6/02/2019

Novena entrega del Podcast

Hola a todos. Sí, el título está correcto, es la novena entraga, porque lo del radiodrama no cuenta como tal.

En fin, esta vez vamos con un relato sencillito, porque de vez en cuando es bueno aligerar un poco el tono. Se trata de una cita. Quien más y quien menos, todos hemos tenido que lidiar con ese problema de encontrar un tema de conversación adecuado en esa primera cita, con una persona a la que apenas conoces.

¿Saldrán bien librados nuestros protagonistas?

Como siempre, aquí el audio:


Y aquí el texto:

- Total que ahí estaba yo, rodeado por más de treinta enemigos, sin refuerzos ni apoyo. Solo, sin esperanza.  Así que tomé aliento, los miré directamente a los ojos con decisión, sabiendo que si demostraba la más mínima duda, o una leve sombra de terror, se echarían sobre mí como una manada de lobos hambrientos y…
- ¡Para! ¡Para! - pidió ella  - ¿No me ibas a hablar de tu experiencia como profesor de secundaria?
- Claro, eso es lo que hago. - respondió él.
- Pero lo cuentas como si fuera una guerra.
- Lo siento, pero si nunca has estado metida en un aula con un montón de adolescentes en plena crisis hormonal, furiosos con el mundo porque les obligan a estar en un lugar que odian y con una persona a lo que no aprecian precisamente pues dudo que puedas entenderlo.
- ¡Venga ya! ¡No sería para tanto! Seguro que el resto de profesores te echarían una mano.
- Sí, el director del colegio me dio una tarjeta con el número de la policía local. Mientras me decía: Toma, la vas a necesitar.
- No me lo creo.
- Aún conservo la tarjeta. ¿Quieres verla?
- Te estaría gastando una broma, hombre.
- Yo solo digo que después de eso dejé la enseñanza y decidí dedicarme a la informática.
- Hablando de eso. ¿Por qué te decantaste por la informática?
- Siempre me han gustado los ordenadores y pensé: aún soy joven y puedo intentarlo, sino lo consigo, bueno, siempre puedo volver a mi exitosa carrera de domador de fieras.

Se rió divertida. Él todavía no se podía creer, que estuvieran allí, juntos. La había conocido una semana antes, usando una de esas aplicaciones que hay para encontrar pareja. Nunca había creído que esas cosas funcionasen, pero tras mucho tiempo sin comerse un rosco, pensó que no tenía nada que perder. Y contra todo pronóstico, había funcionado. Su historial con las mujeres no era precisamente exitoso,  tenía un problema incurable de timidez que le había hecho perder la mayoría de las oportunidades que había tenido. Afortunadamente, ella había tomado la iniciativa, y no había cejado hasta conseguir quedar conmigo en persona.

Era una mujer hermosa, no de esas que te hacen girar la cabeza ciento ochenta grados cuando te la cruzas por la calle, pero sí de las que pueden iluminar una habitación con una sonrisa, lo que no es poco precisamente. Vestía elegante pero informal, insinuando antes que enseñando. Poseía una  risa agradable y contagiosa. Por supuesto, quedó prendado de ella enseguida.

- Pero tú no sabías nada de informática, ¿no? - continuó ella.
- Bueno, -respondió él - había ido haciendo cursos, mientras me sacaba la carrera de magisterio, así que no partía de cero.
- ¿Qué tipo de cursos?
- Principalmente de desarrollo de páginas web.
- Principalmente. - repitió la palabra paladeándola. - O sea que has hecho más cosas.
- Al principio hice algo de programación con PHP, MySQL y… - se interrumpió de golpe, al darse cuenta que estaba soltando tecnicismos. Corría el riesgo de aburrirla rápidamente.
- Ya veo, así que empezaste programando. - se rió al ver su expresión  - No te preocupes tanto, aunque yo no sea del gremio, tengo amigos informáticos y estoy acostumbrada a escuchar hablar de estos temas.
- Aún así es un tema bastante aburrido. - respondió mientras sonreía aliviado – Y ya llevamos demasiado rato hablando de mí. Cuéntame algo sobre ti.
- Nah, yo soy un muermo.
- No me lo creo.
- Pues créelo, soy una simple administrativa, me paso el día escribiendo y leyendo emails.
- Bueno, pero no te pasarás todo el día trabajando.
- Pues casi, lo único que hago fuera del curro es sacar a pasear a mis perros y bueno voy a clases de baile dos veces en semana. Porque me gusta y por mantenerme en forma.

Él, sonrió como un idiota. Los perros siempre le habían resultado unos animales insoportablemente empalagosos y pesados, y además tenía la gracia bailando de un elefante en una cristalería. Pero en aquel momento hubiera adoptado a los ciento un dálmatas e incluso se habría apuntado a clases de cumbia.

- Precisamente, estaba pensando en apuntarme a clases de baile. - dijo.
- Ya claro. - replicó juguetona – Pero no te escaquees, estabas contándome tu primer trabajo como informático.
- ¿Eh? Ah, bueno. Ya sabes, empecé siendo un becario en una empresa pequeña. Prácticamente me pagaban en cacahuetes.
- ¿Y qué hacías?
- Pues menos pasar la aspiradora, hice de todo. Lo que me vino bien, porque así aprendí un montón de cosas distintas. Estuve allí casi un año y luego ya fui cambiando de una empresa a otra.
- Y ahí te especializaste.
- Qué remedio. Cuando empecé en esto las páginas web estaban en pañales, eran muy sencillas y era frecuente que una sola persona hiciera una web entera. Pero luego la cosa se fue ampliando y complicando y hoy por hoy lo normal, es que solo hagas una parte, en la que lógicamente te especializas.
- Y ahí decidiste hacerte maquetador, y meterte con el html, el css y el javascript, supongo. Dime una cosa, ¿Cual es tu framework favorito?

La miró fijamente y con frialdad.

- Qué frío hace aquí. - dijo nerviosa intentando desviar mi atención – ¿Me prestas tu chaqueta? O incluso podrías abra…
- ¡Así que se trataba de eso! - la interrumpió con furia – ¡Tú, no has venido aquí a tener una cita conmigo! ¡Eres una reclutadora de recursos humanos!
- ¡No, claro que no! En todo caso soy una human resources manager and headhunter.
- No me vengas con anglicismos. ¿Esto no era una cita, verdad? Solo una maldita entrevista de trabajo.
- Sí. - admitió ella – Hoy en día es más fácil conseguir un buen novio que un maquetador web competente.
- No me lo puedo creer.
- Es en serio, tios guapos hay a patadas, gente con más de quince años de experiencia en el sector como es tu caso, no hay tantos. Así que me apunté a esa aplicación de citas. Sabía que encontraría un montón de informáticos, no ligáis ni a tiros.
- Eso es un topicazo.
- Y sin embargo aquí estás. Pero oye la buena noticia para tí es que te traigo una oferta muy interesante. He cotilleado tu perfil en Linkedin y has trabajado en proyectos muy importantes, así que puedo ofrecerte...
- Olvidalo. - dijo con cansancio. - Me voy a mi casa. Haz el favor de perder mi número de teléfono.

Se levantó para irse.

- Oye antes de que te largues. Dime, ¿cómo me has descubierto?
- Estabas demasiado interesada en mi trabajo y sabías que yo soy maquetador web, aunque yo no te lo había dicho.
-  Yo y mi bocaza, siempre me pierde. En fin, ¿seguro que no quieres escuchar la oferta?

Se dio la vuelta sin responder.

- ¿Te he dicho ya que además de un buen sueldo, te ofrecemos días de teletrabajo?

Se frenó en seco y la miró a los ojos. Ella le mantuvo la mirada.

- ¿Cuantos días de teletrabajo a la semana dices que me ofreces?

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