El Doctor Soymalote es un genio, un genio del mal, pero un genio a fin de cuentas. Ha tenido una idea fantástica para impulsar las ventas de sus androides letales y como siempre Aigor tendrá que llevarla a cabo como mejor pueda.
Versión de audio:
Versión escrita (aunque confiad en mí, esta vez es mejor la versión de audio) ;)
Medianoche en el castillo del doctor Soymalote.
- ¡Aigor!
- ¿Sí, Maestro?
- ¡He tenido una idea revolucionaria para impulsar las ventas de nuestros rob... androides letales!
- ¿De veras amo? ¿Va a bajar los precios?
- ¡Pero qué dices, cabeza de adoquín! No, vamos a hacer algo mucho mejor. A partir de ahora nuestros androides mortíferos incluirán una subrutina de baile.
- ¿En serio maestro?
- Pues claro. Hoy por hoy cualquier genio del mal tiene una legión turborobots megatrituradores revienta espinazos. Pero, ¿cuántos de esos saben bailar? Te lo digo Aigor, ¡los vamos a vender como churros!
Dos semanas más tarde en el castillo del doctor Soymalote.
- ¡Ja, ja! Lo sabía, nuestros pedidos han aumentado un 400%. Todo el mundo quiere nuestros droides matarifes bailongos. ¡Soy un genio! ¿Y bien Aigor, cuantas unidades hemos fabricado?
- Lamento comunicarle que ninguna, amo.
- ¿Cómo es posible? Este castillo está dotada de una cadena de montaje automatizada y modular, que permite crear rápidamente robots letales con poco trabajo. ¿Qué diantres ha pasado?
- Vera maestro. La línea automatizada de montaje es muy útil para crear diferentes tipos de androides asesinos. Pero estos suelen tener unas características estándar: blindajes pesados, gran cantidad de armamento... Pero para bailar necesitan ser livianos, tener articulaciones más flexibles... Hay que modificar toda la línea de montaje para que haga algo para lo que no está diseñada o mejor aún, dejar a parte el sistema automático y ensamblarlos de cero a mano. Casi tardaríamos menos.
- Error total. Si tenemos una línea de montaje hay que utilizarla, aunque solo sea porque me gasté un fortunón en ella. Así que hay que amortizarla, la usaremos hasta para preparar el desayuno si es preciso.
- Si, maestro, haré lo que pueda.
Cuatro semanas más tarde.
- ¡Aigor! Hoy es el día, no acepto más retrasos. Quiero ver esos androides dándolo todo en la pista.
- Sí amo, ¡prepárese para el ritmo! He preparado un par de coreografías distintas para que elija la que más le guste.
….
- ¿Aigor?
- ¿Sí, maestro?
- ¿Esta no es la música de West Side Story?
- Por supuesto amo. He pensado que si tenían que bailar, pero al mismo tiempo resultar rudos, pues...
- Veamos otra coreografía.
…
- Creo que esta le gustará más amo.
- ¿Fiebre del sábado noche?
- Fíjese, bailan igualitos que Tony Manero.
- Oye Aigor, no tienes algo un poquito más, no sé actual.
- Claro que sí amo, escuche que temazo.
- ¿Rasputín? Pero si esta música tiene más años que un bosque.
- Sí maestro, pero está remezclado por un dj de esos de moda y puesto al doble de velocidad, que es lo que se lleva ahora. Es super actual.
- Yo te mato Aigor, yo te mato.
4/20/2020
4/05/2020
Entrega especial: Más tomas falsas
Una nueva entrega de tomas falsas. Si la vez anterior estaban sacadas de las grabaciones del Podcasdrama del Escuadrón Delta, esta vez salen de Los Relatos del Padawan. Espero que os hagan reir.
Versión de audio:
(Lo siento, de esto no hay versión escrita, porque transcrito no tiene la misma gracia)
Versión de audio:
(Lo siento, de esto no hay versión escrita, porque transcrito no tiene la misma gracia)
4/03/2020
Escuadrón Delta: Episodio IX
Vamos con más aventuras del Escuadrón Delta. Esta vez Keyna y Ronin sostienen una interesante conversación, mientras acercan posiciones y también se disparan mutuamente. Y es que a estos imperiales no hay quien los entienda.
Versión de audio:
Versión escrita:
Los dos cazas tie volaban velozmente en una danza letal. Se perseguían el uno al otro lanzándose ráfagas, laser. Atacando y esquivando sin cesar. Un disparo rozó en el caza de Ronin.
- ¡Bantha poodoo! ¿Jefa, no podríamos hablar de esto? - suplicó el piloto.
- ¡Espabila pedorro, o te voy a hacer trizas! - respondió Keyna con fría ira.
- ¡Venga ya! Yo creo que podríamos estar en la cantina discutiendo esto con unos vinos de Mirial. ¿Qué le parece?
- A tí no te gusta el vino. - se burló la líder Delta mientras volvía disparar.
Ronin esquivó a duras penas la ráfaga.
- Y a usted tampoco, la he visto poner cara de asco, cuando cree que nadie la observa. Lo suyo con el vino es puro postureo.
- ¿Postureo? - rugió enfurecida – Solo me dan arcadas cuando ese maldito droide camarero se equivoca y me sirve vino sullustano.
- También la he visto quejarse con el vino Coreliano. - insistió Ronin mientras disparaba al caza de Keyna. El disparo falló por mucho.
- En Corelia no hacen vino, hacen pis de bantha.
Keyna hizo una rápida maniobra que le permitió ponerse detrás del caza de Ronin, disparó y esta vez acertó de lleno. En la nave sonó una alarma.
- Integridad del casco al 75%. - anunció la computadora de vuelo. - Sistema de puntería inhabilitado. Tiempo de reparación estimado 3 minutos.
- ¡Jefa! - gritó el piloto – ¡Se supone que esto es un entrenamiento! Tiene que bajar la intensidad de sus disparos al mínimo.
- Un entrenamiento no sirve de nada, si no sientes tu vida en peligro. ¡Esfuérzate!
- ¿Qué tal si me deja utilizar mi V-19? Al menos ahí tengo escudos, no como en este ataúd volador.
- Tu fe en esos escudos es tu debilidad.
- Y su fe en su acondicionador de pelo es la suya. Su melena no tiene volumen. - murmuró Ronin.
- ¿Qué has dicho? - la lider Delta ejecutó un tonel de 360 grados, mientras disparaba. Ronin solo logró esquivar la andanada en parte.
- Integridad del casco al 58%. Sistema de puntería inhabilitado. Tiempo de reparación estimado 2 minutos, 24 segundos. - anunció el computador, con implacable eficiencia electrónica.
- ¡Vamos! - exigió Keyna – Muéstrame esa “Fortaleza” tuya en acción. De momento no has logrado impresionarme.
- Fuerza. - la corrigió Ronin – Se dice la Fuerza. Y para ser sinceros, aún no entiendo como funciona. Raymius ha dicho que va a adiestrarme en su uso, pero aún no hemos empezado.
- Pues a mí todo eso me parece una chorrada. - dijo la Lider Delta con evidente ira en su voz. Acto seguido ejecutó una finta hacia abajo, pero Ronin no se dejó engañar esta vez.
- Si no la conociera bien, diría que está enfadada conmigo Jefa.
- ¿De veras? No se me ocurre porqué... Subteniente - respondió Keyna con sarcasmo.
- ¿Ya estamos otra vez? Eso no fue culpa mía. Yo no pedí el ascenso y mucho menos a un estúpido rango que no existe. Ahora todos los pilotos me odian, por no hablar del jefe de suministros, que se ha tenido que inventar una insignia nueva solo para mí. Con lo confuso que ya era de por sí el sistema de identificaciones del Imperio.
- Podrías haberte negado.
- Claro. Ya le dije que Raymius me dejaba elegir, entre obedecer ciegamente sus órdenes o ser ejecutado en el acto. Perdóneme por elegir la supervivencia.
- Ya veremos si sobrevives a este entrenamiento. - masculló Keyna.
- ¿Qué ha dicho?
El caza de la lider Delta desaceleró de pronto. La nave de Ronin que la perseguía de cerca, no frenó a tiempo y la rebasó, ofreciendo un blanco muy apetitoso a la experimentada piloto, quien no desaprovechó la oportunidad. Una nueva ráfaga surcó el espacio.
- Integridad del casco al 34%. Sistemas de puntería y eyección inhabilitados. Tiempos de reparación estimados.
Ronin consciente de que cuanta más energía utilizaran los sistemas de auto reparación de la nave menos potencia tendría en motores y cañones, desactivó las reparaciones en curso.
- Deberíamos usar droides astromecánicos. Igual que hacen esos malditos rebeldes. - susurró para sí mismo. Mientras desviaba la potencia auxiliar a los repulsores laterales, para ganar en maniobrabilidad.
Rápidamente ejecutó una serie de giros en zig zag, que le permitieron esquivar una nueva ráfaga.
- No está mal. - dijo Keyna – Pero todavía tienes mucho que aprender.
- Eso mismo me dijo Raymius.
Ronin se concentró, resultaba obvio que no era un rival para Keyna y menos con el sistema de puntería desconectado. Pero no estaba dispuesto a darse por vencido tan fácilmente. Además, él contaba con la Fuerza. Aunque aún no había sido adiestrado, ya había logrado usarla de manera instintiva. Había logrado anticiparse al peligro, aumentando su intuición a niveles casi sobrehumanos.
Respiró hondo y confió por completo en su instinto. Una sensación familiar de peligro inminente le embargó y un segundo antes de que Keyna iniciara su ataque, lo intuyó. La lider Delta amagó por estribor y atacó por babor, pero Ronin se anticipó, ejecutó un viraje muy cerrado, tanto que el compensador de inercia no pudo absorberlo y el piloto no pudo evitar golpear con su cabeza el costado de la estrecha cabina. Ronin ignoró el dolor y con los ojos casi cerrados disparó fiándose únicamente de su instinto.
- Integridad del casco al 93%. - Anunció el computador de vuelo del caza de Keyna.
“Ahora sí que la he cagado.” - pensó Ronin al ver que había logrado acertar al caza de Keyna. - “Me va a matar, o peor aún. Me tendrá toda la vida limpiando letrinas”.
- Muy bien. Se acabó el entrenamiento por hoy. - dijo Keyna con algo parecido al orgullo. - Te veo en la cantina cuando acabe el último turno. Esperemos que no esté ese maldito droide que sólo sabe servir pis de bantha. Y que hayan arreglado de una vez la maldita hologramola.
“¿Qué diablos acaba de pasar?” - se preguntó Ronin sin saber si debería alegrarse o asustarse.
Tras pasar varias horas de angustia vital, el piloto llegó a la cantina del destructor Nexu, a pesar de llegar 10 minutos tarde, Keyna aún no estaba allí. Aunque no se retrasaba ni un milisegundo en las misiones, sus momentos de ocio eran otro cantar.
Ronin buscó una mesa vacía y alejada del grupo principal. Antes de que tuviera tiempo de pedir nada, llegó el droide camarero con una cerveza.
- Menuda eficiencia. - susurró Ronin mientras bebía un buen trago, para medio segundo más tarde escupirlo como un surtidor- ¡Pero que es esto! ¿Aceite de motor?
- Por supuesto que no, señor. Es auténtica cerveza sullustana. Cortesía de sus compañeros de escuadrón.
Un grupo de cuatro personas en una mesa al otro extremo de la cantina le miraban con malicia. En ese momento llegó Keyna, quien se quedó un momento observando el estropicio antes de sentarse.
- ¿Va todo bien? - preguntó la lider Delta.
- Creo que mis compañeros de escuadrón ya se han enterado de mi ascenso a subteniente y me están felicitando.
- ¿Y qué esperabas?
Ronin iba a contestar pero se dio cuenta que el droide camarero seguía junto a ellos.
- Quiero una cerveza coreliana y... - miró a Keyna.
- Vino de mirial. - dijo la teniente al androide con voz amenazadora. - Y asegurate de no equivocarte esta vez.
- Sí, seño... estooo... sí, teniente.
El androide se marchó perseguido por la mirada fulminante de Keyna.
- Bueno, creo que tenemos una conversación pendiente. ¿No es así, subteniente?
- Por enésima vez, no me quedó otra opción. Raymius fué muy claro, o aceptaba todas sus condiciones o me liquidaba.
- Tienes que entenderlo, nadie cree que te merezcas ese ascenso. Personalmente me molesta mucho que la gente reciba premios y ascensos sin hacer nada para merecerlo.
- Le juro que yo no quería nada de esto.
- Lo sé. En cualquier caso creo que te debo una disculpa, debería haberte ayudado más. Pero no podía fiarme de ti. Y para ser sincera aún no me fío del todo. ¿Por qué te ha ascendido? No lo entiendo.
- Lo he pensado mucho y he llegado a la conclusión de que es una táctica de aislamiento. Raimuys sabe que yo solo le sigo el juego por obligación Así que ha iniciado una estrategia, primero me aísla del resto de mis compañeros, a base de ascenderme de forma injustificada, para generar los celos del resto de los pilotos, de esta manera el único que me tratará bien será él. Piensa que así le veré como una especie de salvador y que le seré totalmente leal.
- Eso tiene sentido. - respondió Keyna tras meditarlo unos segundos. - Pero eso sigue sin explicar que es la Fuerza y por qué solo podéis usarla vosotros dos.
- Yo tampoco lo entiendo muy bien. Es una especie de poder místico o algo así. Y el por qué unos pueden usarla y otros no... Creo que es algo que ni el mismo Raymius entiende. Pero tal y como lo describe... Me recuerda mucho a las historias que me contaba mi madre sobre los Jedi.
- ¿Los jedi? ¡Bah! Se cuentan muchas cosas, como que podían hacer levitar piedras y leer los pensamientos. Pero no son más que fantasías y exageraciones. No dudo que fueran un grupo competente de monjes guerreros, pero de ahí a tener poderes mágicos, va un abismo.
- ¿Seguro? Ya sé que para la mayoría de la gente son más un mito que otra cosa. Pero para el pueblo de mi madre, los mandalorianos, no se trata de leyenda, sino de historia. Hace mucho se produjo una gran guerra entre los jedi y los mandalorianos. Nosotros sabemos de lo que eran capaces.
- Esa guerra ocurrió hace mucho y con el debido respeto, no es de extrañar que después de perder la guerra, tu pueblo exagerase las habilidades de su enemigo, para mitigar la vergüenza de la derrota.
- Bueno y que me dice de mí. Yo a veces puedo percibir el peligro antes de que aparezca. Y he podido encontrar los cargamentos desaparecidos a pesar de no tener ni idea de en que nave estaban.
- ¿Suerte? ¿Intuición? - respondió Keyna, pero ni ella misma parecía convencida.
Ambos se quedaron sumidos en sus propios pensamientos unos instantes, hasta que llegó el droide camarero. Keyna y Ronin probaron sus bebidas con precaución, pero por una vez todo estaba en orden.
- Bueno Ronin, tendremos que andarnos con mucho cuidado. ¿O prefieres que te llame Kodos?
- Prefiero que me llame Ronin. - Balbuceó el piloto, mientras la observaba con asombro. Ella se encogió de hombros.
- He decidido ayudarte en esto. - explicó Keyna. -Y ya que vamos a trabajar juntos, contra Raymius, podemos prescindir de los rangos. Aunque solo en privado, por supuesto.
- Gracias... Keyna.
Versión de audio:
Versión escrita:
Los dos cazas tie volaban velozmente en una danza letal. Se perseguían el uno al otro lanzándose ráfagas, laser. Atacando y esquivando sin cesar. Un disparo rozó en el caza de Ronin.
- ¡Bantha poodoo! ¿Jefa, no podríamos hablar de esto? - suplicó el piloto.
- ¡Espabila pedorro, o te voy a hacer trizas! - respondió Keyna con fría ira.
- ¡Venga ya! Yo creo que podríamos estar en la cantina discutiendo esto con unos vinos de Mirial. ¿Qué le parece?
- A tí no te gusta el vino. - se burló la líder Delta mientras volvía disparar.
Ronin esquivó a duras penas la ráfaga.
- Y a usted tampoco, la he visto poner cara de asco, cuando cree que nadie la observa. Lo suyo con el vino es puro postureo.
- ¿Postureo? - rugió enfurecida – Solo me dan arcadas cuando ese maldito droide camarero se equivoca y me sirve vino sullustano.
- También la he visto quejarse con el vino Coreliano. - insistió Ronin mientras disparaba al caza de Keyna. El disparo falló por mucho.
- En Corelia no hacen vino, hacen pis de bantha.
Keyna hizo una rápida maniobra que le permitió ponerse detrás del caza de Ronin, disparó y esta vez acertó de lleno. En la nave sonó una alarma.
- Integridad del casco al 75%. - anunció la computadora de vuelo. - Sistema de puntería inhabilitado. Tiempo de reparación estimado 3 minutos.
- ¡Jefa! - gritó el piloto – ¡Se supone que esto es un entrenamiento! Tiene que bajar la intensidad de sus disparos al mínimo.
- Un entrenamiento no sirve de nada, si no sientes tu vida en peligro. ¡Esfuérzate!
- ¿Qué tal si me deja utilizar mi V-19? Al menos ahí tengo escudos, no como en este ataúd volador.
- Tu fe en esos escudos es tu debilidad.
- Y su fe en su acondicionador de pelo es la suya. Su melena no tiene volumen. - murmuró Ronin.
- ¿Qué has dicho? - la lider Delta ejecutó un tonel de 360 grados, mientras disparaba. Ronin solo logró esquivar la andanada en parte.
- Integridad del casco al 58%. Sistema de puntería inhabilitado. Tiempo de reparación estimado 2 minutos, 24 segundos. - anunció el computador, con implacable eficiencia electrónica.
- ¡Vamos! - exigió Keyna – Muéstrame esa “Fortaleza” tuya en acción. De momento no has logrado impresionarme.
- Fuerza. - la corrigió Ronin – Se dice la Fuerza. Y para ser sinceros, aún no entiendo como funciona. Raymius ha dicho que va a adiestrarme en su uso, pero aún no hemos empezado.
- Pues a mí todo eso me parece una chorrada. - dijo la Lider Delta con evidente ira en su voz. Acto seguido ejecutó una finta hacia abajo, pero Ronin no se dejó engañar esta vez.
- Si no la conociera bien, diría que está enfadada conmigo Jefa.
- ¿De veras? No se me ocurre porqué... Subteniente - respondió Keyna con sarcasmo.
- ¿Ya estamos otra vez? Eso no fue culpa mía. Yo no pedí el ascenso y mucho menos a un estúpido rango que no existe. Ahora todos los pilotos me odian, por no hablar del jefe de suministros, que se ha tenido que inventar una insignia nueva solo para mí. Con lo confuso que ya era de por sí el sistema de identificaciones del Imperio.
- Podrías haberte negado.
- Claro. Ya le dije que Raymius me dejaba elegir, entre obedecer ciegamente sus órdenes o ser ejecutado en el acto. Perdóneme por elegir la supervivencia.
- Ya veremos si sobrevives a este entrenamiento. - masculló Keyna.
- ¿Qué ha dicho?
El caza de la lider Delta desaceleró de pronto. La nave de Ronin que la perseguía de cerca, no frenó a tiempo y la rebasó, ofreciendo un blanco muy apetitoso a la experimentada piloto, quien no desaprovechó la oportunidad. Una nueva ráfaga surcó el espacio.
- Integridad del casco al 34%. Sistemas de puntería y eyección inhabilitados. Tiempos de reparación estimados.
Ronin consciente de que cuanta más energía utilizaran los sistemas de auto reparación de la nave menos potencia tendría en motores y cañones, desactivó las reparaciones en curso.
- Deberíamos usar droides astromecánicos. Igual que hacen esos malditos rebeldes. - susurró para sí mismo. Mientras desviaba la potencia auxiliar a los repulsores laterales, para ganar en maniobrabilidad.
Rápidamente ejecutó una serie de giros en zig zag, que le permitieron esquivar una nueva ráfaga.
- No está mal. - dijo Keyna – Pero todavía tienes mucho que aprender.
- Eso mismo me dijo Raymius.
Ronin se concentró, resultaba obvio que no era un rival para Keyna y menos con el sistema de puntería desconectado. Pero no estaba dispuesto a darse por vencido tan fácilmente. Además, él contaba con la Fuerza. Aunque aún no había sido adiestrado, ya había logrado usarla de manera instintiva. Había logrado anticiparse al peligro, aumentando su intuición a niveles casi sobrehumanos.
Respiró hondo y confió por completo en su instinto. Una sensación familiar de peligro inminente le embargó y un segundo antes de que Keyna iniciara su ataque, lo intuyó. La lider Delta amagó por estribor y atacó por babor, pero Ronin se anticipó, ejecutó un viraje muy cerrado, tanto que el compensador de inercia no pudo absorberlo y el piloto no pudo evitar golpear con su cabeza el costado de la estrecha cabina. Ronin ignoró el dolor y con los ojos casi cerrados disparó fiándose únicamente de su instinto.
- Integridad del casco al 93%. - Anunció el computador de vuelo del caza de Keyna.
“Ahora sí que la he cagado.” - pensó Ronin al ver que había logrado acertar al caza de Keyna. - “Me va a matar, o peor aún. Me tendrá toda la vida limpiando letrinas”.
- Muy bien. Se acabó el entrenamiento por hoy. - dijo Keyna con algo parecido al orgullo. - Te veo en la cantina cuando acabe el último turno. Esperemos que no esté ese maldito droide que sólo sabe servir pis de bantha. Y que hayan arreglado de una vez la maldita hologramola.
“¿Qué diablos acaba de pasar?” - se preguntó Ronin sin saber si debería alegrarse o asustarse.
Tras pasar varias horas de angustia vital, el piloto llegó a la cantina del destructor Nexu, a pesar de llegar 10 minutos tarde, Keyna aún no estaba allí. Aunque no se retrasaba ni un milisegundo en las misiones, sus momentos de ocio eran otro cantar.
Ronin buscó una mesa vacía y alejada del grupo principal. Antes de que tuviera tiempo de pedir nada, llegó el droide camarero con una cerveza.
- Menuda eficiencia. - susurró Ronin mientras bebía un buen trago, para medio segundo más tarde escupirlo como un surtidor- ¡Pero que es esto! ¿Aceite de motor?
- Por supuesto que no, señor. Es auténtica cerveza sullustana. Cortesía de sus compañeros de escuadrón.
Un grupo de cuatro personas en una mesa al otro extremo de la cantina le miraban con malicia. En ese momento llegó Keyna, quien se quedó un momento observando el estropicio antes de sentarse.
- ¿Va todo bien? - preguntó la lider Delta.
- Creo que mis compañeros de escuadrón ya se han enterado de mi ascenso a subteniente y me están felicitando.
- ¿Y qué esperabas?
Ronin iba a contestar pero se dio cuenta que el droide camarero seguía junto a ellos.
- Quiero una cerveza coreliana y... - miró a Keyna.
- Vino de mirial. - dijo la teniente al androide con voz amenazadora. - Y asegurate de no equivocarte esta vez.
- Sí, seño... estooo... sí, teniente.
El androide se marchó perseguido por la mirada fulminante de Keyna.
- Bueno, creo que tenemos una conversación pendiente. ¿No es así, subteniente?
- Por enésima vez, no me quedó otra opción. Raymius fué muy claro, o aceptaba todas sus condiciones o me liquidaba.
- Tienes que entenderlo, nadie cree que te merezcas ese ascenso. Personalmente me molesta mucho que la gente reciba premios y ascensos sin hacer nada para merecerlo.
- Le juro que yo no quería nada de esto.
- Lo sé. En cualquier caso creo que te debo una disculpa, debería haberte ayudado más. Pero no podía fiarme de ti. Y para ser sincera aún no me fío del todo. ¿Por qué te ha ascendido? No lo entiendo.
- Lo he pensado mucho y he llegado a la conclusión de que es una táctica de aislamiento. Raimuys sabe que yo solo le sigo el juego por obligación Así que ha iniciado una estrategia, primero me aísla del resto de mis compañeros, a base de ascenderme de forma injustificada, para generar los celos del resto de los pilotos, de esta manera el único que me tratará bien será él. Piensa que así le veré como una especie de salvador y que le seré totalmente leal.
- Eso tiene sentido. - respondió Keyna tras meditarlo unos segundos. - Pero eso sigue sin explicar que es la Fuerza y por qué solo podéis usarla vosotros dos.
- Yo tampoco lo entiendo muy bien. Es una especie de poder místico o algo así. Y el por qué unos pueden usarla y otros no... Creo que es algo que ni el mismo Raymius entiende. Pero tal y como lo describe... Me recuerda mucho a las historias que me contaba mi madre sobre los Jedi.
- ¿Los jedi? ¡Bah! Se cuentan muchas cosas, como que podían hacer levitar piedras y leer los pensamientos. Pero no son más que fantasías y exageraciones. No dudo que fueran un grupo competente de monjes guerreros, pero de ahí a tener poderes mágicos, va un abismo.
- ¿Seguro? Ya sé que para la mayoría de la gente son más un mito que otra cosa. Pero para el pueblo de mi madre, los mandalorianos, no se trata de leyenda, sino de historia. Hace mucho se produjo una gran guerra entre los jedi y los mandalorianos. Nosotros sabemos de lo que eran capaces.
- Esa guerra ocurrió hace mucho y con el debido respeto, no es de extrañar que después de perder la guerra, tu pueblo exagerase las habilidades de su enemigo, para mitigar la vergüenza de la derrota.
- Bueno y que me dice de mí. Yo a veces puedo percibir el peligro antes de que aparezca. Y he podido encontrar los cargamentos desaparecidos a pesar de no tener ni idea de en que nave estaban.
- ¿Suerte? ¿Intuición? - respondió Keyna, pero ni ella misma parecía convencida.
Ambos se quedaron sumidos en sus propios pensamientos unos instantes, hasta que llegó el droide camarero. Keyna y Ronin probaron sus bebidas con precaución, pero por una vez todo estaba en orden.
- Bueno Ronin, tendremos que andarnos con mucho cuidado. ¿O prefieres que te llame Kodos?
- Prefiero que me llame Ronin. - Balbuceó el piloto, mientras la observaba con asombro. Ella se encogió de hombros.
- He decidido ayudarte en esto. - explicó Keyna. -Y ya que vamos a trabajar juntos, contra Raymius, podemos prescindir de los rangos. Aunque solo en privado, por supuesto.
- Gracias... Keyna.
4/01/2020
Novena entrega del podcast (BIS)
Hoal, ya sé que el título de esta entrada puede resultar confuso, pero os explico. Hace tiempo publiqué mi noveno relato en este blog, se titulaba la cita. Donde una pareja, después de conocerse a través de una de Aplicaciones para móviles de encontrar pareja y de llevar un tiempo chateando, se reunían en persona para tener su primera cita.
La primera vez resultaba un poco confuso, porque yo ponía la voz de todos los personajes y era complicado saber cual de ellos hablaba en cada momento. Ahora, y gracias a la ayuda de Aurora, cada personaje tiene su propia voz, y todo queda mucho mejor y más fluido.
Quiero dar las gracias a Aurora por su ayuda y a vosotros por seguir escuchando mis desvaríos.
Versión de audio:
Versión escrita:
- Total que ahí estaba yo, rodeado por más de treinta enemigos, sin refuerzos
ni apoyo. Solo, sin esperanza. Así que tomé aliento, los miré directamente a los ojos con decisión, sabiendo que si demostraba la más mínima duda, o una leve sombra de terror, se echarían sobre mí como una manada de lobos hambrientos y…
- ¡Para! ¡Para! - pidió ella - ¿No me ibas a hablar de tu experiencia como profesor de secundaria?
- Claro, eso es lo que hago. - respondió él.
- Pero lo cuentas como si fuera una guerra.
- Lo siento, pero si nunca has estado metida en un aula con un montón de adolescentes en plena crisis hormonal, furiosos con el mundo porque les obligan a estar en un lugar que odian y con una persona a lo que no aprecian precisamente pues dudo que puedas entenderlo.
- ¡Venga ya! ¡No sería para tanto! Seguro que el resto de profesores te echarían una mano.
- Sí, el director del colegio me dio una tarjeta con el número de la policía local. Mientras me decía: Toma, la vas a necesitar.
- No me lo creo.
- Aún conservo la tarjeta. ¿Quieres verla?
- Te estaría gastando una broma, hombre.
- Yo solo digo que después de eso dejé la enseñanza y decidí dedicarme a la informática.
- Hablando de eso. ¿Por qué te decantaste por la informática?
- Siempre me han gustado los ordenadores y pensé: aún soy joven y puedo intentarlo, sino lo consigo, bueno, siempre puedo volver a mi exitosa carrera de domador de fieras.
Se rió divertida. Él todavía no se podía creer, que estuvieran allí, juntos. La había conocido una semana antes, usando una de esas aplicaciones que hay para encontrar pareja. Nunca había creído que esas cosas funcionasen, pero tras mucho tiempo sin comerse un rosco, pensó que no tenía nada que perder. Y contra todo pronóstico, había funcionado. Su historial con las mujeres no era precisamente exitoso, tenía un problema incurable de timidez
que le había hecho perder la mayoría de las oportunidades que había tenido.
Afortunadamente, ella había tomado la iniciativa, y no había cejado hasta conseguir quedar conmigo en persona.
Era una mujer hermosa, no de esas que te hacen girar la cabeza ciento ochenta grados cuando te la cruzas por la calle, pero sí de las que pueden iluminar una habitación con una sonrisa, lo que no es poco precisamente.
Vestía elegante pero informal, insinuando antes que enseñando. Poseía una risa agradable y contagiosa. Por supuesto, quedó prendado de ella enseguida.
- Pero tú no sabías nada de informática, ¿no? - continuó ella.
- Bueno, -respondió él - había ido haciendo cursos, mientras me sacaba la carrera de magisterio, así que no partía de cero.
- ¿Qué tipo de cursos?
- Principalmente de desarrollo de páginas web.
- Principalmente. - repitió la palabra paladeándola. - O sea que has hecho más cosas.
- Al principio hice algo de programación con PHP, MySQL y… - se
interrumpió de golpe, al darse cuenta que estaba soltando tecnicismos. Corría el riesgo de aburrirla rápidamente.
- Ya veo, así que empezaste programando. - se rió al ver su expresión - No te preocupes tanto, aunque yo no sea del gremio, tengo amigos informáticos y estoy acostumbrada a escuchar hablar de estos temas.
- Aún así es un tema bastante aburrido. - respondió mientras sonreía aliviado
– Y ya llevamos demasiado rato hablando de mí. Cuéntame algo sobre ti.
- Nah, yo soy un muermo.
- No me lo creo.
- Pues créelo, soy una simple administrativa, me paso el día escribiendo y leyendo emails.
- Bueno, pero no te pasarás todo el día trabajando.
- Pues casi, lo único que hago fuera del curro es sacar a pasear a mis perros y bueno voy a clases de baile dos veces en semana. Porque me gusta y por mantenerme en forma.
Él, sonrió como un idiota. Los perros siempre le habían resultado unos animales insoportablemente empalagosos y pesados, y además tenía la gracia bailando de un elefante en una cristalería. Pero en aquel momento hubiera adoptado a los ciento un dálmatas e incluso se habría apuntado a clases de cumbia.
- Precisamente, estaba pensando en apuntarme a clases de baile. - dijo.
- Ya claro. - replicó juguetona – Pero no te escaquees, estabas contándome tu primer trabajo como informático.
- ¿Eh? Ah, bueno. Ya sabes, empecé siendo un becario en una empresa pequeña. Prácticamente me pagaban en cacahuetes.
- ¿Y qué hacías?
- Pues menos pasar la aspiradora, hice de todo. Lo que me vino bien, porque así aprendí un montón de cosas distintas. Estuve allí casi un año y luego ya fui cambiando de una empresa a otra.
- Y ahí te especializaste.
- Qué remedio. Cuando empecé en esto las páginas web estaban en
pañales, eran muy sencillas y era frecuente que una sola persona hiciera una web entera. Pero luego la cosa se fue ampliando y complicando y hoy por hoy lo normal, es que solo hagas una parte, en la que lógicamente te especializas.
- Y ahí decidiste hacerte maquetador, y meterte con el html, el css y el javascript, supongo. Dime una cosa, ¿Cual es tu framework favorito?
La miró fijamente y con frialdad.
- Qué frío hace aquí. - dijo nerviosa intentando desviar mi atención – ¿Me prestas tu chaqueta? O incluso podrías abra…
- ¡Así que se trataba de eso! - la interrumpió con furia – ¡Tú, no has venido aquí a tener una cita conmigo! ¡Eres una reclutadora de recursos humanos!
- ¡No, claro que no! En todo caso soy una human resources manager and headhunter.
- No me vengas con anglicismos. ¿Esto no era una cita, verdad? Solo una maldita entrevista de trabajo.
- Sí. - admitió ella – Hoy en día es más fácil conseguir un buen novio que un maquetador web competente.
- No me lo puedo creer.
- Es en serio, tios guapos hay a patadas, gente con más de quince años de experiencia en el sector como es tu caso, no hay tantos. Así que me apunté a esa aplicación de citas. Sabía que encontraría un montón de informáticos, no ligáis ni a tiros.
- Eso es un topicazo.
- Y sin embargo aquí estás. Pero oye la buena noticia para tí es que te traigo una oferta muy interesante. He cotilleado tu perfil en Linkedin y has trabajado en proyectos muy importantes, así que puedo ofrecerte...
- Olvidalo. - dijo con cansancio. - Me voy a mi casa. Haz el favor de perder mi número de teléfono.
Me levanté para irme.
- Oye antes de que te largues. Dime, ¿cómo me has descubierto?
- Estabas demasiado interesada en mi trabajo y sabías que yo soy maquetador web, aunque yo no te lo había dicho.
- Yo y mi bocaza, siempre me pierde. En fin, ¿seguro que no quieres escuchar la oferta?
Se dio la vuelta sin responder.
- ¿Te he dicho ya que además de un buen sueldo, te ofrecemos días de teletrabajo?
Se frenó en seco y la miró a los ojos. Ella le mantuvo la mirada.
- ¿Cuantos días de teletrabajo a la semana dices que me ofreces?
La primera vez resultaba un poco confuso, porque yo ponía la voz de todos los personajes y era complicado saber cual de ellos hablaba en cada momento. Ahora, y gracias a la ayuda de Aurora, cada personaje tiene su propia voz, y todo queda mucho mejor y más fluido.
Quiero dar las gracias a Aurora por su ayuda y a vosotros por seguir escuchando mis desvaríos.
Versión de audio:
Versión escrita:
- Total que ahí estaba yo, rodeado por más de treinta enemigos, sin refuerzos
ni apoyo. Solo, sin esperanza. Así que tomé aliento, los miré directamente a los ojos con decisión, sabiendo que si demostraba la más mínima duda, o una leve sombra de terror, se echarían sobre mí como una manada de lobos hambrientos y…
- ¡Para! ¡Para! - pidió ella - ¿No me ibas a hablar de tu experiencia como profesor de secundaria?
- Claro, eso es lo que hago. - respondió él.
- Pero lo cuentas como si fuera una guerra.
- Lo siento, pero si nunca has estado metida en un aula con un montón de adolescentes en plena crisis hormonal, furiosos con el mundo porque les obligan a estar en un lugar que odian y con una persona a lo que no aprecian precisamente pues dudo que puedas entenderlo.
- ¡Venga ya! ¡No sería para tanto! Seguro que el resto de profesores te echarían una mano.
- Sí, el director del colegio me dio una tarjeta con el número de la policía local. Mientras me decía: Toma, la vas a necesitar.
- No me lo creo.
- Aún conservo la tarjeta. ¿Quieres verla?
- Te estaría gastando una broma, hombre.
- Yo solo digo que después de eso dejé la enseñanza y decidí dedicarme a la informática.
- Hablando de eso. ¿Por qué te decantaste por la informática?
- Siempre me han gustado los ordenadores y pensé: aún soy joven y puedo intentarlo, sino lo consigo, bueno, siempre puedo volver a mi exitosa carrera de domador de fieras.
Se rió divertida. Él todavía no se podía creer, que estuvieran allí, juntos. La había conocido una semana antes, usando una de esas aplicaciones que hay para encontrar pareja. Nunca había creído que esas cosas funcionasen, pero tras mucho tiempo sin comerse un rosco, pensó que no tenía nada que perder. Y contra todo pronóstico, había funcionado. Su historial con las mujeres no era precisamente exitoso, tenía un problema incurable de timidez
que le había hecho perder la mayoría de las oportunidades que había tenido.
Afortunadamente, ella había tomado la iniciativa, y no había cejado hasta conseguir quedar conmigo en persona.
Era una mujer hermosa, no de esas que te hacen girar la cabeza ciento ochenta grados cuando te la cruzas por la calle, pero sí de las que pueden iluminar una habitación con una sonrisa, lo que no es poco precisamente.
Vestía elegante pero informal, insinuando antes que enseñando. Poseía una risa agradable y contagiosa. Por supuesto, quedó prendado de ella enseguida.
- Pero tú no sabías nada de informática, ¿no? - continuó ella.
- Bueno, -respondió él - había ido haciendo cursos, mientras me sacaba la carrera de magisterio, así que no partía de cero.
- ¿Qué tipo de cursos?
- Principalmente de desarrollo de páginas web.
- Principalmente. - repitió la palabra paladeándola. - O sea que has hecho más cosas.
- Al principio hice algo de programación con PHP, MySQL y… - se
interrumpió de golpe, al darse cuenta que estaba soltando tecnicismos. Corría el riesgo de aburrirla rápidamente.
- Ya veo, así que empezaste programando. - se rió al ver su expresión - No te preocupes tanto, aunque yo no sea del gremio, tengo amigos informáticos y estoy acostumbrada a escuchar hablar de estos temas.
- Aún así es un tema bastante aburrido. - respondió mientras sonreía aliviado
– Y ya llevamos demasiado rato hablando de mí. Cuéntame algo sobre ti.
- Nah, yo soy un muermo.
- No me lo creo.
- Pues créelo, soy una simple administrativa, me paso el día escribiendo y leyendo emails.
- Bueno, pero no te pasarás todo el día trabajando.
- Pues casi, lo único que hago fuera del curro es sacar a pasear a mis perros y bueno voy a clases de baile dos veces en semana. Porque me gusta y por mantenerme en forma.
Él, sonrió como un idiota. Los perros siempre le habían resultado unos animales insoportablemente empalagosos y pesados, y además tenía la gracia bailando de un elefante en una cristalería. Pero en aquel momento hubiera adoptado a los ciento un dálmatas e incluso se habría apuntado a clases de cumbia.
- Precisamente, estaba pensando en apuntarme a clases de baile. - dijo.
- Ya claro. - replicó juguetona – Pero no te escaquees, estabas contándome tu primer trabajo como informático.
- ¿Eh? Ah, bueno. Ya sabes, empecé siendo un becario en una empresa pequeña. Prácticamente me pagaban en cacahuetes.
- ¿Y qué hacías?
- Pues menos pasar la aspiradora, hice de todo. Lo que me vino bien, porque así aprendí un montón de cosas distintas. Estuve allí casi un año y luego ya fui cambiando de una empresa a otra.
- Y ahí te especializaste.
- Qué remedio. Cuando empecé en esto las páginas web estaban en
pañales, eran muy sencillas y era frecuente que una sola persona hiciera una web entera. Pero luego la cosa se fue ampliando y complicando y hoy por hoy lo normal, es que solo hagas una parte, en la que lógicamente te especializas.
- Y ahí decidiste hacerte maquetador, y meterte con el html, el css y el javascript, supongo. Dime una cosa, ¿Cual es tu framework favorito?
La miró fijamente y con frialdad.
- Qué frío hace aquí. - dijo nerviosa intentando desviar mi atención – ¿Me prestas tu chaqueta? O incluso podrías abra…
- ¡Así que se trataba de eso! - la interrumpió con furia – ¡Tú, no has venido aquí a tener una cita conmigo! ¡Eres una reclutadora de recursos humanos!
- ¡No, claro que no! En todo caso soy una human resources manager and headhunter.
- No me vengas con anglicismos. ¿Esto no era una cita, verdad? Solo una maldita entrevista de trabajo.
- Sí. - admitió ella – Hoy en día es más fácil conseguir un buen novio que un maquetador web competente.
- No me lo puedo creer.
- Es en serio, tios guapos hay a patadas, gente con más de quince años de experiencia en el sector como es tu caso, no hay tantos. Así que me apunté a esa aplicación de citas. Sabía que encontraría un montón de informáticos, no ligáis ni a tiros.
- Eso es un topicazo.
- Y sin embargo aquí estás. Pero oye la buena noticia para tí es que te traigo una oferta muy interesante. He cotilleado tu perfil en Linkedin y has trabajado en proyectos muy importantes, así que puedo ofrecerte...
- Olvidalo. - dijo con cansancio. - Me voy a mi casa. Haz el favor de perder mi número de teléfono.
Me levanté para irme.
- Oye antes de que te largues. Dime, ¿cómo me has descubierto?
- Estabas demasiado interesada en mi trabajo y sabías que yo soy maquetador web, aunque yo no te lo había dicho.
- Yo y mi bocaza, siempre me pierde. En fin, ¿seguro que no quieres escuchar la oferta?
Se dio la vuelta sin responder.
- ¿Te he dicho ya que además de un buen sueldo, te ofrecemos días de teletrabajo?
Se frenó en seco y la miró a los ojos. Ella le mantuvo la mirada.
- ¿Cuantos días de teletrabajo a la semana dices que me ofreces?
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