9/28/2019

Entrega especial del podcastdrama: Tomas falsas Volumen 1.


El equipo de colaboradores que realizan este podcastdrama es maravilloso y para ser amateurs lo hacen francamente bien, pero nadie es perfecto y todos (yo el primero) cometemos pequeños errores.
Este episodio se lo dedico a todos ellos con todo mi cariño, y espero que no me maten porque no les he avisado de antemano de que lo iba a subir.

Espero que lo disfrutéis.


9/23/2019

Escuadrón Delta: Episodio IV

Nueva entrega de vuestro Podcastdrama favorito. Con una nueva incorporación al elenco de voces, Luci, a quien doy las gracias, además de los habituales, Pepita Parker, Isa y DarkCrow.

Espero que lo disfruteis.

En audio:

Y en texto:

Los tres cazas V-19 que habían sido asignados al escuadrón Delta, descansaban sobre el
suelo del hangar. Estaban recién re-acondicionados por los mecánicos. Había sido un
trabajo arduo, los técnicos tuvieron que improvisar, ya que no disponían de todas las
piezas de recambio necesarias, por lo que les tocó adaptar otros componentes como
mejor pudieron. Aún así, habían conseguido dejarlos operativos en unas pocas semanas.
Ronin no había podido volar en ese tiempo, ya que había destrozado su caza tie en los
últimos entrenamientos, debido a una arriesgada maniobra que le permitió no ser
expulsado del escuadrón. Si bien, había contado con algo de ayuda de Keyna, la líder
Delta. El piloto aprovechó el tiempo de inactividad con sesiones intensivas en el simulador
de vuelo, el cual había sido configurado para emular las particularidades del caza V-19.
Finalmente había llegado el día de probar la nueva nave. En los últimos tiempos, un grupo
conocido como La Rebelión, se había dedicado a atacar los convoyes de suministro de
combustible. De esta forma lograba aprovisionar sus propias naves del preciado fluido
que precisaban para funcionar, al tiempo que dejaban al Imperio sin suministros. La
Rebelión estaba declarado por el Imperio como un grupo terrorista y paramilitar. Fanáticos
que trataban de sembrar el caos y la destrucción, amén de restaurar la corrupta Antigua
República.
El alto mando del Sector Yucrales, donde estaba ubicado el Destructor Nexu, había
decretado escoltar todos los envíos. Las minas de combustible, se encontraban en un
cinturón de asteroides. Por supuesto la misión de protegerlo recaía en los escuadrones
Alfa, Beta y Gamma. El Delta tenía la misión de escoltar a un segundo grupo de
cargueros, que transportaban otros minerales que también procedían de las minas, pero
que tenían mucho menos valor económico y estratégico.
Ronin se acercó al que a partir de ahora iba a ser su caza y lo contempló con
detenimiento. Cuando los encontraron, los cazas llevaban los colores y emblemas de la
Antigua República, cosa totalmente inaceptable para el comandante Cross, por supuesto,
tuvieron que repintarlos con los colores del Imperio: gris, blanco y negro, dándoles un
aspecto siniestro.
- ¡Hola! – le saludó alguien desde la cabina.
Se trataba de Ayla Darnik. Una talentosa mecánica, que había supervisado la restauración
de los cazas. Ronin había coincidido con ella en la academia de pilotos, pues al principio
ella optaba a ese puesto, pero tras un aparatoso accidente de vuelo, había decidido
cambiar su vocación.
- ¡Hola! -respondió Ronin -¿Ya está lista esta preciosidad?
- Sí. – dijo con un tono de voz serio – Ya está todo apunto. Sobre todo los sensores y
comunicaciones.
Ella lo miró esperando algún tipo de reacción a su comentario.
- No sabes de que te hablo, ¿verdad? - dijo Ayla. - Ahora me dirás que no tienes ni idea
de porqué me han ordenado hacerle algunas modificaciones en secreto solo a tu caza.
- ¿Modificaciones secretas? ¿Qué modificaciones secretas? ¿Quién …?
- Por ahí viene Keyna. – le interrumpió Ayla con un susurro. - ¡Hola teniente! Los V-19
están listos y a su disposición.
- Estupendo. – dijo Keyna. Miró con ojos inquisitivos a Ronin y Ayla. - ¿He interrumpido
algo?
- Solo le estaba recordando a Kodos que, si destroza otro caza, yo misma le echaré al
espacio por la escotilla más cercana. – Ayla hizo un saludo militar y se retiró a supervisar
el resto de cazas.
- ¿Kodos? – repitió la líder Delta.
- Es mi nombre, Kodos Klovys Kolt , mitad alderaniano, mitad mandaloriano, todo corazón.
Lo de Ronin es un mote que me pusieron en la academia de vuelo.
- A ver si adivino, tu madre era una pacifista de Alderaan y tu padre un guerrero
Mandaloriano.
- Más bien al revés.
- Ya veo. Bueno, basta de cháchara. Es hora de ganarse el sueldo. Y recuerda, si rompes
este caza, Ayla no tendrá que lanzarte por esa escotilla, porque lo haré yo.
Todos los pilotos fueron hacia sus cazas. Keyna había preferido quedarse con caza tie,
había combatido en varias batallas con aquella nave, y creado un vínculo con ella.
Ronin examinó atentamente su nuevo caza, y empezó a darse cuenta de lo que había
tratado de explicarle Ayla. Los sensores de la nave habían sido mejorados, y además del
comunicador estándar que había en todas las naves imperiales, habían instalado un
holocomunicador cifrado. Estaba bloqueado de manera que solo podía recibir
transmisiones, pero no emitirlas. ¿Qué estaba pasando allí? ¿Quién había ordenado
hacer aquello? Obviamente no había sido Keyna, y seguramente tampoco el Comandante
Cross. ¿Quién entonces? Y más importante. ¿Por qué? Sospechaba que pronto lo
averiguaría.
El escuadrón despegó del hangar y se desplegó en formación, delante y detrás de los
cargueros.
- Formación cerrada. - ordenó Keyna – No os desviéis de la ruta, sino queréis que los
asteroides os conviertan en puré de Bantha.
El escuadrón, así como los cargueros se apiñaron. Las rutas dentro del cinturón de
asteroides eran seguras, pero también muy estrechas. Desviarse, aunque solo fuera un
poco, suponía estrellarse contra una roca gigantesca.
- Recordad.- continuó Keyna. - El punto de salto al hiperespacio está solo a 2 clicks de la
salida del campo de asteroides. Estad atentos.
- Recibido mi teniente. - respondió Yula San. Yula era una vieja amiga de Keyna,
prácticamente se podía considerar como su mentora. Le había enseñado como sobrevivir
y ascender en un lugar tan corrupto y machista como era el Imperio. Keyna la había
ascendido al puesto de Delta 2, en cuanto la nombraron lider del escuadrón. - ¡Vamos
Deltas! ¡Demostremos de qué estamos hechos!
Las naves zizaguearon entre los asteroides con rapidez. Rápidamente alcanzaron la
salida y pusieron rumbo directo al punto de salto. Ahora que tenían suficiente espacio
libre, los cazas se abrieron un poco para poder maniobrar mejor y poder proteger a los
cargueros. El avance era muy lento, ya que las naves de carga, 14 cargueros pesados, de
la clase H, no estaban diseñadas para alcanzar grandes velocidades.
De pronto, lo que más había temido Ronin desde que se sentó en la cabina de su caza,
ocurrió. El holocomunicador cifrado se activó. Estaba recibiendo una llamada. Un
holograma de unos diez centímetros se desplegó sobre el panel de mandos del V-19. Se
trataba de un hombre, que vestía un uniforme de oficial. A Ronin le costaba trabajo
distinguir los detalles, debido al escaso tamaño y definición del holograma, pero estaba
casi seguro de que no llevaba ninguna insignia que identificase el rango de su interlocutor.
- Cadete Kodos. - dijo la figura del holograma. - Me alegra conocerle al fin.
- No se ofenda señor, pero… ¿Quién es usted?
- Puedes llamarme Raymius. A partir de hoy le asignaré algunos objetivos adicionales en
sus misiones. Deberá cumplirlos, aunque esto no anula el resto de los objetivos de la
misión. ¿Queda claro?
- Si, señor, pero deberé informar a la Jefa, quiero decir, a la Lider del Escuadrón y…
- No será necesario. Mi código de autorización será suficiente.
Una transmisión cifrada de códigos de autorización llegó a la computadora de la nave.
- Código de autorización THX-1138. - anunció la computadora.- Código validado. Prioridad
Aurabesh.
Ronin sintió un nudo en el estómago. El código no era militar y sin embargo tenía una
autorización mucho más alta que la del mismísimo comandante Cross. Tal vez incluso
mayor que la de un Almirante.
- Bien. Su objetivo adicional. – continuó Raymius- Es escanear a fondo todos los
cargueros, no basta un análisis superficial, debe descubrir exactamente todo lo que
transportan: carga, tripulación... todo. Si alguno de los cargueros lleva algo que no esté en
el manifiesto oficial, tendrá que informarme a mí y solo a mí.
- Sí, señor.
- Y recuerde, estos objetivos son confidenciales, así que no deberá hablar de ellos con
nadie.
La transmisión se cortó abruptamente. Ronin examinó la situación de las naves. Todo
estaba tranquilo, el convoy seguía su curso lentamente, pero la distancia hasta el punto
de salto al hiperespacio no era muy grande y ya habían recorrido más de la mitad del
trayecto. Aún tenía que examinar 14 cargueros, no tenía mucho tiempo. Manipuló los
sensores de la nave y escaneó el más cercano. Mientras le pedía a la computadora que
comparara las lecturas que obtuviera con el manifiesto de carga. A pesar de los nuevos
sensores, solo pudo obtener una lectura superficial. Los cargueros pesados eran
inmensos y si quería examinarlos a fondo, tendría que acercarse mucho, hasta la posición
punto cero. Con una maldición ahogada, desvió la energía auxiliar a los motores. El caza
V-19 salió disparado hacia delante.
El caza de Ronin pasó rozando el casco del primer carguero. Los sensores obtuvieron
una lectura completa.
- Coincidencia con el manifiesto del 100%. - anunció la computadora.
Rápidamente cambió el curso hacia el segundo carguero.
- Distancia hasta el punto de salto, cero punto cuatro cliks. - dijo Keyna por el
comunicador. - Vamos escuadrón, ya casi estamos.
Ronin aceleró aún más, a pesar de que pasar tan cerca de los cargueros a esa velocidad,
podría traducirse en un choque catastrófico. Pero no tenía otra opción, en cuanto
alcanzaran el punto de salto, los cargueros pasarían a la velocidad de la luz y Ronin no
podría terminar su misión.
Pasó rozando un carguero tras otro, mientras rezaba para que ninguno alterara su rumbo.
- ¿Qué hace Delta 4? - preguntó Yula - ¿Se ha vuelto loco?
- ¿Qué? - respondió Keyna – Estaba tan concentrada vigilando posibles ataques de fuera,
que aún no había visto lo que hacía Ronin. - ¡Delta 4! ¿Se puede saber que haces?
- Hola Jefa, solo estoy… eeeeh… calibrando los motores.
Ronin encaró otro carguero, ya solo le quedaban 5, pero ya casi habían llegado al punto
de salto.
- ¡Delta 4, vuelve a la formación inmediatamente! - rugió Keyna.
- En seguida Jefa, en seguida. - Ronin cerró el comunicador, a sabiendas de que eso
enfurecería a Keyna. - ¿Distancia hasta destino? - preguntó a su computadora.
- Cero punto dos clicks.
Pasó por encima de otro carguero.
- Coincidencia con el manifiesto del 100%.
Analizó dos más.
- Coincidencia con el manifiesto del 100%. Distancia a destino cero punto un click.
Aún le quedaban cinco cargueros, pero estaban muy separados entre sí, no le iba a dar
tiempo a examinarlos todos.
- ¡Karabast! - maldijo Ronin frustrado. Desperdició un valioso segundo, sin saber que
hacer. Finalmente confió en su instinto, y se lanzó rumbo al carguero que estaba más
alejado.
- Distancia a punto de salto cero punto cero uno.
El carguero activó su hiperhimpulsor justo en el momento en que la nave de Ronin pasó
rozando su casco.
- Coincidencia con el manifiesto del 95%. Discrepancia detectada.
Ronin examinó los datos. El carguero contenía dos contenedores más de los debidos, y
estaban llenos de combustible. Disminuyó la velocidad, y retorno a su lugar en la
formación. Cuando volvió a conectar el comunicador, casi esperaba una retaila de
insultos, pero Keyna tenía una voz calmada aunque gélida.
- Escuadrón. Volvemos al hangar del Nexu. Delta 4, cuando aterricemos, espero su
informe.
- Sí, Jefa.
Keyna no contestó, pero casi inmediatamente se activó el holocomunicador. La figura de
Raymius volvió a aparecer.
- Informe, cadete Kodos.
- He examinado 10 de los 14 cargueros. El carguero H-10, tenía una discrepancia con el
manifiesto, señor. Dos contenedores extra de combustible.
- Estupendo.
- Señor, lo siento no pude examinar todos los cargueros y…
- No importa, ha hecho un excelente trabajo. Estaremos en contacto.
La comunicación se cortó. Ronin se quedó en silencio. Volvió hasta el hangar sumido en
lúgubres pensamientos. Keyna le estaba esperando y no estaba contenta.
- ¿Me va a explicar a que demonios ha venido todo eso cadete?
- Lo siento Jefa, yo...
- No me llame Jefa. A partir de ahora se dirigirá a mí, como “Mi Teniente” o “Lider Delta”.
¿Está claro?
- Cristalino. Mi teniente.
- ¿Y bien? ¿Como justifica sus actos cadete?
- No puedo hacerlo, mi teniente.
- Los dos próximos turnos los pasará haciendo servicio Droide. Limpiará las letrinas. A ver
si así espabila.
- Sí, mi teniente.
Keyna se marchó y Ronin se quedó solo en el hangar. Contra más pensaba en ello, más
convencido estaba de que Raymius sabía exactamente en que nave iba el cargamento
ilegal. Por eso no le había importado lo más mínimo que 4 de los cargueros no hubieran
sido examinados. Además tuvo tiempo de sobra para comunicarle la misión. Si se lo
hubiera dicho antes, hubiera podido completarla sin problemas. Con un suspiro Ronin se
encaminó hacia las letrinas.

9/12/2019

Duodecima entrega del podcast: El horror en la ermita

Pues ya he vuelto de mis vacaciones y esta vez con un relato de horror cósmico, imitando el estilo de H. P. Lovecraft. A pesar de ser un relato de miedo, esta basado en una visita que realicé a un ermita durante mis vacaciones.


Allí conocí a alguien bastante peculiar. Pero no quiero haceros spoilers, así que mejor lo escucháis.

O también podéis leerlo.

La ermita se divisaba desde la falda de la colina. No se trataba de una gran elevación, pero el camino era bastante escarpado. Afortunadamente el sendero había sido despejado de maleza recientemente.
La ermita, estaba situada en la cima de aquella colina. Se trataba de una edificación pequeña y rodeada de nubes oscuras. Justo al inicio del camino, había un cartel que rezaba así “Hermita románica del siglo X. Distancia 1 kilómetro.” Me reí un poco, ya que la palabra ermita estaba escrita con “h” e inicié el ascenso, que fue lento debido a lo empinado del camino. Tras casi quince minutos de marcha, encontré un segundo cartel “Hermita románica del siglo XI. Distancia 2 kilómetros”. No solo habían vuelto a escribir ermita con H, ¿sino que el edificio había cambiado de siglo y ahora se encontraba más lejos que al principio del camino? Alcé la cabeza y miré a lo alto de la colina. La ermita no parecía estar más lejos que antes, pero tampoco daba la impresión de que me hubiera acercado mucho. Miré hacia abajo, el camino por el que estaba subiendo era sin duda bastante serpenteante, pero daba la impresión de que había caminado más de un kilómetro. Tras pensarlo detenidamente, decidí que los carteles debían de estar equivocados y que probablemente alguna ilusión óptica estaba jugándome una mala pasada.
Seguí con mi ascenso, sin encontrarme con más carteles y tras media hora de marcha, coroné la cima de la colina. La ermita era un edificio relativamente pequeño, con una única nave central con una cabecera semicircular, cubierta por una bóveda de cañón.
Al sacar mi móvil para hacerle unas fotos, pude comprobar que allí no había el más mínimo rastro de cobertura telefónica. No era este el único síntoma de aislamiento, ya que toda la cima de la colina estaba cubierta por una oscura nube, mientras el resto del cielo permanecía despejado. La nube sumía toda la edificación en una semi penumbra y daba un tono extraño a la luz, lo que se reflejó en las fotos que saqué. Di una vuelta alrededor de la ermita, que parecía totalmente desierta. En uno de los extremos se encontraba un pequeño cementerio sembrado de lápidas antiguas.
- ¡Hola! – me saludó una voz a mi espalda.
Me di la vuelta sobresaltado, pues no sospechaba que allí hubiera nadie más. A menos de dos metros estaba la figura de un hombre alto y enjuto. De cabeza afeitada, barba de tres días y tez pálida. En la mano portaba unas enormes tijeras de podar.
- ¿Te gustaría visitar la ermita?
- Eeeh, ¿si? – pregunté más que afirmé.
El hombre se rio y al ver mi expresión dejó las tijeras sobre un arbusto.
- Perdona, no me he presentado. Me llamo Alberto, me encargo de cuidar este sitio, ya sabes podar las plantas, retirar la maleza del camino, barrer, quitar el polvo al altar y también ofrezco visitas guiadas por la ermita. Tranquilo son gratuitas.
- Encantado Alberto. – respondí dándole la mano, su mano estaba fría y blanda. Recuperé parte de mi aplomo. – Me encantaría que me contaras algo de esta ermita.
- Nuestra ermita con “h”. Dijo mientras me guiaba hacia el pórtico. Aunque colgado de ese muro encontrarás un cartel que dice que es una iglesia, pero no te dejes engañar.
- Ya veo. Por cierto, ¿en qué siglo se construyó?
- Como habrás visto, algunos dicen que en el siglo X y otros que en el XI. En realidad, se
construyó entorno al 1070.
- Es decir... -hice un rápido cálculo mental – que es del siglo XI.
- No. – replicó con firmeza – En el 1070.
Decidí no discutir con el guía.
- Entonces, esto es románico, ¿no?
- Tienes buen ojo. Es románico en su mayoría. En realidad, tiene elementos prerrománicos,
mozárabes y en lo alto del campanario se puede ver un mural con reminiscencias a los que se
pueden apreciar en el monasterio de la meseta de Leng.
- ¿Leng? Eso está en Soria, ¿no?
- Un poco más lejos. – susurró - O no, según lo que sueñes.
- ¿Eh?
En ese momento llegamos al pórtico.
- Como puedes ver. – continuó mi interlocutor – Es un pórtico típicamente románico. Si te fijas
bien, podrás apreciar los restos de policromía.
Examiné unas manchas oscuras y rojizas en las piedras de la entrada, casi parecían salpicaduras
de sangre.
- ¿Sabías, que antiguamente se enterraban a las personas junto al pórtico? -dijo señalando un
rincón a la izquierda de la puerta- Bueno, al menos se enterraban las cabezas. Hay quien dice
que así los muertos protegían el templo.
- ¿De veras?
- Si, pero hace unos años la parroquia decidió trasladar las calaveras del osario al cementerio.
Según los registros, debería haber unas ciento cincuenta. Pero los operarios que hicieron el
traslado encontraron más de setecientas.
- ¿Cómo es eso posible?
- La iglesia solo permite enterrar en terreno consagrado a los cristianos bautizados, y solo si no
se les podía demostrar delitos graves, como asesinatos u otras cosas peores como brujería o
adoración a dioses paganos. Se ve que los familiares de aquellos pecadores aprovechaban el
manto de la noche para enterrar a aquellos pobres diablos. Lo gracioso es que los cristianos de
pro, tenían que pagar para poder ser sepultados aquí. Se podían haber ahorrado el dinero, ¿no
te parece?
- Supongo.
- En mi opinión tanto unos como otros se podían haber ahorrado el esfuerzo, ya que como dice
el gran libro “no está muerto aquello que yace eternamente y con extraños eones incluso la
muerte puede morir”.
- No sabía que la biblia dijera eso.
Me miró un momento sorprendido y luego se rio con una risa desagradable.
- Vamos, te mostraré el interior.
La puerta se abrió con un chirrido quejumbroso. El interior estaba fresco y oscuro, pese a que las paredes estaban pintadas de blanco. Unas pocas lámparas evitaban que la estancia estuviera totalmente en tinieblas.
- La verdad es que es bastante soso. – dijo mientras nos dirigíamos hacia el altar – Pero mira, aquí hay algo interesante. ¿Ves esas dos tallas de madera? Son San Damien y San Cosme.
- ¿Damien?
- Quería decir San Damián y San Cosme. Fueron dos hermanos, dedicados a la medicina. Ofrecían sus servicios de forma gratuita a los pobres y a los necesitados, hasta que el emperador Diocleciano, que no estaba a favor de la sanidad pública, gratuita y de calidad, los mandó primero torturar y por último decapitar. O eso es lo que cuenta la historia oficial. Hay quien dice que eran sanadores de día, pero que durante la noche practicaban horrendos experimentos con cadáveres.
- Vaya. Fíate tú de los santos.
- Desde luego, y si no que se lo digan a Santa Lucía. La patrona de la vista. -dijo mientras me señalaba una pequeña talla de madera pintada, que representaba a una mujer que llevaba una bandeja sobre la que descansaban un par de ojos.
- ¿También hacía extraños experimentos?
- No. La historia oficial dice que tenía unos ojos tan hermosos que todos quedaban prendados de ella. Así que para quitarse de encima a su pretendiente más pesado, se los arrancó y se los mandó por mensajero.
- Un poco drástico, ¿no?
- Hay otra versión, que dice que era bruja. Usando la magia negra, lograba romper el velo del espacio tiempo y logró ver tanto el futuro como el pasado. Hasta que un día se pasó de ambiciosa y vislumbro los tiempos en que los Primigenios aún hoyaban la tierra. Por supuesto los perros de Tíndalos fueron tras ella. Para evitar que la ejecutaran por haber visto algo que está prohibido, se arrancó los ojos y se cortó la lengua para no contar jamás lo que había visto. Por supuesto, eso no le sirvió de nada. Los perros la encontraron y la descuartizaron.
- ¿Los perros de quién?
- Es igual. – respondió con una risa diabólica. – Mira, ahí tenemos al ¿Dios? crucificado. ¿Sabías que Jesús en realidad no murió? Ni mucho menos resucitó, por supuesto. Solo estuvo en coma. Hay varias pruebas de eso.
- ¿En serio? Creía que la Iglesia afirmaba…
- Paparruchas. Fíjate bien en ese crucifijo. Las manos están clavadas al madero, en realidad los clavos se ponían en el antebrazo, justo encima de las muñecas. Además, justo en la zona del trasero, hay una cuña de madera, para que pueda estar cómodamente sentado.
- Dudo que estuviera muy cómodo.
- Y pusieron otra pequeña cuña para apoyar los pies. ¿Por qué si estaba clavado a la cruz? -continuó como si no me hubiera escuchado. - Te aseguro que a los dos ladrones que pusieron a su lado, no les crucificaron de esa manera.
- Ya veo. – dije cada vez más incómodo. Llegado a ese punto estaba deseando largarme de aquel siniestro lugar y alejarme de aquel misterioso hombre.
- Luego le dieron una lanzada en el costado. Lo lógico es que le hubieran atravesado en corazón de esta forma hubieran estado totalmente seguros de que estaba muerto. Eso es lo que deberían haber hecho, apuntar al corazón.
- Bueno, todo esto es emocionante, pero se me hace algo tarde y…
- No puedes irte… - hizo una pausa que se me antojó eterna -No sin ver un par de cosas más. Te habrás fijado cuando estábamos afuera, que en el techo de la ermita hay una buhardilla, con una pequeña puerta. Ahí es donde vivía antiguamente el ermitaño.
- Sí, lo he visto.
- Y claro, ahora te estarás preguntando. Si no hay ninguna escalera para subir allí, ¿cómo demonios subía y bajaba el ermitaño?
- Teniendo en cuenta lo que me ha contado de los santos, supongo que a lomos de un demonio alado.
- ¡Ja! ¡Ojalá! Eso me hubiera encantado…. Quiero decir que le hubiera encantado al ermitaño. Pero no, tras esa pared había una escalera que daba acceso a la buhardilla. Antes había una puerta de acceso a la escalera, pero la tapiaron. Solo han dejado un pequeño ventanuco. – dijo señalando a una pequeña puertezuela de madera, pintada del mismo color que la pared. Si te asomas, podrás verla. ¿Quieres mirar?
- No hace falta, le creo.
- ¡Vamos! Echa un vistazo. Hasta ahora solo una persona se ha atrevido a mirar.
- Es un magnifico récord, es mejor no estropearlo. – respondí con firmeza. No estaba dispuesto a dar la espalda a aquel tipo bajo ningún concepto. -No queda igual de bien decirle a las visitas que ya han sido dos personas las que se han atrevido.
- Como quieras. – dijo con voz decepcionada. – Pues ya solo te queda ver el coro y el campanario. Señaló una escalera de caracol que daba a una especie de pequeño balcón, situado sobre los bancos de los orantes. - Allí se ponen los miembros de nuestro coro. Si te fijas las escaleras siguen subiendo hacia el campanario. Puedes subir si quieres, pero solo hasta el coro, a partir de ahí la madera está muy estropeada y podrías caer.
- No hace falta, lo veo bien desde aquí. Bueno, supongo que eso es todo, ha estado bien. Gracias y …
- Espera, solo una cosa más. Firma en el libro de visitas si eres tan amable. Tienes que poner tu nombre completo y la firma. – estudió por un segundo mi expresión inquieta -Tranquilo, este libro no lo revisa hacienda.
Me señaló una mesa donde descansaba un gran volumen, repleto de nombres y firmas, escritos con una tinta roja oscura.
- Claro. Mientras no tenga que firmar con mi sangre.
Se rio con una carcajada siniestra.
- Eso no es necesario…. Aún.
Tras dudar un segundo decidí, firmar con un nombre falso. Con el pretexto de que no estaba acostumbrado a usar pluma, aproveché para emborronar mi firma.
Mi anfitrión no pareció nada satisfecho con el resultado, pero se limitó a clavarme una fría mirada. Después leyó en voz alta el nombre falso que yo había escrito.
- Juan Romero. Ese nombre me resulta familiar.
- Los Romero somos muy comunes. – dije desde la puerta.
Salí rápidamente de allí y en seguida inicié una alocada carrera. No me detuve hasta que hube llegado al pueblo más cercano. A pesar de que mis planes vacacionales eran de permanecer unos días más por la zona, esa misma tarde cogí un tren y volví a mi casa en la gran ciudad.
Unos días más tarde leía el periódico, mientras desayunaba y una noticia llamó mi atención: “Hallado el cuerpo de un excursionista en las inmediaciones de la Ermita de R'lyeh. Fue encontrado con los ojos arrancados y el cuerpo semi devorado, probablemente por perros salvajes. La víctima atendía al nombre de Juan Romero".