner esto en la boca, no te lo tragues hasta que te lo diga la doctora. ¿De acuerdo? -
    -    Sin problema.

Nada más terminar de poner la papilla en mi boca se escuchó un sonido fácilmente reconocible.

    -    ¿Te lo has tragado? - preguntó la enfermera sospechando la respuesta.
    -    Nooo. - mentí tratando de simular que aún tenía la boca llena.
    -    Siiii, se lo ha zampado todo. - dijo la residente que observaba mis tripas, gracias a la cámara de rayos X la cual transmitía, en riguroso directo, todo cuanto acontecía en mis interior.
    -    Lo siento, lo he hecho por puro reflejo. - me disculpé avergonzado.
    -    Bueno, vamos a volverlo a intentar. - dijo la enfermera arrimándome la jeringa de nuevo.

Tras unos segundos embarazosos, volvió a preguntar.

    -    ¿Te lo has vuelto a tragar, verdad?
    -    ¡Siii, lo ha hecho! - corearon la residente y la doctora, con tono acusador.
    -    Chizvatas. - dije con la boca medio llena. - Zolo me he trazgado un pozquito.
    -    A ver si a la tercera va la vencida. - suspiró la enfermera.

Esta vez, conseguí reprimir el instinto.

- Empieza a tragar despacio y no pares. Si te quedas sin papilla, sigue tragando saliva.

Empecé a tragar lentamente, pero en seguida me quedé sin nada.

    -    ¡Sigue tragando, aunque sea saliva! - me gritó la residente desde la cabina.

El problema es que la papilla era tan pastosa que me había dejado la boca seca, por lo que me resultó muy difícil producir saliva.

    -    Pero dadme un poco de agua o algo. - dije desesperado.
    -    ¡Más tragar y menos hablar! - me respondió la enfermera.

Tras un rato tragando saliva y papilla rosa y dando más vueltas que una peonza, pusieron la plataforma en horizontal, para ver el movimiento de mis tripas estando tumbado.

    -    Agárrate al pomo de la plataforma, para no caerte. - me aconsejó la enfermera.
    -    ¿Qué pasa, había dinero para una plataforma articulada, robótica con cámara de rayos X y tropecientos megapixeles de resolución, pero no quedó pasta para un cinturón de seguridad o una triste abrazadera?

Ella se limitó a ignorar mi pregunta. Una vez en horizontal, la doctora se acercó a mí y me dijo.

    -    Túmbate de lado como si fueras a dormir.

Me acomodé lo mejor que pude sobre la plancha metálica.

    -    ¿Duermes en esta postura? - me preguntó.
    -    Sí, ¿por?
    -    Ahora entiendo qué digas que tienes la espalda fastidiada. - se volvió a la residente - Por favor, colócale correctamente.
    -    Pon la pierna izquierda aquí. - me dijo agarrándome por la pantorrilla y tirando de ella. - Vale, ahora la otra por encima, doblada… Así no, que te vas a hacer daño.

Tras un rato de contorsionismo. Me volvieron a dar la papilla rosa y se refugiaron en la atestada cabina. Me tuvieron tragando y cambiando de postura, hasta que se dieron por satisfechas. Finalmente la enfermera regresó.

    -    Vale, vamos a poner la plataforma de nuevo en vertical. Por favor, agárrate bien al pomo y a la plancha, que yo no voy a poder sujetarte y como te me caigas encima, me espachurras.
    -    ¿Me está llamando gordo?
    -    Que conste que lo de gordo lo has dicho tú, no yo.

Logre bajar de la plataforma sin espachurrar a nadie. La doctora se acercó a despedirse.

    -    Bueno Padawan con esofagitis, gastritis, duodenitis, hernia de hiato y no se cuantas cosas más de la espalda. Ya te puedes ir.
    -    Y otitis y dermatitis. - aporté con entusiasmo.
    -    ¿Y el covid 19, no?
    -    ¡Qué dice de covid, doctora! - exclamé - ¡Si yo estoy sanísimo!

6/19/2021

Décimo entremés

 Vamos con una nueva entrega de las malvadas aventuras del Doctor SoyMalote y su secuaz Aigor. Una vez más contamos con la sin par Pepita Parker, dando vida a la diabólica jefa de Recursos Inhumanos, la Señorita Frau Blücher. Que lo disfrutéis.

VERSIÓN AUDIO:

VERSIÓN ESCRITA:

Medianoche en el castillo del Doctor SoyMalote. O más bien en la intranet del Castillo.

[Suena un tono de videollamada]

D: ¡Aigor….! ¿Aigor?
A: ¿Siiii, amo?
D: ¿Se me escucha, se me ve?
A: Le escucho bien, Maestro. Pero no le veo. ¿Tiene usted la cámara activada?
D: Por supuesto que sí, mentecato.
A: Mmmm, qué raro, veo que tiene la cámara activada amo, pero no hay imagen. Solo un rectángulo negro. No se lo tome a mal, pero… ¿no estará tapada la cámara verdad?

[Se escucha un sonido de destapar la cámara]

A: ¡Ahora le veo maestro! Se había olvidado de quitar la tapa, ¿verdad?
D: No tengo ni idea de qué hablas ganapán.
FB: Buenas noches Her Doctor.
D: Bienvenida señorita Frau Blücher.
A: Buenas noches, Ama.
FB: En primer lugar, ¿puede explicarme alguien porque tenemos esta reunión por videoconferencia en lugar de en persona?
A: Es a causa del virus Ama Frau Blücher. Me temo que se ha esparcido por todo el castillo.
FB: ¿Se refiere al coro…?
D: En absoluto. Se trata del megavirus superletal que desarrollamos en nuestro laboratorio.
A: Bueno, maestro. Si somos sinceros, muy letal, muy letal, de momento no es.
D: Aún está en desarrollo, Aigor. Además de momento cuenta con un efecto devastador.
FB: ¿De veras? ¿Y qué terrorífico efecto es ese?
A: Básicamente, diarrea. Una intensa diarrea durante 5 minutos.
FB: ¿Sólo 5 minutos? Eso es bastante decepcionante, Her Doctor.
D: Le aseguro que esos 5 minutos se hacen muy, muy, largos. En cualquier caso, no es por eso que estamos reunidos hoy. Aigor, hemos visto tus diseños de la próxima remesa de meca trajes de combate. No están mal, pero la Señorita Frau Blücher y yo hemos querido hacer unos cambios desde el programa de diseño EvilDesing y nos dice que necesitamos permisos.
A: Si, Amo. Pero verá, como usamos una versión gratuita del programa. Solo dos personas pueden tener permisos de edición. Y ahora mismo los tenemos asignados Agripina y yo, que somos los que estamos trabajando en ello.
D: Muy bien, danos permisos de edición la Señorita Frau Blücher y a mí.
A: Por supuesto maestro. Pero tenga en cuenta que Agripina y yo no podremos seguir trabajando en los diseños, hasta que nos devuelvan los permisos.
D: Entonces, ¿estás diciendo que sólo dos personas pueden tener permisos al mismo tiempo?
A: Exactamente Amo. Eso es lo que he dicho.
FB: No se le escapa a usted una, Her Doctor. Mwahahaha (risa diabólica)
A: Hay una solución, podríamos pagar la licencia del programa, en cuyo caso todos podremos tener permisos y…
D: ¿Pagar? No nos precipitemos Aigor. Que ahora mismo el presupuesto está apurado.
FB: Te enviaremos un cuervo mensajero con los cambios a realizar.
A: Como usted ordene, Ama Frau Blücher, aunque sería más cómodo y rápido si me mandara un email.
FB: Her doctor tiene razón en una cosa, Aigor. Le quitas toda la gracia a eso de ser una supervillana.

4/22/2021

Noveno entremés

 Saludos gente.

Vamos con un nuevo entremés. Una vez más contamos con la inestimable colaboración de Pepita Parker, quien ya se había estrenado en los entremeses con el personaje de la siniestra Jefa de recursos humanos, la señorita Frau Blücher, pero esta vez interpreta a un nuevo personaje. La voluntariosa e inteligente Agripina.

Pd: Esta vez no hay verión escrita, porque el chiste final pierde la gracia si no escucha y sobre todo porque he perdido el documento donde lo escribí y me da pereza volverlo a transcribir.

Pd2: Por si sois demasiado jóvenes para reconocer la canción del final, os dejo el enlace al vídeo (advertencia, puede producir nauseas y ganas de reventar cabezas, reproducirlo bajo vuestro propio riesgo)

Canción denigrante

3/20/2021

Escuadrón Delta: Episodio XII

 Vamos con un nuevo episodio del intrépido Escuadrón delta. Ya sé que han pasado varios meses desde el último, pero así tnéis una excusa para volver a escuchar los episodios anteriores y poneros al día.


Como siempre, gracias a Paula, pepita Parker y DarkCrow por su colaboración.

Versión audio:

 

Versión escrita:

Ronin realizó una serie de movimientos acompasados con su respiración. Se trataba de algo similar a una danza. El final de cada movimiento, era el comienzo del siguiente. El piloto se desplazaba con los ojos cerrados, por el tatami del solitario gimnasio del Nexu, con la soltura y la gracilidad de…

- ¡Auch! - se quejó el piloto, quien había caído al suelo tras tropezar con algo.
- ¿Se encuentra bien, señor? - preguntó Zeta, quién revoloteó a su alrededor para escanearlo en busca de heridas o lesiones.
- Sí, estoy bien. - respondió levantándose
- ¿Por qué esos idiotas no recogen sus trastos después de entrenar? Examinó el objeto que le había hecho caer. Se trataba de una espada de entrenamiento, hecha de madera.
- Espero que acabe pronto esa absurda competición de esgrima. - Sin duda. Señor, ¿me permite una pregunta?
- Por supuesto, pero por favor, deja de llamarme señor. Llámame Ronin.
- Como quiera, señor… quiero decir Ronin. Me preguntaba, ¿qué clase de danza estaba ejecutando antes?
- ¿Eh? - respondió el piloto, algo distraído. Sin darse cuenta había empuñado la espada y estaba dando estocadas al aire.
- Ah, eso. No era una danza, sino una kata, ya sabes una secuencia de movimientos establecidos.
- Entiendo. ¿Y cuál es su finalidad?
- Bueno, hay muchos tipos de katas, cada uno con su propio uso. En mi caso, se podría decir que es algo terapéutico.
- ¿Las katas pueden ser usadas como terapia? Es curioso, mi programación incluye más de 3 millones de procedimientos terapéuticos, pero no incluye estas katas.
- No es exactamente un tratamiento médico. Realizar movimientos acompasados con la respiración, sirve para calmar la mente. Lo que es bueno para rebajar el estrés. Además bien ejecutados, sirven como estiramiento e incluso cómo método de tonificación suave.
- Entiendo. ¿De dónde es originaria esta técnica?
- Varias culturas sus propias katas. Pero esta en concreto, es de creación propia. La desarrollé mezclando una kata mandaloriana que me enseñó mi madre y una alderaniana en la que me adiestró mi padre.
- He analizado los patrones de movimiento, que ha estado ejecutando y estoy de acuerdo en que le resultarán beneficiosos.
- Gracias. Ronin siguió ejecutando movimientos con la espada. Hacía tiempo que no practicaba la esgrima, pero en seguida notó que le volvían las lecciones que había recibido.
- Su técnica es demasiado simple y carece de fuerza. - dijo una voz profunda y despiadada.

Se trataba del Maestro Kreese. Era quien estaba entrenando al equipo de esgrima del Nexu, para el próximo campeonato, contra el equipo del ejercito de tierra imperial. Había entrado en silencio en el gimnasio y le miraba desafiante. El devoraniano, con sus dos metros de estatura y su musculosa envergadura resultaba una presencia aterradora. Tras él, llegaban varios de los oficiales del Nexu. Seguramente venían a entrenar. Ronin pudo ver a Keyna entre ellos.

- Le falta agresividad. Y esas estocadas suyas, son las más básicas . - continuó implacable el devoraniano.
- En un combate real, sería derrotado con facilidad. - Ronin aún dudaba si contestar a las evidentes provocaciones del profesor de esgrima, cuando una voz desagradablemente familiar lo hizo por él.
- Discrepo. Creo que mi alumno puede derrotar a cualquiera de los suyos.
- dijo Raymius desafiante.
- ¿De veras? - replicó Kreese, dispuesto a no dejarse intimidar. Miró a su alrededor, preguntándose cuál de los presentes sería el más indicado para enfrentarse al desafío del Profeta Oscuro. Pero Raymius se le adelantó.
- Es más. Creo que mi alumno puede derrotarle a usted. - dijo sonriendo siniestramente.
- ¿Qué? ¿Está de broma? Eso es imposible. Con esta rata womp no tengo ni para empezar.
- Entonces no hay razón para rechazar el duelo. - siguió azuzando Raymius.
- ¿Duelo? ¿Quién ha dicho nada de un duelo? - dijo Ronin, a la desesperada, tratando de evitar lo inevitable.
- Cuando acabe con él, no quedarán ni los despojos. - rugió Kreese, mientras cogía una espada de entrenamiento.
- Tendrá que buscarse un nuevo alumno. Ronin miró a su alrededor, en busca de una salida. Pero los oficiales habían formado un corro a su alrededor. Suspiró resignado. Keyna se acercó a él.
- Me parece que tu amigo Raymius te la ha vuelto a jugar. -
- Desde luego.
- Podrás vencerle, ¿no?
- Hace mucho que no practico con la espada y…
- Nada de excusas subteniente. Ve ahí y patéale el culo a ese slimo.
- ¡Esa lengua!
- Déjate de ñoñerías y barre el suelo con él.
- ¿Algún último consejo, jefa?
- Usa la Fuerza. - y después añadió con una sonrisa - Me refiero a la de la espada. No es momento de chorradas sobre poderes cósmicos.

Ronin se limitó a sonreír, después se volvió hacia Zeta. - Quédate con la teniente Keyna.

- Tenga cuidado. - dijo el androide antes de alejarse.

Los contendientes se pusieron frente a frente, poniéndose de perfil, para ofrecer el menor blanco posible. Ambos lanzaron un par de estocadas rápidas, solo para poner a prueba al contrario.

El Maestro Kreese era sorprendentemente rápido para alguien de su envergadura. Sus dos metros de altura, sus 110 kilos de músculo y el aspecto diabólico propio de se raza, le daban una presencia aterradora.

Una de las principales normas del rancor furioso, la escuela de esgrima que dirigía con puño de hierro, era que la mejor defensa es atacar con todo. Así que a Ronin no le pilló por sorpresa que se lanzara inmediatamente a la ofensiva.

Kreese lanzó una serie de rápidas y potentes estocadas con el objetivo de desequilibrar a Ronin. Este trató de esquivarlas como mejor pudo con un envidiable juego de pies, que le permitía mantenerse fuera de su alcance. Los dos contendientes ser movían por todo el tatami, con Kreese siempre a la ofensiva y Ronin, tratando de defenderse, sin encontrar un respiro para contraatacar.

La estrategia del piloto era esperar a que se agotasen las fuerzas de su oponente. Razonó que un ataque tan agresivo y potente, agotaría pronto a Kreese. Pero el devoraniano parecía tener una resistencia excepcional y no daba muestras siquiera de empezar a sudar. Por si fuera poco, la voz de Raymius se abrió paso en su mente.

- Confío en ti alumno, es decir, confío en que sepas lo que te espera si fracasas. - El recuerdo de los relámpagos de la Fuerza que usaba Raymius para castigarle durante los entrenamientos, le distrajo.
- ¡Cuidado! - gritó Keyna.

Pero era demasiado tarde. Kreese conectó un potente golpe sobre su hombro derecho. La espada de Ronin cayó al suelo, y el piloto solo pudo saltar rápidamente hacia atrás, para esquivar otro golpe, que hubiera ido directamente a su cabeza, de no haberse apartado a tiempo.

No parecía que el devoraniano le fuera a dejar recuperar su espada, ya que siguió atacando sin piedad. De todas formas Ronin casi no podía mover el brazo. Siguió retrocediendo en círculos.

- Usa tu odio, alumno. Utilízalo para vencer. - volvió a abrirse paso la voz de Raymius en su cabeza. - ¡Usa el Lado Oscuro!

Kreese recordó lo que había pasado en el último entrenamiento. Algo que Keyna le había dicho.

- ¿Es este tu famoso estilo alderaniano de lucha? ¡Ese planeta es patético, lleno de pacifistas pusilánimes!
- No te dejes provocar. - dijo Keyna - No entres en su juego.
- Y los mandalorianos son simples matones, que solo son valientes cuando llevan sus armaduras de beskar. - Siguió el devoraniano, quien obviamente se había informado bien acerca del historial de Ronin.

Una rápida estocada frontal, casi impactó en la cabeza de Ronin, quien apenas podía esquivar las acometidas del devoraniano. La voz de Raymius taladraba su cerebro, ahondando en su miedo. Las pullas de Kreese, empezaron a hacerle mella, y cuando vio a algunos oficiales como Brenson riéndose y cruzando apuestas sobre el combate, algo se rompió por fin en su mente.

De pronto estiró el brazo izquierdo e invocó a la Fuerza. Su espada que estaba tirada en el suelo, salió volando hasta su mano.

- ¡Qué demonios! - exclamó Kreese sorprendido. En ese momento, Ronin pasó de una atontada defensa a un ataque despiadado. Las estocadas eran ataques simples y deberían ser fáciles de predecir, pero eran ejecutados con una velocidad diabólica.

Por primera vez en mucho tiempo, Kreese se encontró a la defensiva en un combate. Un rápido ataque le golpeó en el estómago y otro en el pecho, dejándole sin aliento. Otro golpe alcanzó sus manos y le obligó a soltar su espada. Ronin giró rápidamente sobre sus talones y alcanzó por detrás las piernas de su oponente, haciéndole caer de rodillas.

Raymius desenvainó una espada que llevaba al cinto. No era un arma de entrenamiento, sino una de metal y bien afilada, se la lanzó a Ronin, quien la atrapó al vuelo por el mango.

- ¡Acaba con él! Y así completarás tu entrenamiento. - aseguró el profeta oscuro.

Kreese no fue capaz de hacer ni decir nada, el miedo a la muerte, le atenazaba por completo.

- ¡Subteniente Kodos! Deténgase inmediatamente. - gritó Keyna apelando a toda la autoridad de su rango. Pero el piloto no pareció escucharla. Estaba como en otro universo. Sumergido totalmente en la ira.
- ¡Mátalo! - rugió Raymius.
- ¡No lo haga! - suplicó Zeta.

Ronin alzó su espada, dispuesto a asestar el golpe letal. Se sentía como en un torbellino. Las voces de todos los asistentes se mezclaban en su cabeza, pero apenas eran un susurro, comparado con la llamada del Lado Oscuro, que le sumía en una espantosa tiniebla.
De pronto un minúsculo rayo de esperanza, hendió la oscuridad. - Ronin. - dijo Keyna suavemente

- Ronin, déjalo ya.

El piloto parpadeó y las tinieblas desaparecieron, miró a su rival, aún de rodillas que esperaba indefenso a su ejecución. Después observó su mano, que aún sujetaba la espada, como si fuera la mano de un desconocido. Tiró el arma al suelo.

- No. - dijo tranquilamente - No mataré a sangre fría a un enemigo vencido.
- Entonces tu destino está sellado. - dijo fríamente Raymius.

Unos relámpagos de la Fuerza surgieron de sus manos y envolvieron el cuerpo de Ronin provocándole un gran sufrimiento. El piloto, indefenso, cayó indefenso al suelo, mientras su mente era devorada por la siniestra oscuridad.

2/28/2021

Tomas falsas "edición palabras malsonantes"

 Aunque esté feo, a veces hay que meter palabras mal sonantes en una historia, y la mejor forma de hacerlo es ponerlas en un idioma incomprensible. Así lo único que hace sospechar que se trata de un taco o insulto, es el tono de voz y el contexto de la conversación. Pero claro, cuando utilizas palabras inventadas en un idioma ficticio, surge el problema de como hay que pronunciarlo correctamente.

De ahí ha salido esta edición de tomas falsas. ¡Que la disfrutéis!


2/07/2021

Vigesimo tercera entrada del Podcast: Boca arriba o boca abajo

 Vamos con un relatillo cortito y ligerito, que trata sobre un tema muy simple e intrascendente como hacer la cama... o a lo mejor trata de otra cosa...

 

Agradecimientos especiales a DarkCrow y Alvaro.

 Dedicado a mi padre. Un besote.

Versión audio:


Versión escrita:

BOCA ARRIBA O BOCA ABAJO 

- Oye. 

- ¿Sí, cariño? 

- ¿Porqué haces la cama al revés? 

- No te entiendo, la cama está del derecho. 

- Me refiero a la sábana, la estás poniendo al revés. 

- No, se pone así, con el dobladillo en la parte de arriba, donde va la almohada. 

- Me refiero, a que la pones boca abajo. 

- ¿Cómo? 

- Los dibujos de la sábana están boca abajo, así apenas se ven. 

Observé la cama. La sábana tenía dibujos de una famosa saga galáctica. 

- No importa. - respondí- La sábana no se ve porque la tapa la colcha. Solo se verá el dobladillo, que va por encima y al darse la vuelta se verán bien los dibujos. 

- Pero aunque no se vean, seguirán estando boca abajo. 

- Pero nadie lo sabrá. 

- Yo, lo sabré. Y tú también. 

Por supuesto, tenía razón. ¿Pero qué más daba? Sólo era una sábana, ¿no? 

- Te digo que no tiene importancia. - respondí, porque estaba deseando acabar para sentarme en el sofá. 

- ¿Por qué no? Si lo dejas así, estará mal. 

- Pero si alguien lo ve, pensará que está bien. 

- ¿Y eso es lo que importa? 

- ¿El qué? 

- Lo que piensen los demás. ¿Eso es lo que realmente importa? 

- No, por supuesto que no. 

- Porque la abuela siempre dice, que lo importante no es la opinión de los demás, que lo importante es lo que piensa uno mismo. - continuó bombardeando. 

- Y tiene toda la razón. - respondí tras pensarlo un segundo - Pero solo es una sábana. No es importante. Además, si pongo los dibujos hacia arriba, los del dobladillo estarán boca abajo. Y no quieres eso, porque se verán mal. ¿Verdad? 

Me miró, con expresión meditabunda y finalmente se encogió de hombros, sin saber qué responder. 

- Anda vete a jugar. - le dije.

1/06/2021

Vigesimo segunda entrada del Podcast: Oni

 Por petición popular volvemos con los relatos de terror, nada como una vieja casa abandonada y un grupo de incautos exploradores para animar la velada.
 

Si alguna vez os preguntasteis porquelas victimas de las pelis de terror no usan sus móviles, tal vez hoy encontréis la respuesta.

 

Versión de Audio:

 

Versión escrita:


Ya no nos comunicábamos con videollamadas, cómo los anticuados milennials, ni con mensajes de texto, sino con comunicaciones de voz. Mi abuelo me decía que habíamos redescubierto el walkie talkie (lo que quiera que sea eso).

Tampoco nos llamábamos por nuestros nombres, cada verano inventábamos nuevos motes y los usábamos hasta el estío siguiente. En aquella ocasión, elegimos nombres de animales en japonés. Como hubiera dicho mi madre, nos creíamos guays. Aunque tampoco sé muy bien lo que significa esa palabra.

La noche que todo se fue al cuerno, yo no había salido. Un mal paso, había dado con mis huesos en el suelo de la pista de baile. Un tobillo dislocado, una muñeca torcida y la dignidad totalmente perdida, fueron el saldo de una noche desastrosa.

El tedio, amenazaba con cerrar mis párpados, cuando una comunicación de voz llegó a mi comunicador.

Comunicación de Neko:

    -    ¡Hoooola, Kitsune soy tu conciencia! - me saludó la melodiosa voz de Neko. - ¿Qué tal lo llevas figura?
Comunicación de Kitsune
    -    Esto es una ful de Estambul - resoplé - ¡Me abuuuuurro!
Comunicación de Neko:
    -    Cómo te gustan las expresiones antiguas.
Comunicación de Kitsune:
    -    Le dijo la sartén al cazo. ¿No fuiste tú quien se pasó un verano entero diciendo la cagaste Burt Lancaster?
Comunicación de Neko:
    -    Efectiviwonder. Pero olvídate de eso, porque estás a punto de alucinar pepinillos. ¿Recuerdas el cañón en forma de media luna tras el río? Pues flipa, resulta que al final hay una casa abandonada. Vamos a entrar, ya te iré contando.
Comunicación de Kitsune:
    -    ¿Pero quienes estáis ahí? ¿No podéis esperar a que me ponga bien?
Comunicación de Neko:
    -    Estoy con Kame y con Inu.
Comunicación de Kame:
    -    Qué paaaasa. - me dijo con su habitual somnolencia. - ¿Sigues en posición   horizontal? Qué envidia. Esta panda de tolais me han arrastrado a sus movidas.

Comunicación de Inu:
    -    ¡Eeeey, Kitsune! ¿Qué tal andamios? ¡Qué pena que no estés aquí! - me dijo lealmente - ¡Este sitio es guay del Paraguay.
Comunicación de Kitsune:
    -    ¡Ya te digo, Rodrigo! - contesté con envidia- Idme contando cosillas, que aquí me amuermo.

Pasó un rato antes de que llegara la siguiente comunicación.

Comunicación de Inu:
    -    Al loro que es de oro, esta casa es enorme. Tienen un pedazo de salón que ya me gustaría tener a mí. Lo más increíble es que tienen una mesa enorme y está dispuesta para comer, es decir, están los platos, los cubiertos, los vasos… Es cómo si los habitantes hubieran tenido que salir a toda prisa de aquí.
Comunicación de Kitsune:
    -    ¿De qué vas, bitter kas? - respondí con sorna. - ¿Te estás quedando conmigo?
Comunicación de Inu:
    -    Ni de blas. Es super raro, los platos y los cubiertos se usaron, pero no hay restos de alimentos. Y menos mal, porque sino estarían todos podridos.
    -    Oye. - se escuchó decir a Kame. - ¿Has visto a Neko? Hace un momento estaba aquí.

Pasó un rato sin noticias. Les envié una Comunicación.

Comunicación de Kitsune:

    -    ¿Oye? ¿Seguís ahí? ¿Habéis encontrado a Neko?
Comunicación de Neko:
    -    Estoy bien Kitsune. Estaba explorando la cocina, los que se han perdido son esta gente, que ya no están en el salón y no les encuentro. ¡Ey peña! ¿Ande os habéis metío?
Comunicación de Kame:
    -    Estoy en la cocina. ¿Cómo has vuelto al salón sin que nos hayamos cruzado?
Comunicación de Inu:
    -    ¿De qué vas, Neko? Yo sigo en el salón y no te veo. - dijo Inu con un ligero toque de temor en la voz. - Si me estáis troleando, que sepáis que no tiene gracia.
Comunicación de Neko:
    -    Que no estoy de coña. Estoy junto a la mesa, agitando mi linterna. - respondió Neko con creciente inquietud.
Comunicación de Inu:
    -    Ni hablar del peluquín. Yo sí que estoy junto a la mesa y aquí no hay nadie.
Comunicación de Kame:
    -    ¡Dejaos de coñas! Acabo de volver al salón y no estáis ninguno de los dos. - durante unos momentos solo se escucharon unos pasos. Kame se había olvidado de que aún estaba pulsando el botón de enviar audio. - ¿Qué narices ha pasado con los platos y toda la movida? Antes la mesa estaba puesta, y ahora no hay nada aquí. ¡Si esto es una broma que sepáis que…” - la comunicación se cortó abruptamente.

A esas alturas, yo me había convencido que me estaban tomando el pelo y estaba a punto de mandarlos a hacer puñetas, cuando de repente, apareció mensaje en el comunicador.

“Oni se ha unido al grupo”.

<<¿Quién narices es Oni?>> pensé. Mientras en el comunicador aparecía el mensaje “Oni está grabando audio”.

Comunicación de Oni:
    -    ¿No os han dicho nunca que entrar en una casa sin ser invitados, es de mala educación? Ah, como hecho de menos a mi amigo Alucard, podéis decir lo que queréis de él, pero jamás entró en una casa sin ser invitado.
Comunicación de Kitsune:
    -    ¿A quién habéis añadido al grupo? Oye, dejaos de tomarme el pelo, que esto no tiene gracia.
Comunicación de Kame:
    -    ¡Inu! ¡Neko! ¿Me oís? ¿Dónde narices estáis?
Comunicación de Inu:
    -    ¿Hola? ¿Hay… hay alguien ahí?
Comunicación de Neko:
    -    ¡Dejaos de tonterías! ¿Dónde está todo el mundo?
Comunicación de Oni:
- De verdad que sois maleducados, dando gritos por mi casa.

Decidí que ya tenía suficiente, me metí en la administración del grupo y eché al tal Oni.

Oni ha abandonado el grupo…. Oni se ha unido al grupo. Ahora Oni es administrador del grupo. Kame ya no es administrador del grupo, Inu ya no es administrador del grupo. Neko ya no es administrador del grupo. Kitsune, ya no eres administrador del grupo.


Aquello era imposible. Pulsé el botón de enviar.

Comunicación de Kitsune:

    -    ¿Qué está pasando?
Comunicación de Oni:
    -    Si vosotros bailáis con mi pareja de baile, tened por seguro que yo bailaré con la vuestra.
Comunicación de Kitsune:
    -    ¿Qué significa eso?
Comunicación de Oni:
- Que ya que os habéis colado en mi casa, yo me cuelo en vuestro chat.

Rápidamente intenté crear un nuevo grupo de conversación, solo con Inu. Neko y Kame, pero cada vez que lo creaba, se borraba inmediatamente.

Comunicación de Oni:
- Ah, ah, aaaah. Primero os coláis sin invitación, y ahora ¿queréis hacerme el vacío? Yo creo que noooooo.
Comunicación de Kitsune:
- ¡Kame, Neko, Inu! ¡Salid de esa casa maldita, ya!
Comunicación de Kame:
- ¿Dónde está la salida? Juraría que había entrado por aquí.
Comunicación de Inu:
- ¡Socorro! ¿Alguien me oye?
Comunicación de Neko:
    -    He tratado de llamar a emergencias. Pero no hay manera, solo puedo comunicarme con este grupo. ¡Todo lo demás de mi comunicador no funciona!

Yo también traté de llamar a emergencias, pero mi comunicador se negaba a funcionar correctamente. Inútil pedir auxilio a gritos. No había nadie más en mi casa, ni vecinos cerca. Traté de caminar pero mi tobillo se negó a sostenerme y caí al suelo. Solo quedaba una solución.

Comunicación de Kitsune:
    -    ¡Oni! Oni escúchame, por favor. Sentimos mucho habernos colado en tu casa. No era nuestra intención molestarte. Por favor libera a mis amigos.
Comunicación de Oni:
    -    No me gustan los intrusos.
Comunicación de Neko:
- ¡Por favor Oni! Pensábamos que la casa estaba abandonada.
Comunicación de Kame:
    -    ¡Perdón! ¡Piedad, perdónanos!
Comunicación de Inu:
    -    ¡Da la cara Oni! ¡Tú y yo! ¡Mano a mano! ¡Te voy a dar la del pulpo! - a pesar del desafío se percibía una nota de temor en su voz.
Comunicación de Neko:
    -    ¡No! ¡Inu, no lo hagas! Oni, no le hagas caso, no queremos desafiarte.
Comunicación de Kame:
    -    ¡Auxilio! ¡Quiero salir de aquí!

Pasaron unos momentos angustiosos en los que nadie se comunicó. Ya me temía lo peor cuando…

Comunicación de Kame:
    -    ¡Kitsune! ¡Estamos todos aquí! De repente Inu y Neko han aparecido de repente a mi lado. Pero seguimos sin saber como salir de aquí. Espera… ¿Eso de ahí es la puerta de salida?

De pronto la voz de Oni se escuchó lejana y siniestra.

    -    Os daré una oportunidad. Podréis salir de aquí, pero no todos. Los dos primeros en llegar a la puerta más cercana, serán libres. Quien se quede atrás, permanecerá aquí, conmigo, para siempre. - se rió con una carcajada maliciosa.
    -    ¡No! - Dijo, Neko aterrado - No puedes…
    -    Puedo y lo haré. - le cortó Oni con brusquedad. Pero inmediatamente adoptó un tono meloso. - Claro que si preferís quedaros todos aquí. Tengo espacio de sobra.
    -     Marchaos vosotros. - dijo Inu - Yo me quedaré. Al fin y al cabo, fue idea mía entrar en esta maldita casa.
    -    Pero… - dijeron al unísono Kame y Neko.
    -    ¡Marchaos! - repitió con firmeza Inu.

La comunicación se interrumpió. Me quedé paralizado, tendido en el suelo, mirando con horror mi comunicador. Tras una eternidad algo empezó a pasar.

Inu ha abandonado el grupo… Kitsune, has abandonado el grupo.

Entonces las paredes de mi cuarto empezaron a disolverse en una neblina, por un tiempo pareció que estaba flotando en una nube. Cuando las brumas se disiparon, ya no estaba en mi cuarto. Me encontraba en un inmenso salón, con una gran mesa. Los cubiertos y los platos estaban dispuestos como para un banquete, pero no había comida en ellos. Sentados a la mesa había muchas personas, todas silenciosas y translúcidas. Estaban apiñados, unos junto a otros. En una de las esquinas, pude distinguir a Inu, él no pareció verme.

Una figura oscura y pavorosa se acercó a mí. Cuando me habló, reconocí enseguida la familiar voz de Oni.

    -    Te doy la bienvenida a mi morada. Deja aquí toda esperanza.
    -    ¿Por qué estoy aquí? — pregunté desesperado. - Tú dijiste que dos se salvarían y uno se quedaría. Inu se sacrificó por todos.
    -    No. - replicó con suavidad - Yo dije que solo dos se salvarían, pero vosotros siempre habéis sido un grupo de cuatro. Ven siéntate junto a mí.

Y desde entonces aquí estoy, sentado a la mesa de un banquete sin comida, eternamente hambriento.