11/30/2019

Escuadrón Delta: Episodio VI

Vamos con una nueva entrega del Escuadrón Delta, donde pasan un montón de cosas y empezamos a resolver incógnitas. 

Versión de audio:

Versión Escrita:

- No será sencillo. Pero puedo hacerlo. – dijo Ayla – El holocomunicador cifrado que instalé en el caza de Ronin, tiene al menos cinco capas de seguridad. Cifrado de extremo a extremo, codificación inteligente con un algoritmo variable que...
- Pero si yo.... – trató de decir Keyna.
- Sí, ya sé. – La interrumpió Ayla. – Quieres enterarte de las conversaciones, que tiene Kodos con quien sea que le está dando órdenes a través del holocomunicador. Para eso habrá que romper la seguridad de ese chisme. Afortunadamente sé bastante de desencriptación. Puedo usar una matriz de aprendizaje automático, combinada con un descifrador cyberdyne modelo T-101.
- De verdad, yo creo que...
- No te preocupes, tengo uno que saque de.... Bueno, eso no importa, el caso es que lo tengo. - Ayla, en serio que no es necesario.
- Será bastante laborioso y largo, porque el número de combinaciones de códigos a comprobar es de diez a la potencia de 50 y luego...
- Ayla.
- Bueno, no quiero aburrirte poniéndome técnica, pero yo creo que, en un par de semanas, tres como mucho, lo tendríamos listo y entonces...
- ¡Ayla!
- ¿Qué? – se interrumpió la mecánica sorprendida.
- Mira tú eres la experta, pero el holocomunicador va a estar siempre en la cabina del caza,
¿verdad?
- Sí, por supuesto. Está incrustado en el tablero de mandos, no se lo van a llevar por ahí.
- ¿Entonces por qué no nos limitamos a poner un micrófono oculto dentro de la cabina y así
escuchamos toda la conversación?
Ayla la miró boquiabierta un segundo.
- Le quitas toda la gracia al asunto.
- ¿Cuánto tardarás en instalar el micro?
- Unos diez minutos, pero no voy a hacerlo.
- Pero...
- Porque voy a instalar una holocámara, así además de audio, tendremos imagen, si lo hago bien, podremos ver con quien habla Kodos y ponerle cara al fin.
- Excelente. Oye, ¿seguro que no se notará? Como nos descubran...
- Por favor, soy una profesional. Además, las nuevas cámaras son diminutas y tienen una resolución excelente. Lo difícil será ocultar la señal, porque imagino que querrás que te retransmita en directo, cada vez que Kodos reciba una llamada. Así que habrá que poner otro comunicador que envíe la señal de la cámara a tu nave.
- Sí, eso sería genial. ¿Estás segura de que podrás hacerlo?
- Desde luego, en el próximo turno de reparaciones tengo prevista una revisión de rutina de su caza, así que aprovecharé para instalarlo todo.
- Perfecto. Por fin nos enteraremos de que va todo esto.
- Sigo insistiendo en que deberíamos decirle a Kodos lo que vamos a hacer. Se sentirá mejor si él sabe que tú estás al tanto de todo.
- No, ya lo hemos hablado. A Ronin se le nota enseguida cuando miente. Si le contamos que hemos puesto una cámara en su cabina, la próxima vez que hable con su contacto misterioso, se pondrá nervioso y meterá la pata. Es mejor que no sepa nada.
A pesar de lo que acababa de decir era cierto, Keyna no había sido del todo sincera. La verdad era, que aún no confiaba en Ronin, y no lo haría hasta que estuviera totalmente segura de que papel jugaba en todo esto. ¿por qué le habían elegido precisamente a él? No, no podía confiar en Ronin, pero no podía contárselo a Ayla, ya que era muy amiga del piloto.
- Al menos podrías levantarle el castigo y dejar de ordenarle que limpie las letrinas. ¿No te parece?
- Cualquier cambio en su rutina, podría levantar sospechas y...
- Keyna. – dijo la mecánica en tono firme.
- Está bien, le levantaré el castigo.
Las dos semanas siguientes, fueron desesperantes. El escuadrón Delta realizó misiones rutinarias y Ronin no recibió ninguna llamada, por lo que el piloto siguió las órdenes de Keyna al pie de la letra. Al menos eso le dio la excusa adecuada para levantarle el castigo. Ronin por fin dejó de limpiar los servicios. Fue a la tercera semana cuando por fin llegó una misión importante.
Se trataba de hacerse con el control de una plataforma espacial. Según la inteligencia Imperial, en dicha plataforma se reabastecían y reparaban naves pertenecientes a un grupo de piratas espaciales, que habían estado asaltando convoyes de naves mercantes. Las cuales navegaban por el sistema estelar Uridia, en el sector Yucrales.
La plataforma estaba protegida por grupos de cazas y minas espaciales. Los escuadrones Alpha, Beta y Gamma se encargarían de los cazas de escolta. El escuadrón Épsilon de bombarderos, utilizarían torpedos de iones para anular los escudos protectores y deshabilitar la plataforma sin dañarla, ya que el objetivo era capturarla razonablemente intacta. El escuadrón Ómicron de reconocimiento se encargaría de destruir las minas espaciales, para lo que usaría los cazas V-19, ya que estas naves contaban con escudos de energía que les permitirían resistir más impactos, a diferencia de los tie, más maniobrables, pero mucho más endebles. El escuadrón Delta, como era costumbre, se limitaría a patrullar el perímetro. Pero Keyna tenía el presentimiento de que Ronin recibiría órdenes especiales. Su presentimiento pareció confirmarse, cuando Ayla le contó que había recibido órdenes de equipar la nave de Ronin con cuatro torpedos de iones.
El destructor Nexu emergió del hiperespacio a 15 clicks de la estación orbital.
– ordenó el comandante Cross. – Mostremos a
- Adelante Alfa, formación en cuña. – gruñó el teniente Brenson por el comunicador. – No rompáis la formación hasta que dé la orden. Y lo digo por ti Alpha 5.
- Sí, señor.
Los tres escuadrones aceleraron hasta velocidad de ataque, formando tres letales cuñas.
- Escuadrón Ómicron, adelante. – Ordenó el comandante Cross. – Despejen el campo de minas.
Los tres cazas V-19 del escuadrón, liderados por el teniente Logan salieron del hangar a máxima velocidad.
- Toda la potencia a las pantallas de energía frontales. – dijo Logan con tono de preocupación. – No nos confiemos, los escudos aguantaran unos cuantos impactos, pero hay muchas minas.
La voz del comandante Cross volvió a sonar por los comunicadores.
- Escuadrones Épsilon y Delta. Sitúense en posición.
Keyna se llevó a su grupo y lo desplegó por el perímetro.
- Formen en parejas. – ordenó la líder Delta - Destruyan cualquier caza que trate de entrar o
salir del perímetro. Delta 2, conmigo.
Mientras, Teller el líder Épsilon, puso rumbo junto a su escuadrón de bombarderos en dirección a la plataforma.
- Preparad los torpedos de iones. Concentraremos el fuego en la sección superior. Ahí es donde están los generadores de escudos. Si lo hacemos bien, solo deberíamos necesitar dos pasadas.
Desde su caza, Ronin observaba la batalla. Un cosquilleo le recorrió la columna vertebral y un segundo después sonó el tono de llamada que le avisaba, de que recibía una llamada por el holocomunicador cifrado. El holograma de una figura conocida y temida se desplegó sobre su tablero de mandos.
- Cadete Kodos.

- ¡Escuadrones alfa, beta y gamma, despeguen!

esos desarrapados el poderío del Imperio.
- Señor Raymius. – respondió Ronin con tono tenso. – Esperaba su llamada.
-Señor Raymius – repitió Keyna para sí, en su cabina. Ya tenía un nombre, la holocámara que había instalado Ayla, estaba retransmitiendo a su nave en tiempo real. La líder delta se inclinó sobre la imagen para verla mejor. El tal Raymius era un humano de unos cuarenta años, llevaba un uniforme de oficial de la flota imperial, pero lucía una espesa barba, lo que estaba prohibido según el reglamento. Además, no lucía ninguna insignia que indicara su rango.
Sus rasgos faciales eran duros y angulados. Una extraña cicatriz le cruzaba el rostro y su expresión era gélida como el hielo.
- Veo que ya se ha iniciado el ataque a la estación orbital. – continuó Raymius. – Dentro de poco esos piratas, se darán cuenta de que sus defensas no son suficientes para imponerse al poderío de la Armada Imperial. Cuando eso ocurra, un grupo de naves tratará de huir a través del campo de minas. En una de esas naves hay muchas posibilidades de que vaya un oficial imperial.
- ¿Lo han cogido prisionero?
- Localice la nave donde va ese oficial. Utilice los torpedos de iones que le han instalado para deshabilitarla. Cuando lo haya conseguido, un transporte de tropas abordará la nave para capturar a ese traidor.
- ¿Traidor? Oiga, explíqueme qué está pasando aquí.
- Vigile ese tono, cadete. - replicó Raymius con dureza.
- Lo siento señor. Con el debido respeto señor, necesito saber que ocurre. Me lleva a oscuras desde el principio. No hago más que escanear naves por encargo suyo y de repente tengo que capturar un traidor. Por favor.
Raymius meditó unos instantes.
- Vamooos. – susurró Keyna en su cabina. – Desembucha de una vez.
- Pertenezco a un grupo especial. Estamos seguros de que un grupo de altos mandos de la flota está traficando con bienes del Imperio en el mercado negro. Vendiendo suministros, armas y tecnología a piratas, comerciantes e incluso a el grupo terrorista conocido como la rebelión. Nuestra misión es desmantelar esta red de traidores al Imperio y capturar a todos los implicados.
- Entonces, todas esas naves que he estado escaneando...
- Sospechábamos que transportaban parte de esos suministros que han estado desapareciendo de nuestros almacenes. Sus escaneos confirmaron nuestras sospechas.
- Ya veo. ¿Es usted un agente de asuntos internos de la OSI? Quiero decir, la Oficina de Seguridad Imperial.
- ¿La OSI? – dijo con tono despectivo. -No me haga reír, esos inútiles no encontrarían un cargamento de contrabando ni aunque lo tuvieran delante de las narices. Y mucho menos descubrir a un traidor.
- Entonces ¿a qué grupo pertenece?
- Esa no es una conversación para tenerla por holocomunicador. Ya hablaremos en persona.
- Maldita sea. – susurró Keyna a pesar de que ellos no podían escucharla.
- ¿Va usted a venir aquí? – se asombró Ronin.
- Concéntrese, cadete Kodos. Ahora debe centrarse en encontrar al traidor y deshabilitar su nave, sin destruirla. Para eso le hemos instalado el cañón de iones. Queremos a esa escoria con vida.
- Señor. ¿Cómo voy a localizar la nave en la que viaja el oficial, quiero decir, el traidor?
- Confie en... en su instinto. – se limitó a responder Raymius, justo antes de cortar la comunicación, sin siquiera despedirse.
- Bantha poodoo. – masculló Keyna. - ¿Una reunión en persona? A ver como demonios me cuelo yo ahí.
Mientras Ronin y Keyna se devanaban los sesos, la batalla seguía su curso. Los bombarderos avanzaban lentamente. Su escasa velocidad los hacía tremendamente vulnerables a los cazas, pero los escuadrones alfa, beta y gamma estaban dando demasiado trabajo a las naves de los defensores.
El líder Alfa, lideraba la ofensiva. Los piratas eran pilotos mediocres en el mejor de los casos, pero contaban con una abrumadora superioridad numérica.
- Alfa 6, llevas un enemigo en cola. Ejecuta un giro cerrado a la derecha en 3, 2, 1. ¡Ahora!
El caza tie giró bruscamente, Brenson apareció en su interceptor de la nada e hizo pedazos la nave enemiga. Pero ni tuvo tiempo de celebrarlo, un disparo pasó rozando el casco de tie interceptor. La ráfaga de energía no provenía de ningún caza enemigo. En seguida Brenson se dio cuenta de que habían entrado en el campo de minas.
- ¡Logan! ¿Por qué no os habéis encargado aún de esas minas?
- Estamos en ello. – respondió con enfado el líder Ómicron – Pero hay demasiadas. No sé cuánto van a aguantar nuestros escudos. – Logan recibió un impacto.
- Escudos al 30%. – Anunció su computador de vuelo. - Karabast. – blasfemó Logan.
Habían destruido casi la mitad de las minas, pero el teniente tenía razón, eran demasiadas y el escuadrón Ómicron solo contaba con tres cazas. Keyna tomó una decisión.
- Aguantad, vamos para allá. Escuadrón Delta, vamos a...
– la detuvo el comandante Cross. – Utilice solo con la mitad de su grupo. Los
Keyna estuvo a punto de replicar, pero se lo pensó mejor. El comandante tenía razón, por muy inútil que pudiera parecer, patrullar el perímetro tenía su importancia. Si llegaban refuerzos enemigos, pillarían a los imperiales en desventaja.
- Sí, señor. – Keyna decidió mandar al campo de minas a los tres cazas V-19 de que disponía y a ella misma, a pesar de que su caza tie no tenía escudos. Jamás enviaría a sus pilotos a una misión a la que ella misma no iría. – Deltas 4, 5 y 6. Vengan conmigo. Los demás, despliéguense por el perímetro y no se despisten.
- Recibido. – respondió Ronin, sin poder evitar un cierto temblor en la voz.

- Líder Delta

demás mantendrán su posición.
Los cuatro cazas aceleraron hacia el campo de minas, las cuales detectaron su intrusión. El espacio se llenó de disparos laser. Keyna volaba con maestría, esquivando ráfagas letales y destruyendo minas con precisión quirúrgica. Ronin tampoco se desempeñaba mal, pero su mente estaba dividida entre esquivar disparos y la tarea que le aguardaba. Un impacto hizo temblar sus defensas.
- Escudos al 73%. – anunció su computador de vuelo. - Genial. ¿Cómo demonios me las voy a apañar?
Los bombarderos por fin se pusieron a distancia de tiro de la plataforma. Teller había logrado guiar a su grupo a través de la batalla espacial y las minas, aunque habían tenido una baja.
- Epsilon 3 y 4 bombardead los generadores de estribor. Epsilon 5 y 6 los de babor. Los demás concentrad el fuego en la parte central. – dijo el líder Epsilon.
La andanada acertó de lleno a la plataforma.
- ¡Bien hecho equipo! – animó Teller a los suyos. – Los escudos han caído. Una pasada más y quedará totalmente inutilizada y... ¡Atención, está despegando un grupo de naves desde la plataforma! Cuatro cargueros ligeros y tres lanzaderas de pasajeros. Van directos al sector 3.
A pesar de que los cazas imperiales habían destruido la mayoría de las minas, se habían concentrado sobre todo en despejar los sectores 1 y 2, por donde se habían colado los bombarderos. Por lo que el sector 3, seguía fuertemente minado. Las naves piratas no tenían nada que temer, pues poseían transpondedores que emitían un código cifrado, que los identificaba ante las minas como aliados. Los imperiales no contaban con dicho código, lo que los convertía en el blanco prioritario de las minas.
Keyna vio enseguida la estrategia de los piratas. Echó un vistazo a su pantalla táctica. Afortunadamente la mitad de su escuadrón seguía patrullando el perímetro, fuera del campo de minas.
- Delta 8, Delta 9. Un grupo de naves se dirigen a vuestra posición, cortadles el paso.
- Roger, Roger. – contestaron los pilotos.
Ronin aumentó lo que pudo la potencia de los escudos y se adentró en el sector 3. - ¡Delta 4, retrocede! – Ordenó Keyna. -Eso es un suicidio.
Ronin hizo caso omiso. No creía que solo dos cazas pudieran detener a aquel grupo de naves y él necesitaba encontrar al Imperial renegado antes de que saltara a la velocidad de la luz. Había ideado un plan desesperado para localizarle. Los sensores de su caza no podrían identificar si una persona era pirata o imperial, pero sí eran muy eficientes detectando otras cosas.
Aunque seguramente la persona que estaba buscando habría venido de incógnito, era posible que llevara consigo alguna identificación o cilindro de códigos. Los oficiales eran fuertemente adoctrinados a llevarlos encima en todo momento. Tal vez ese adoctrinamiento hubiera sido más fuerte que el sentido común. Los cilindros estaban fabricados en una aleación de metales poco común y por lo tanto muy sencilla de detectar. Las identificaciones emitían una señal, bastante débil, cierto, pero los sensores del caza de Ronin habían sido muy mejorados, si pasaba lo suficientemente cerca, la detectaría. Por supuesto, podría ser que el oficial no llevara
encima ninguno de esos objetos, en cuyo caso fracasaría. Activó los sensores y rezó por tener suerte.
El caza V-19 aceleró, mientras las minas lo disparaban ferozmente. Ronin esquivaba los disparos lo mejor que podía, pero eran muchos.
- Escudos al cincuentayc.... Escudos al cuarenta por ciento. Escudos al treintaisiete por ciento. De pronto la mitad de las minas dejaron de dispararle.
- ¿Pero qué? – lanzó un vistazo rápido a su pantalla táctica. - ¡Jefa! ¿Qué está haciendo?
- ¿A ti que te parece? Estoy atrayendo la mitad de los disparos hacia mí.
- ¡Pero si su nave no tiene escudos!
- Ya, pero las minas no lo saben.
El caza de Keyna parecía bailar una danza mortal entre las ráfagas laser. Por un momento parecía inalcanzable, pero finalmente recibió un impacto.
- Integridad del casco al 40%. – anunció el computador de vuelo de la líder Delta. – Deshabilitados los sistemas de tiro y de ejección.
- ¡Fantástico! – gruñó Keyna. – Al menos los motores siguen funcionando.
De pronto dos minas explotaron casi simultáneamente. El escuadrón Ómicron llegaba al
rescate.
- Gracias. – suspiró Keyna.
- Le debía una. – respondió Logan – Ahora estamos en paz.
Ronin sonrió aliviado y siguió avanzando. Al verlo acercarse, los cargueros se alejaron en una dirección y los cargueros hacia otra. Vaciló un segundo, pero recordó las palabras de Raymius “confíe en su instinto”. Decidió seguir a las lanzaderas, las cuales lo recibieron a tiros. Una vez más trató de tener una intuición, acerca de cual de las 3 lanzaderas era la correcta, pero esta vez falló.
- Vale, hora de confiar en la tecnología.
Pasó por encima de una de las naves, mientras los sensores hacían su trabajo. - Búsqueda infructuosa. – anunció el computador.
Se acercó a la segunda lanzadera. Mientras otro impacto le acertaba.
- Búsqueda infructuosa. Escudos desactivados.
Pasó por encima de la última nave.
- Búsqueda afirmativa. Aleación metálica detectada.
- ¡Por fín!
- Advertencia la nave acumula energía en el hiperhimpulsor.
En unos segundos la lanzadera saltaría al hiperespacio y la perdería para siempre. Cambió el selector de armas de laser a torpedos. El segundo y medio que tardó el sistema de puntería en
centrar el blanco se le hizo eterno. Disparó al tiempo que la lanzadera empezaba a acelerar para entrar en el hiperespacio. Por un instante creyó que había tardado demasiado, pero finalmente los torpedos impactaron en la nave deshabilitándola.
- No vais a ninguna parte. – susurró Ronin aliviado.
El resto de las naves piratas habían huido o estaban destruidas. Lanzaderas cargadas de soldados de asalto aterrizaban en la plataforma a fin de reclamarla en nombre del Imperio. Las minas también habían desaparecido, así que por fin reinó la calma.
Ronin echó un vistazo a la pantalla táctica y localizó una nave.
- Menos mal. – susurró mientras abría un canal de comunicaciones. – ¿Jefa, sigue conmigo?
- Sí. Aún puedo volar. – respondió Keyna.
- Me alegro Jef... Quiero decir, Líder Delta. – dijo recuperando la compostura. – Gracias por salvarme el culo.
- Bah, para eso me pagan. Pero mi caza ha quedado casi inservible. Me parece que me voy a quedar con el tuyo.
- Bantha poodoo.
- ¿Qué has dicho?
- Que será un honor cedérselo.
- Seguro que sí.
En ese momento Ronin tuvo un mal presentimiento. Sus ojos se centraron en su pantalla táctica, delta 9 avanzaba a velocidad de ataque y disparando hacia la lanzadera que donde se ocultaba el traidor imperial.
- Delta 9, ¿qué haces? La batalla ha acabado.
- Esa escoria pirata ha matado a Jenkis, a Delta 8. Se van a enterar. - Negativo delta 9, esa nave va a ser capturada, cesa tu ataque.
- ¡Lo van a pagar!
Delta 9 siguió disparando, aunque afortunadamente se trataba de un piloto mediocre y la furia que sentía no le ayudaba a centrarse, pero pronto acabaría teniendo suerte. Ronin, apuntó las armas de su caza hacia Delta 9 y desconectó el sistema amigo/enemigo, que impedía que un piloto dispara por accidente a uno de sus compañeros. Respiró hondo y disparó... Un torpedo de protones alcanzó a Delta 9, cuya nave quedó a la deriva y totalmente deshabilitada.
- ¡Delta 4! ¡Que demonios haces! Has disparado a uno de los tuyos. – gritó el teniente Brenson por el comunicador.
- Lo siento señor, yo...
- ¡Vuelva inmediatamente al hangar del Nexu y prepárese para un consejo de guerra!

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