7/28/2006
Cerrado por vacaciones
Como en mi casa no tengo conexión a internet, pues como que no voy a publicar ningún relato hasta mi regreso, allá por la última semana de agosto. En cualquier caso, aprovecharé para descansar, pero también para escribir, así que espero poder haceros más llevadero, el regreso al curro.
Así pues, sólo me queda daros las gracias, a todos los que os habéis dignado a perder vuestro valioso tiempo, leyendo mis desvarios y dejando vuestros valiosos comentarios. Gracias de corazón, significa mucho para mí.
Bueno, pues nada más, que paseis un buen veranito. Nos vemos en septiembre.
7/19/2006
La ira de Roblenegro
Es en este momento, en el que veo acercarse de forma inminente el fin de mi existencia, cuando percibo mejor, la alocada sucesión de acontecimientos que han marcado mi vida pecadora. Mientras permanezco en mitad del extenso Mar del Caribe, sustentado únicamente por un trozo de madera, examino las acciones que me han traído a este día fatídico y trato de hacer una última limpieza de mi alma, manchada por los siete pecados, antes de presentarla ante el Ángel de las Tinieblas, con quien de seguro despacharé esta noche la cena.
El principio de nuestro fin, empezó hace casi dos meses, cuando uno de los mayores diablos que jamás hayan surcado los océanos, empezó a perseguir al “Libertador”, mi querido barco, que ahora yace en su inmortal tumba acuática, a mil pies de profundidad, justo debajo de mí. Este engendro de Satán, conocido como el Capitán Roblenegro, mandaba el “Ejecutor”, un impío navío, manufacturado por los cien veces malditos navieros portugueses. Algunos dicen, que su nuevo diseño de la quilla y su configuración de mástiles, única en el mundo, son lo que la convierten en la nave más veloz de cuantas han existido. Pero yo sé, que lo que hinchaba sus velas, son los vientos de perdición que soplan desde el mismísimo infierno. Y esto es lo que le permitió, darnos caza durante esos dos meses.
Siempre parecía estar un paso por delante nuestro, se adelantaba a todos nuestros movimientos. Nos esperó en Veracruz, nos persiguió por todo lo ancho del caribe español. Nos dio caza de forma incansable, no permitiéndonos tiempo para repostar, pero sin entablar combate directo. Debilitándonos, dejándonos sin provisiones, bombardeándonos desde la lejanía, con sus cañones de mayor alcance, no ya para hundirnos, sino para privarnos del descanso, minando así nuestra moral. Aunque su velocidad demoníaca, le permitía alcanzarnos con facilidad, jamás lo intentó. No quiso darnos una pelea justa.
La moral decayó rápidamente entre los hombres y la amenaza constante de un motín, no me dejaba un momento de respiro. Los marinos, al fin, supersticiosos y cobardes, creían que eran mis decisiones como capitán, lo que habían motivado a Satanás a abandonar el infierno, para perseguirnos.
Decidimos pasar, por una sección de arrecifes coralinos, dado que al tener nuestro navío, menor calado que el suyo, teníamos la esperanza de que embarrancase, pero que me arranquen los dedos de los pies con una hoja candente, si aquel barco embrujado, no pasó por entre los corales, sin arañar siquiera su casco.
Por fin, a los dos meses, de iniciar su terrible persecución, el mezquino Roblenegro decidió atacarnos. El Ejecutor, se puso al fin a tiro y ambos barcos, orzamos para ponernos en paralelo. Sus cañones eran disparados con inhumana puntería, su primera ráfaga, destrozó nuestro palo mayor, y desmontó la mitad de nuestra artillería. El casco de esa siniestra nave negra, debía de ser de un material de otro mundo, pues apenas notó nuestra andanada. Pronto, habíamos perdido casi todas nuestras defensas y no tardaron en abordarnos y darnos caza. La maldad de su capitán, impregnaba a sus hombres, que no dudaron en desmembrar a mi debilitada tripulación, dejándome a mí como único superviviente.
Y finalmente, el mismísimo Roblenegro vino a enfrentarse a mí. Pese a mi experiencia como espadachín, jamás me había enfrentado a un rival como aquel. No cesaba de reírse en todo momento, burlándose de mí y de mi pobre esgrima. En verdad se movía como un demonio, lanzando mil estocadas, imposibles de detener. Podría haber acabado conmigo, desde el primer golpe, pero parecía deleitarse en producirme pequeñas heridas, como aguijonazos de avispas, que me arrebataban el alma. Cuando se cansó de jugar conmigo, me desarmó con un rápido movimiento y sus hombres me apresaron y cargaron de cadenas.
Rápidamente, confiscaron el cargamento de oro y lo llevaron a su nave. Después, cargaron de explosivos la santabárbara del Libertador e hicieron volar en mil pedazos, el último residuo de mi alma. Atado al palo mayor del Ejecutor, fui obligado a contemplar, el hundimiento de todo cuanto era amado por mi corazón pecador.
- Ethan Blackmore – me decía mi diabólica némesis – también conocido como “El Capitán Negro”, corsario bajo el pendón de la Reina de Inglaterra. En los dos últimos años, has atacado a no menos de 12 navíos españoles, robado sus preciadas cargas, que pertenecían a la augusta Corona Española. Por estos actos, deberías ser llevado a tierra y ahorcado como el perro que eres. – hizo una pequeña pausa, para dar tiempo a sus palabras a que se hundieran como puñales en mi alma.
- Pero, lo cierto es que me parece pequeño castigo para tus crímenes, así que te tengo preparado algo especial.
Por eso ahora, estoy encadenado a un madero, en mitad del mar, a más de setecientas millas de cualquier costa. Pero no ha de preocuparme la sed o el hambre, pues, los tiburones ya han olido la sangre que mana de mis heridas, y ya veo la primera aleta acercándose a mí. He de decir, que al oír en boca del maldito Roblenegro, las acciones de mi vida como corsario, no me parecieron tan horribles, como las que había llevado a cabo aquel siniestro personaje, en nombre de una supuesta justicia. Es cierto que soy un vil y despreciable pirata, pero incluso los de mi calaña tenemos normas.
Aquí llega el primer tiburón. Rezo, no para pedir clemencia de mi alma pecadora, que de seguro irá al infierno, para servir de alimento a los demonios, sino para que el primer mordisco sea certero y me envíe rápidamente a solucionar mis cuentas a la otra vida.
Por fin, llueve.
Afortunadamente, no hay mal que cien años dure, así que finalmente, he logrado escribir un relato corto y que en mi inmodesta opinión no está del todo mal. No estoy seguro de si el ritmo, ha sido el adecuado o de si debería haber descrito en mayor detalle algunas cosas. Tal vez, lo reescriba en un futuro, haciéndolo más largo y describiendo la historia en mayor detalle, pero de momento, lo dejaremos tal cual. Como siempre, serán los futuros lectores, los que darán su opinión y determinarán si el esfuerzo de leerlo, ha merecido la pena. De momento, ya he recibido una primera crítica positiva, de mi buen amigo Garlick (gracias por todo bro, te debo unas cañas) ;)
En fin, el relato nos situa en los tiempos, en que los piratas ingleses, acosaban a los galeones españoles, que volvían a la madre patria, con el oro saqueado de las indias. Si estais pensando que estoy influenciado, por el próximo estreno de Piratas del Caribe 2: El Cofre del Hombre Muerto, acertais plenamente ^_^
Solamente me queda, dar las gracias a todos los que os tomais la molestia de leer mis relatillos. Y ahora, sin más dilación os dejo con el relato.
7/06/2006
Los guardaespaldas están nerviosos, sus instintos les advierten de que la muerte les acecha entre tinieblas, los espíritus murmuran que su destino final está próximo, aun así permanecen fieles a su protegido, no huyen, afrontarán su suerte. Honro en silencio su sacrificio, no sufrirán, lo haré rápido, porque yo soy la sombra que susurra en su oido, yo soy la oscuridad que anega sus almas, yo soy la noche, yo soy la muerte.
Lo único que sienten los guardias es el frio de mis aceros, desgarran su carne, poco a poco los lupinos van cayendo, la mayoría no tiene tiempo de cambiar a su forma guerrera, mueren antes de saber que les ha atacado.
Ya sólo queda un guardaespaldas y junto a él mi auténtico objetivo, puedo oler su miedo, sabe que su muerte se acerca. El último lupino se interpone entre mi presa y yo, ya está transformado. Mejor, no me gusta que me lo pongan demasiado fácil. ¿De qué va disfrazado? ¿De samurai? No importa, incluso en su forma guerrera y armado con katana y wakizashi, no es rival para mí. Yo también domino las artes marciales, y la experiencia de los siglos, me da ventaja frente a cualquier peluche hipertrofiado.
Nos medimos, con la mirada, no es como la mayoría de los perros, que suelen estar dominados por una rabia sin límites, este está calmado, no hay miedo ni odio en su mirada, sólo una firme determinación. “No pasarás” dice su mirada. Ya lo veremos, mi víctima sale por fin corriendo, intento ir tras él, pero su guardaespaldas se interpone.
0 Minutos, 0 segundos.
Trato de esquivarle, no es mi objetivo, pero vuelve a ponerse en medio. Sigue sin atacar, sólo cubre la retirada de su amo. Bien, lo haremos a tu manera.
0 minutos, 24 segundos.
Finto, ataco. Él bloquea mis golpes, es bueno, es muy bueno. Pelea al modo tradicional, tal y como Miyamoto Musashi enseñaba, fue el primer kendoka japonés en usar las dos espadas en combate.
1 minuto, 16 segundos.
Los que me conocen, creen que porque siempre utilizo los sais, no conozco el uso de otras armas, pero yo he estudiado todas las técnicas, así que se unos cuantos trucos. Bloqueo su wakizashi con mi sai derecho y su katana con el izquierdo, rápidamente lanzo una patada, por increíble que parezca, la bloquea con su pie, nos separamos, vuelvo a atacar, finto, ataco.
1 minuto, 57 segundos.
Soy más fuerte que él, soy más rápida, pero es como si intuyese todos mis movimientos. Su técnica de ataque es casi perfecta, incluso mejor que la mía.
2 minutos, 8 segundos.
Las técnicas convencionales no sirven, he de improvisar, adaptarme, vencer. Acelero mis movimientos, mis golpes se vuelven cegadoramente rápidos, cambio todas mis técnicas, me vuelvo impredecible incluso para mí misma. Mi adversario empieza a flaquear, un golpe atraviesa su guardia, la sangre mana de su costado izquierdo, pero sigue en pie, esquivando, bloqueando.
2 minutos, 41 segundos.
Al fin le tengo, un sai se clava en su pierna derecha, el otro en su hombro izquierdo. El guardaespaldas se derrumba, sus armas caen al suelo, salto por encima de él, para ir tras mi auténtica presa, pero aún tiene fuerzas para agarrarme del tobillo con su brazo sano y retenerme.
2 minutos, 52 segundos
Trato de zafarme, pero se mantiene firme como el acero. Con el pomo de mi sai le golpeo en la cabeza, una vez, otra vez, por fin me suelta.
3 minutos, 0 segundos.
- He ganado - dice, entre murmullos.
- ¿Qué dices? – le miro con furia, pongo mi sai en su garganta – vas a morir ahora.
- Cierto – responde con una dolorida sonrisa – pero ya han pasado más de tres minutos. Yo gano.
- ¿Estás loco? – le digo sin comprender – Yo soy Ana, la cazadora y tú sólo has retrasado lo inevitable.
- En eso consiste la vida – me dice con suavidad – en retrasar lo inevitable. Tres minutos, eso es lo que necesita el servicio de seguridad de mi jefe para… meterle en un transporte y llevárselo lejos de tu alcance – un ataque de tos detiene su discurso por unos momentos – me llamo Usagi y soy un guardia de tres minutos. Puedes matarme si quieres, pero yo… he cumplido mi misión. Tres… minutos… yo… gano.
Se ha desmayado, le miro con mis armas apoyadas en su cuello, dispuestas para decapitarle.
3 Horas, 2 minutos, 59 segundos.
Limpio mis sais en el abrigo de mi presa muerta. Ha costado un poco encontrarlo, pero el resto de su servicio de seguridad, no estaba a la altura. Pienso, en el guardia que he dejado tirado en ese callejón, con el tiempo se recuperará de sus heridas, bien Usagi, tu cumpliste tu misión, le diste tres minutos. Yo he cumplido la mía, le he dado la muerte. Estamos empatados.
Usagi. ¿La última historia?
Como siempre, empecé con mucho ímpetu y escribí la historia titulada "Tres Minutos". En esta, Usagi actuaba como guardaespaldas de alguien (no sabemos quien y tampoco es que importe mucho). Debería haber sido la primera de una serie de historias, coprotagonizadas con los alterego de los Solitarios. La idea, era contarlas siempre, desde el punto de vista del personaje invitado, así iríamos viendo a Usagi, desde los ojos de los demás. Así podría describirlo desde diferentes perspectivas.
En el caso de esta historia, sería contada desde el punto de vista de Ana, una vampiro, que se empela como cazarrecompensas. Obviamente, al ser Usagi un guardaespaldas, la forma más fácil de enfrentarlos, era hacer que la presa de Ana, sea el protegido de Usagi.
Desgraciadamente y haciendo bueno el dicho de "tienes salida de caballo andaluz y llegada de borrico manchego", está es la única historia que escribí, dejando las de los demás Solitarios, en el tintero. Espero ponerme algún día y escribirlas todas.
Y ya, sin más dilación os dejo con la historia "Tres minutos".
7/05/2006
La Saga de Usagi. Capítulo 6 (y final).
El dolor de mi costado, me arranca poco a poco de mis amargos recuerdos. No estoy muerto, aún no. El angel vengador, a detenido su mano ensangrentada a pocos centímetros de mi corazón. Sólo la increíble resistencia de mi cuerpo licántropo, me mantiene con vida.
Lluviaenlacara tiene sus ojos muy cerca de los míos y me mira con tanto odio, tanta ira, que su mirada me traspasa y me llega hasta el alma, quemándola. No soy capaz de aguantar su furia y bajo la cabeza. Los segundos se alargan y parecen durar años. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Un nuevo dolor en el pecho me hace mirarla, pero no está acabando mi agonía. Retira sus garras de mi cuerpo, caigo al suelo. Me observa, por fin toma una decisión, me agarra un brazo, y con una de sus garras, graba en mi piel un complicado símbolo, mientras murmura antiguas palabras en la lengua de nuestros antepasados. Palabras que hablan de una maldición ancestral, palabras que hablan de destierro, de la pérdida de la propia esencia, de la vida en solitario, alejada de la manada. Me desmayo antes de que termine su maldición.
Cuando despierto, estoy sólo en mitad del bosque. La herida del costado sigue doliéndome, pero no es nada comparado con el dolor de mi corazón y de mi hombro izquierdo, lo miro y ahí está, el símbolo del destierro. A partir de ahora, no tengo derecho a pedir asilo a las tribus de licántropos, todos los hombres lobo, pueden percibir la presencia del símbolo, aunque no lo vean y se sentirán incómodos con mi sola presencia. Tal es, el poder de esta maldición. También he perdido mi verdadero nombre, jamás podré volver a utilizarlo. Esto que puede parecer un mal menor, es en realidad uno de los peores castigos que hay en mi raza, pues el linaje de mis ancestros morirá conmigo, los espíritus no volverán a hablarme, no encontraré la paz allí donde more.
Tal vez, algún día encuentre gente que me acepte, sin hacerme preguntas. Tal vez….
La Saga de Usagi. Capítulo 5
Lluviaenlacara corre hacia mí, el odio anega sus ojos y la ira amenaza con desbordarse por sus dilatadas pupilas, su cuerpo desencajado, se mueve con mortal eficacia, sólo hay una idea en su mente, la muerte. Su golpe impacta en mi costado, abriéndose paso a traves de mi piel y de mis costillas, las noto romperse, pero yo no hago nada. Aguardo el instante final en que la última luz se apagará y se llevará consigo mi agonía.
No siento el dolor del golpe, de la carne desgarrada o los huesos destrozados, sólo siento el sufrimiento de mi espíritu, de la pesada carga que soporta. Revivo aquella tarde, en que Risafuerte llegó a la manada con el rostro descompuesto, diciendo que un vampiro había matado a su padre, diciendo que no descansaría hasta acabar con esa sanguijuela, desmembrar su cuerpo y poner su hedionda cabeza como trofeo en su pared. Me escucho, diciéndole que el duelo había sido limpio, siguiendo las leyes de los desafíos, que la muerte de su padre había sido cosa del karma y que ningún honor hallaría en la venganza. Aún oigo sus gritos respondiéndome, que el Karma y los dioses podían irse al infierno y puedo verle ir al encuentro del vampiro, recuerdo mi vergüenza al ver a mi antiguo amigo ganar su duelo con trampas y como no quedó satisfecho con la muerte de su adversario. Como empezó a masacrar indistintamente a los vasallos del chupasangre, humanos inocentes que nada tenían que ver con la ancestral lucha entre licántropos y vampiros, como intenté convencerle de que abandonara su locura, como casi me mata, como agotó su cordura…
Aún puedo ver como cogía a aquel niño con la peor de las intenciones, aún siento mis garras destrozando el cuello a mi mejor amigo, poniendo fin para siempre a su pesadilla. Igual que ahora, Lluviaenlacara, está poniendo fin a la mía.
La Saga de Usagi. Capítulo 4
La lluvia me despierta. No sé cuanto tiempo llevo aquí, ni ya puestos, dónde es aquí. Sé que he estado corriendo mucho tiempo, pero no se cuanto, ni en que dirección. Me levanto despacio, dando tiempo a mi cuerpo. Me duele todo, como si me hubieran dado una paliza. Vuelvo a estar en forma humana, aunque mis ropas están hechas trizas. Eso es lo malo de ser un hombre lobo, que te gastas una fortuna en ropa.
Miro a mi alrededor y entonces es cuando la veo. Es una chica humana, muy joven, pero ya empiezan a vislumbrarse en ella las trazas, de lo que algún día será una gran mujer. Empiezo a balbucear una excusa, de porque estoy en medio de un bosque medio desnudo, pero me detengo. Hay algo familiar en ella, desde luego, no es la primera vez que la veo. Hago memoria, me la imagino con cinco años menos, con un par de trenzas y entonces la verdad me golpea con más fuerza que un mazo. Es Lluviaenlacara, me mira con odio, clavándome esos ojos grises como nubes de tormenta, que tanto me recuerdan a los de Risafuerte, su hermano.
Nos quedamos callados mirándonos, parece que el tiempo haya dejado de tener significado para nosotros. La lluvia sigue calándonos, recordándonos que el mundo no se ha detenido. Lluviaenlacara, da un par de pasos en mi dirección, pero vuelve a detenerse.
Le hablo, le digo que no tuve más remedio que hacerlo. Que de no haberle matado yo, mucha gente inocente hubiera muerto a sus manos, le juro que intenté razonar con él, la suplico que me crea, pero veo en sus ojos que no me está escuchando. La veo transformarse y adoptar la forma guerrera por excelencia de nuestra raza, la forma de la Rabia. No reacciono, la veo abalanzarse sobre mí, pero yo no me muevo, no soy capaz de hacer nada, se que voy a morir.
La saga de Usagi. Capítulo 3
Me lanzo al agua, el frío atraviesa mi pelaje y aguijonea mis músculos. Empiezo a nadar, pero la corriente es demasiado fuerte y me arrastra. Trato de salir a la superficie y respirar, lo consigo, aunque trago bastante agua en el proceso. La corriente me zarandea de un lado a otro y vuelve a hundirme. Por un momento, me siento tentado de dejar de luchar. La idea de morir, me resulta tentadora. No importa lo que hiciese Risafuerte, yo le he matado, era mi amigo, confiaba en mí y yo le he arrebatado la vida, es justo que ahora muera yo. Poco a poco dejo de nadar y me hundo como una piedra. Cierro los ojos…
Veo a Risafuerte, pero no está riendo, su alegre cara está crispada por la ira, sus ojos que siempre fueron claros, anegados de odio, sus manos que tendía para ayudar, de sangre inocente. Ya no ríe, sólo aúlla de rabia, poseido por el ansia de matar. También veo las caras, de aquellos que murieron bajo su mano, sin saber que había pasado, y finalmente vienen a mí, los rostros inocentes de aquellos a los que Risafuerte hubiera exterminado, de no haberlo matado yo antes.
Empiezo a nadar, con fuerza, por primera vez con auténtica voluntad de vivir. Logro llegar a la superficie, respiro hondo y sigo nadando. Poco a poco, logro imponerme a la corriente y llegar a la otra orilla. Salgo a trompicones del río. Miro hacia atrás, para ver si alguien me ha seguido, pero no veo a nadie. Aún así me adentro en el bosque. Corro, no dejo de correr. Tal vez, si corro lo suficiente, pueda dejar atrás mis propios fantasmas.
No sé cuanto tiempo llevo huyendo, pero finalmente, mi cuerpo dice basta y se niega a sostenerme. Me derrumbo en el suelo y pierdo el conocimiento.
7/04/2006
La Saga de Usagi. Capítulo 2.
Dicen, que la mejor solución a los problemas es enfrentarte a ellos, que huir de ellos no soluciona nada. Normalmente suelo estar de acuerdo con esta afirmación, pero cuando tus problemas consisten en una manada de licántropos, que te persiguen con la intención de quitarte el pellejo y ponerlo de adorno en su guarida, es cuando decides que ya te enfrentarás a tus problemas otro día, que hoy estás muy ocupado.
Corro, huyo por mi vida de traidor. Tal vez debería dejar que me alcanzaran y me mataran, así limpiaría mi crimen y podría renacer en la Gran Rueda de la Reencarnación. Pero sé que esa no es una opción. He asesinado a uno de ellos, a mi mejor amigo y lo volvería a hacer mil veces si pudiera. Ellos no pueden entender porque lo hice... si ellos supieran...
Me he descuidado, me he perdido en mis pensamientos y he bajado el ritmo de mi carrera. Me están dando alcance, Vientoveloz es el primero de la manada en alcanzarme, siempre ha sido el más rápido de todos. Yo estoy en la forma de la Rabia, la de un licántropo, una mezcla perfecta de lobo y hombre, que se yergue sobre dos patas, de más de dos metros, la mejor forma para luchar. Vientoveloz, ha venido en su forma de lobo completo, para poder correr a cuatro patas y aprovechar toda su velocidad. Pero esta vez, lo que siempre ha sido su mayor ventaja, se ha convertido en su perdición. Se ha adelantado al resto de la manada y me ataca en solitario. De pronto se da cuenta de su situación, pero ya es tarde, me doy la vuelta de repente y le asesto un puñetazo en la cabeza, cae al suelo derrumbado. Se levantará dentro de un rato, con un buen dolor de cabeza.
Vuelvo a correr, sé que la manada no se parará a ver el estado de Vientoveloz, seguirán en mi persecución, seguramente asumirán que lo he matado, eso les volverá rabiosos. La cosa se complica. ¿Dónde demonios está ese río?
7/03/2006
La Saga de Usagi. Capítulo 1
Capítulo 1:
Me persiguen, siguen mi rastro desde que salió la luna, incansables, sin piedad, impulsados por el odio ciego que sólo experimentan aquellos que una vez te llamaron amigo… pero que hoy te llaman traidor.
No son los vampiros, los que esta noche olfatean mi rastro, sino los mismos licántropos con los que crecí, el pueblo que me crió, la misma familia que me amó.
Corro, huyo de sus agudas garras que desean desgarrar mi carne, de sus mandíbulas que esperan destrozar mis huesos, de sus voces que hoy me llaman paria, traidor… ¡asesino! No puedo pararme, todo mi cuerpo me pide que me detenga que hable con ellos, que les explique porqué hube de hacerlo, porqué no me quedó otro remedio, porqué maté al que siempre ha sido mi mejor amigo, pero sé que si lo hago, no me escucharán, no me permitirán hablar, no me juzgarán. Me matarán rápida y fríamente, porque para ellos ya no soy un miembro de la tribu, ya no soy un hermano, sólo soy un proscrito un asesino. Y el castigo a mi crimen sólo puede ser uno, mi muerte. No se conformarán con menos, no les culpo, yo tampoco lo haría si estuviese en su lugar.
Oigo sus aullidos en la oscuridad, esa cacofonía que una vez fue música en mis oídos, retumba ahora como una marcha fúnebre, se están acercando, no he podido engañarles. Tampoco confiaba en poder hacerlo, ellos tienen a Rastroclaro, el mejor rastreador de la tribu. Ellos son al menos unos quince, tal vez más, no tengo posibilidad alguna…. o a lo mejor sí, a medio kilómetro hay un rio, que debido al deshielo baja crecido, casi desbordado, como todos los años por esta época, por eso he cogido esta ruta, si logro atravesarlo, ni siquiera Rastroclaro podrá olfatearme, siempre que no me ahogue en el proceso o muera congelado. Bien, basta de planes, es el momento de correr, respiro profundamente una vez y salgo a la estampida, inmediatamente oyen el ruido de mi carrera y me localizan, no son tontos, adivinan lo que quiero hacer y salen en mi persecución.
La saga de Usagi
Yo no fuí ninguna excepción, y después de unas semanas jugando, me empecé a adentrar en las profundidades del foro, allí conocí a diversas personas, gente realmente estupenda. Algunas de estas personas, nos organizamos en un clan, conocido como el Clan de los Solitarios, que con el tiempo creó su propio foro, fuera del ámbito del Bitefight.
Allí, empezamos a escribir, historias sobre nuestros alter ego en el juego, obviamente historias de vampiros y hombres lobo. En este entorno, empecé a escribir, lo que sería el origen de Usagi, un hombre lobo, de pasado oscuro, aunque con unos valores similares a los del Bushido, el código de honor de los antiguos samurais. De hecho, el nombre de Usagi, lo cojo prestado, del genial comic "Usagi Joyimbo", del siempre magistral "Stan Sakai".
Para inaugurar este blog de relatos, voy a empezar colgando el primer capítulo de la historia de Usagi. Espero que la disfruteis leyéndola, y recordad, que espero impaciente vuestros comentarios. Las críticas son tan bien recibidas como las alabanzas, al fin y al cabo, uno aprende más de los errores que de los aciertos.
Una Nueva Esperanza
Por si algún despistado ha llegado por aquí, buscando fotos de Jessica Alba y por un misterio de la vida, ha seguido leyendo hasta aquí. Decir, que aquí, lo único que encontrará son algunos relatos, normalmente de ciencia ficción o literatura fantástica, normalmente perpetrados por mí o por alguno de mis amigos, si es que me hacen tal honor. Vaaale, puede que alguna vez, ponga alguna foto de Jessica Alba, Scarlett Johanson o similares, que le vamos a hacer, uno tiene sus debilidades.
El avispado lector, descubrirá pronto que carezco de un estilo literario propio, una sentido de la estructura narrativa inexistente y un claro desconocimiento de las leyes de la ortografía o la gramática, que mi prosa existe en un universo donde la métrica y la rima son utopías inalcanzables y donde palabras como argumento, guión, suspense o dramatismo, han decidido tomarse unas largas vacaciones.
El que suscribe, no se hace responsable de la calidad de los textos, la veracidad de las anécdotas, ni de los daños mentales que de su lectura se deriben. Por supuesto agradeceré cualquier tipo de crítica constructiva, que se pueda hacer, si bien me reservo el derecho de no hacer ni caso de lo que se me diga. Avisados estais.
"Ronin" aka "Pifia" aka "Usagi" aka "El Maestro Pifia" aka "Eh tú" aka "Desgraciadoooo" aka ....