Pd1: Gracias a mis compañeros de rol por participar en estas aventuras y a sus respectivas parejas por su infinita paciencia. ;)
Pd2: Agradecimiento especial a ErGon, suya fue la idea de contar en forma de relatos nuestras aventuras y además ha tenido a bien hacer las correcciones oportunas, tanto a este texto como al capítulo anterior.
Pd3: Próximamente nuevas aventuras de nuestros héroes. Permanezcan atentos. :)
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Los viajes hiperespaciales suelen ser aburridos. Para poder
viajar a velocidades superiores a la de la luz, lo que es un requisito
indispensable si se quiere recorrer la galaxia en cuestión de días en lugar de
tardar miles de años, las naves espaciales deben entrar en una dimensión
paralela conocida vulgarmente como hiperespacio. Las velocidades que allí se
alcanzan son inimaginablemente elevadas, por lo que la ruta a seguir debe estar
planificada por una computadora que debe realizar centenares de complejos
cálculos, que un ser orgánico no sería capaz de abordar.
Todo esto, unido al hecho de que las vistas en el
hiperespacio son bastante tediosas, no se pueden distinguir ni estrellas,
planetas o nebulosas, sino que todo el paisaje se resume en blancas líneas de
luz, hace que el viaje se convierta en algo muy poco atractivo. A menos claro,
que surja algún tipo de complicación.
Este viaje a bordo de la lanzadera imperial, se estaba
haciendo demasiado interesante.
- ¡Maldita sea! – masculló Jusel. – El distribuidor de
energía de esta nave tiene más fugas que una prisión sin muros ni guardias.
- ¿De dónde salen tantas averías? – protestaba BN3K,
mientras reprogramaba por tercera vez el soporte vital. – Durante nuestra huida
del planeta apenas nos alcanzaron los disparos de esos imperiales. Esto no
debería estar en tan mal estado.
- No es eso, sencillamente esta nave es una chatarra. –
sentenció Jusel.
- Creo, que Tanoom no le robó esta lanzadera al Imperio, se
limitó a comprarla en un desguace.
Korso, asomó la cabeza, desde detrás de un mamparo.
- ¿Necesitáis ayuda? Podría…
- ¡No! – respondieron Jusel y el androide al unísono.
- Pero…
- Todos recordamos lo que pasó la última vez que ajustaste
los controles ambientales. – regoznó BN3K.
- Un poco de frío no hace daño a nadie. – se defendió Korso.
- Se me congelaron los sensores auditivos.
- Y yo sufrí una hipotermia.
La alerta de proximidad libró a Korso de la necesidad de
responder.
- Por fin hemos llegado al Sistema Lashbane. – dijo Jusel
dirigiéndose hacia la cabina. – Preparados para salir del hiperespacio.
Los motores ronronearon suavemente y las tediosas líneas
blancas del hiperespacio dieron paso al firmamento estrellado.
La lanzadera se encaminó al tercer planeta del sistema, una
enorme bola rojiza surcada por mares de color esmeralda.
El Ala X de Chrow se acercó a la lanzadera y en seguida los
estentóreos rugidos del wookie surgieron por el comunicador.
- ¿Cómo que tienes que irte? – protestó Jusel – Esta es tu
misión, nosotros sólo teníamos que echarte una mano.
La respuesta del wookie sonó compungida, pero firme.
- ¿Una emergencia? Está bien, nosotros terminaremos tu
misión. Pero nos deberás una.
Chrow rugió satisfecho.
- ¿Una ronda de
cerveza coreliana? Te va a costar bastantes rondas. -Replicó Korso.
El wookie soltó una alegre carcajada y gruñó una despedida
en su gutural idioma. Su Ala-X saltó al hiperespacio con un suave fogonazo.
- Yo no bebo cerveza. – protestó débilmente el droide.
- ¿Y a quién le importa? – respondieron al unísono Jusel y
Korso.
Mientras la lanzadera se dirigió al planeta. El tráfico de
entrada y salida de naves era bastante fluido y no les costó demasiado obtener
permiso para aterrizar en el espaciopuerto principal.
Korso y BN3K se prepararon para salir de la nave, pero Jusel
se limitó a coger su caja de herramientas.
- ¿No vienes? – le preguntó el androide.
- Será mejor que me quede a arreglar este trasto. Si tenemos
que librar otro combate, no tendremos tanta suerte como la última vez.
- De acuerdo. Nosotros iremos a encontrarnos con ese tal Kre’lis.
- ¿Os acordáis de la contraseña acordada?
- Si, tranquilo. – respondió Korso.
La plataforma de atraque estaba despejada. No había ni
rastro del contacto.
- ¿Y ahora qué? – se preguntó el droide – En teoría no
debemos buscar a nuestro contacto. Él debe encontrarnos a nosotros.
- No te preocupes. Sólo tenemos que seguir el procedimiento
estándar.
- ¿Procedimiento estándar?
- Si, nos vamos a la cantina más cercana y esperamos.
- No creo que eso sea…
La puerta de acceso a la plataforma se abrió en ese instante
y entraron cuatro soldados de asalto imperiales, seguidos de un oficial.
- Esto se pone interesante. – susurró el droide.
Antes de poder decidir que iban a hacer uno de los soldados
de asalto se adelantó hacia ellos.
- El comandante. – dijo señalando al oficial que venía tras
él – quiere hablar con ustedes.
- Como no. - Respondió Korso, tratando de mostrarse
despreocupado. BN3K permaneció a su lado con frío silencio mecánico.
El oficial se acercó pausadamente y les echó un rápido
vistazo. Cuando se dio por satisfecho, empezó a hablar.
- Buenos días. ¿Serían tan amables de decirme de dónde
vienen y cuál es el motivo de su estancia aquí?
Por un momento Korso pensó en dar una procedencia falsa,
pero los imperiales no tardarían mucho en comprobar la veracidad de sus
afirmaciones.
- Venimos del planeta Leritor. Hemos sufrido unas averías en
nuestra nave y decidimos parar aquí para hacer las reparaciones necesarias.
- Interesante. Es raro, que pudieran salir de ese planeta,
puesto que se ha declarado un bloqueo en todo ese sistema. Por lo visto el Capitán
Tokha, está muy interesado en capturar a unos sujetos. Dos humanos y un droide.
- ¿En serio? – respondió Korso, tratando de aparentar
indiferencia.
- Dígame. ¿Cómo consiguieron saltarse el bloqueo?
- Nosotros salimos sin problemas del planeta. – respondió
BN3K – Supongo que el bloqueo se produjo después de nuestra salida del planeta.
- Eso es muy improbable. – replicó tranquilamente el oficial
Imperial.
Por un momento, Korso se quedó sin palabras, e
instintivamente su mano se acercó a la pistola blaster que colgaba de su
cinturón. Los soldados lo notaron y se pusieron en guardia.
- Yo que usted no haría eso. – dijo tranquilamente el
oficial.
BN3K llevaba un rato pensando en la situación, y había algo
que no le cuadraba. Los imperiales no deberían estar tan preocupados sobre el
lugar de procedencia de su viaje. Deberían estar más centrados en averiguar por
qué dos civiles tienen en su poder una lanzadera imperial.
- Haríamos bien – dijo el androide, mientras miraba
directamente a su compañero – en calmarnos y pensar mejor en lo irónico
de esta situación.
Korso le observó un segundo sin comprender, pero enseguida
se hizo la luz en su cerebro.
- Es verdad. – dijo retirando la mano del blaster y marcando
con especial énfasis sus siguientes palabras – Realmente sería una fuerte ironía si acabáramos a tiros por
un malentendido.
- Ciertamente. –dijo el oficial con una sonrisa- La ironía
del Imperio empaña la libertad del fuerte.
Tal y como había sospechado BN3K, habían encontrado a su
contacto. Todos se relajaron notablemente.
- Creíamos que no iban a llegar. – dijo el oficial – Nos
dijeron que tuvieron un buen combate en órbita.
- Un par de cazas y un interceptor. Nada que no pudiéramos
manejar. – presumió Korso.
- No te olvides del destructor estelar y las patrullas en
tierra. – aportó BN3K.
Uno de los soldados de asalto silbó asombrado.
- ¿Lograsteis saltar el bloqueo con esa chatarra? – dijo
señalando a la lanzadera.
Korso se limitó a encogerse de hombros y sonreír.
- Dicen que el Capitán Tokha está furioso y desesperado por
encontrar a unos contrabandistas que le fastidiaron un negocio muy importante.
– Aportó otro soldado – ¿Fuisteis vosotros?
- ¿Tokha? – le susurró Korso a su compañero androide,
mientras volvía a encogerse de hombros - ¿No se llamaba así aquel oficial imperial
al que le fastidiamos aquella operación minera?
- Sí. – le respondió con un siseo metálico. – O es un tipo
muy rencoroso o aquel negocio era más importante de lo que parecía a primera
vista.
- Creo que tienen algo para mí. – interrumpió el oficial.
BN3K le dio el paquete que les había entregado Tanoom,
dentro del cual había un fragmento de lo que parecía ser una caja de datos. Las
cajas de datos, eran pequeños cubos, del tamaño aproximado de un puño. Solían
estar equipados con un disco duro para almacenar información, un puerto de
conexión, una batería y un proyector holográfico para mostrar la información.
En realidad eran una copia tecnificada de los antiguos holocrones jedi. Servían
para almacenar información de forma segura, ya que solían llevar un excelente
cifrado. Este modelo en concreto, tenía la capacidad de dividirse en tres
fragmentos y solo permitía acceder a la información cuando las tres partes
estaban ensambladas entre sí.
El oficial extrajo un segundo fragmento y procedió a unirlo
con el que le había entregado el androide. Ambas secciones se ensamblaron sin
problemas.
- Excelente. Ahora solo queda que llevéis estos dos
fragmentos a Bothawi. Aisk Kre’lis os espera allí con el tercer fragmento. –
dijo mientras le daba a Korso la caja de datos. – Es fundamental que esto
llegue a sus manos lo antes posible.
- ¿Se puede saber qué información contiene? Por una vez me
gustaría saber porque estoy arriesgando la vida.
- Lo cierto es que no lo sé. Lo único que tengo claro es que
es información de alto secreto del imperio. Un encargo del Emperador en
persona. Así que mejor será que lo manejéis con cuidado.
Korso no pudo reprimir un escalofrío. Si la mitad de las
cosas que había oído sobre el Emperador eran ciertas, el contenido de esa caja
sería altamente peligroso. En ese momento, su
instinto le advirtió de que algo iba mal. Dejándose llevar por la
Fuerza, su mano agarró el blaster de su cartuchera y sin apenas mirar disparó a
una oscura esquina de la plataforma de atraque. Una sonda imperial de espionaje
reventó en una pequeña explosión.
- A veces me das miedo. –dijo BN3K – Y eso que soy un
androide.
- A veces me doy miedo. - respondió sinceramente Korso.
- ¿Cómo demonios...?- acertó a exclamar el oficial. – Es
igual. – dijo recuperando la compostura. -
No creo que haya tenido tiempo de informar sobre nosotros, pero por si
acaso deberíais cambiar de nave. De todas formas, ya se ha corrido la voz de
que una lanzadera escapó del bloqueo y el Imperio está revisando todas las que
hay en este sector. Afortunadamente tenemos un par de cargueros, os prestaremos
uno.
Korso y BN3K, corrieron en la lanzadera para recoger sus
pertenencias y avisar a Jusel.
- ¿Estáis de broma? – protestó el contrabandista – Acabo de
reensamblar este trasto. Lo he dejado mejor que nuevo.
Un cable de conducción de energía se soltó en ese momento,
dejando el interior de la lanzadera a oscuras.
- ¡Ni una palabra! – amenazó Jusel.
Los tres compañeros salieron a la plataforma, donde les
esperaba el oficial imperial y los soldados, los cuales les escoltaron a otro
hangar. Allí estaba un carguero modelo VCX-100.
Carguero VCX-100 (Sombra Furtiva) |
- Bonita nave. – dijo BN3K – Un modelo estupendo.
- Caballeros, este es el Sombra Furtiva. Por favor, trátenlo
bien.
- No os acostumbréis a esta chatarra. – resopló Jusel – En
cuanto terminemos este encargo recuperaremos mi nave.
- No sé yo, si Tanoom conseguirá recuperarla. Yo en tu lugar
me iría haciendo a la idea de cambiar de nave. – le respondió Korso
- ¡Ni lo sueñes!
El grupo se despidió rápidamente del oficial imperial y sus
hombres y montaron en el carguero espacial. El Sombra Furtiva no era una nave
demasiado moderna, pero estaba bien cuidada y en mucho mejor estado que la
lanzadera.
Jusel fue directo al asiento del piloto e inició el despegue
con cierta brusquedad.
- ¡Hey! – protestó BN3K desde el asiento del navegante. –
Creía que eras un buen piloto.
- ¡No es culpa mía! Los mandos de esta cosa son demasiado
sensibles.
- No es que sean muy sensibles, es que los mandos de
dirección del Pájaro Escurridizo son más duros que un asteroide.
- Ni una palabra más o te echo de una patada.
Korso se fue a la torreta, activó el intercomunicador y
empezó a dar energía a los cañones. Su instinto demostró estar una vez más en
lo cierto, pues nada más alcanzar la órbita del planeta, los sensores de la
nave avisaron de dos cazas interceptores en rumbo de colisión con el carguero.
Y en el horizonte se divisaban las siluetas triangulares de tres inmensos
destructores estelares.
- ¿Cómo van esos cálculos de astronavegación? – preguntó
Korso desde la torreta.
- Cinco minutos. – respondió BN3K, que se afanaba con el
computador de navegación.
- Chicos este cubo de lata no tiene escudos deflectores. –
anunció Jusel – Un par de disparos directos y estamos fritos. Otra razón más
por la que el Pájaro Escurridizo es mejor que el Sombra Furtiva.
- ¡Cállate! – le respondieron al unísono sus compañeros.
Los dos interceptores alcanzaron rápidamente al Sombra y
dispararon al unísono. Jusel los esquivó con una agresiva maniobra. Los motores
gruñeron por el esfuerzo. Korso se concentró en el movimiento de uno de los
cazas ignorando todo lo demás. Lo fijó en la mira del cañón laser y le envió una
salva de fuego laser. La nave imperial no pudo soportar el ataque y quedó
volatilizada en el espacio.
Pero el otro caza no se dio por vencido, aprovechando su
mayor velocidad y maniobrabilidad se colocó en la parte ventral del Sombra
Furtiva y disparó una ráfaga que Jusel no pudo esquivar. Las luces del carguero
se apagaron, dejándolo sólo con la iluminación de emergencia, uno de los
estabilizadores laterales quedó destrozado comprometiendo la maniobrabilidad de
la nave y los pitidos de alerta se oyeron por toda la nave.
- ¡Otro impacto como ese y estamos muertos! – gritó Jusel.
- ¡Aguantad! – respondió BN3K – ¡En dos minuto tendremos los
cálculos de navegación y podremos saltar al hiperespacio!
Las dos naves se enzarzaron en una danza mortal. El caza
imperial usaba su velocidad para encarar el lado más vulnerable del carguero y
así enviarle una última ráfaga letal, mientras Jusel daba bandazos de un lado a
otro, tratando de evitar que su enemigo pudiera enfilarlos.
- Cuando te avise. – dijo Korso- Deja de dar tumbos y mantén
el rumbo.
- ¿Estás loco? – respondió Jusel. – Nos vaporizará.
- Confía en la Fuerza.
- ¡Maldita sea tu Fuerza!
- ¡Ahora!
El contrabandista enderezó la nave. El caza imperial quedó
justo enfrente de la cabina con los cañones apuntando al frente. Él y BN3K se
prepararon para morir. Pero Korso fue increíblemente rápido y de un certero
disparo destruyó a su enemigo.
- Un disparo fantástico. – dijo el droide con admiración
robótica.
- No vuelvas a pedirme algo tan absurdo en tu vida. – pidió
el contrabandista.
Un pitido del computador de navegación les avisó de que ya
podían saltar al hiperespacio. Las estrellas se convirtieron en tediosas líneas
blancas y la calma se impuso en la pequeña nave.
El viaje hasta Bothawi, fue tremendamente tranquilo. Jusel y
BN3K se dedicaron a hacer reparaciones de emergencia, mientras Korso intentaba
no tocar nada. Para cuando llegaron a su destino, habían conseguido restaurar
las luces y el estabilizador lateral había sido más o menos remendado.
- La verdad es que no es mala nave. El casco es sólido, otra
nave no hubiera aguantado este castigo. – reconoció a regañadientes Jusel. -
Aunque el Pájaro Escurridizo también lo hubiera aguantado. – se apresuró a
añadir.
Aterrizaron en el espaciopuerto principal de Bothawi, sin
demasiados inconvenientes.
- Esta vez deberíamos contratar a un mecánico. – dijo Jusel
mientras salían de la nave.
- Sí y habrá que cambiar ese estabilizador, no creo que el
parche que hemos hecho aguante.
Un grupo de mecánicos bothan, les esperaba en la entrada del
hangar.
- El encargado del espaciopuerto quiere hablar con ustedes,
nosotros nos encargaremos de las reparaciones.
- Pero si nosotros… - empezó a decir Korso
- No se preocupen. – le interrumpió uno de los mecánicos –
El coste de las reparaciones ya ha sido abonado.
- En ese caso, procedan libremente.
Al salir del hangar les esperaba otro bothan, quien
seguramente era el encargado del espaciopuerto y un wookie que les resultó muy
familiar.
- ¡Chrow! Te has perdido toda la diversión. – le dijo Jusel.
- ¿Dónde estabas? Tu Ala-X nos hubiera venido muy bien.
El wookie lanzó un gruñido de disculpa. Seguido de una larga
explicación.
- Sí, ya veo que tú también has tenido lo tuyo.
- Si fueran tan amables. – interrumpió el encargado. – Será
mejor que sigan esta conversación en otro lugar más oportuno.
El grupo se subió a un aerodeslizador, que les llevó hasta
un lujoso edificio, con aire señorial. Una vez dentro, les llevaron a un lujoso
salón, donde les esperaba otro bothan. Por sus ropas se podía adivinar que
pertenecía a la aristocracia.
- Soy Aisk Kre'lis. – se presentó omitiendo cualquier
ceremonia. Estaba claro que estaba deseoso de ir directamente al grano.
En su mano llevaba un fragmento de una caja de datos. Sin
decir una palabra, Jusel le entregó los dos fragmentos restantes. En cuanto
ensambló los tres trozos, la caja de datos emitió una serie de zumbidos.
Kre'lis pulsó un botón en una de las caras de la caja y esta proyectó una
imagen holográfica de una gigantesca estación espacial. Era casi una esfera,
con una trinchera ecuatioral y en la parte superior había una especie de cráter
en cuyo interior se albergaba un poderoso cañón. También se proyectaron un
montón de textos con especificaciones técnicas. El bothan los examinó por
encima y silbó entre admirado y aterrado.
- Tiene el tamaño de una luna pequeña, y el poder necesario
para destruir un planeta entero.
- ¡Imposible! - exclamó Korso – No existe una nave capaz de
hacer eso.
- No solo es posible sino, que ya están finalizando su
construcción. Haré llegar esto a la Rebelión, lo antes posible. Ellos
encontrarán la forma de parar esta locura. - sentenció Kre'lis. - Ellos sabrán
como destruir esta Estrella de la Muerte.