Vamos con más aventuras del Escuadrón Delta. Esta vez Keyna y Ronin sostienen una interesante conversación, mientras acercan posiciones y también se disparan mutuamente. Y es que a estos imperiales no hay quien los entienda.
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Versión escrita:
Los dos cazas tie volaban velozmente en una danza letal. Se perseguían el uno al otro lanzándose ráfagas, laser. Atacando y esquivando sin cesar. Un disparo rozó en el caza de Ronin.
- ¡Bantha poodoo! ¿Jefa, no podríamos hablar de esto? - suplicó el piloto.
- ¡Espabila pedorro, o te voy a hacer trizas! - respondió Keyna con fría ira.
- ¡Venga ya! Yo creo que podríamos estar en la cantina discutiendo esto con unos vinos de Mirial. ¿Qué le parece?
- A tí no te gusta el vino. - se burló la líder Delta mientras volvía disparar.
Ronin esquivó a duras penas la ráfaga.
- Y a usted tampoco, la he visto poner cara de asco, cuando cree que nadie la observa. Lo suyo con el vino es puro postureo.
- ¿Postureo? - rugió enfurecida – Solo me dan arcadas cuando ese maldito droide camarero se equivoca y me sirve vino sullustano.
- También la he visto quejarse con el vino Coreliano. - insistió Ronin mientras disparaba al caza de Keyna. El disparo falló por mucho.
- En Corelia no hacen vino, hacen pis de bantha.
Keyna hizo una rápida maniobra que le permitió ponerse detrás del caza de Ronin, disparó y esta vez acertó de lleno. En la nave sonó una alarma.
- Integridad del casco al 75%. - anunció la computadora de vuelo. - Sistema de puntería inhabilitado. Tiempo de reparación estimado 3 minutos.
- ¡Jefa! - gritó el piloto – ¡Se supone que esto es un entrenamiento! Tiene que bajar la intensidad de sus disparos al mínimo.
- Un entrenamiento no sirve de nada, si no sientes tu vida en peligro. ¡Esfuérzate!
- ¿Qué tal si me deja utilizar mi V-19? Al menos ahí tengo escudos, no como en este ataúd volador.
- Tu fe en esos escudos es tu debilidad.
- Y su fe en su acondicionador de pelo es la suya. Su melena no tiene volumen. - murmuró Ronin.
- ¿Qué has dicho? - la lider Delta ejecutó un tonel de 360 grados, mientras disparaba. Ronin solo logró esquivar la andanada en parte.
- Integridad del casco al 58%. Sistema de puntería inhabilitado. Tiempo de reparación estimado 2 minutos, 24 segundos. - anunció el computador, con implacable eficiencia electrónica.
- ¡Vamos! - exigió Keyna – Muéstrame esa “Fortaleza” tuya en acción. De momento no has logrado impresionarme.
- Fuerza. - la corrigió Ronin – Se dice la Fuerza. Y para ser sinceros, aún no entiendo como funciona. Raymius ha dicho que va a adiestrarme en su uso, pero aún no hemos empezado.
- Pues a mí todo eso me parece una chorrada. - dijo la Lider Delta con evidente ira en su voz. Acto seguido ejecutó una finta hacia abajo, pero Ronin no se dejó engañar esta vez.
- Si no la conociera bien, diría que está enfadada conmigo Jefa.
- ¿De veras? No se me ocurre porqué... Subteniente - respondió Keyna con sarcasmo.
- ¿Ya estamos otra vez? Eso no fue culpa mía. Yo no pedí el ascenso y mucho menos a un estúpido rango que no existe. Ahora todos los pilotos me odian, por no hablar del jefe de suministros, que se ha tenido que inventar una insignia nueva solo para mí. Con lo confuso que ya era de por sí el sistema de identificaciones del Imperio.
- Podrías haberte negado.
- Claro. Ya le dije que Raymius me dejaba elegir, entre obedecer ciegamente sus órdenes o ser ejecutado en el acto. Perdóneme por elegir la supervivencia.
- Ya veremos si sobrevives a este entrenamiento. - masculló Keyna.
- ¿Qué ha dicho?
El caza de la lider Delta desaceleró de pronto. La nave de Ronin que la perseguía de cerca, no frenó a tiempo y la rebasó, ofreciendo un blanco muy apetitoso a la experimentada piloto, quien no desaprovechó la oportunidad. Una nueva ráfaga surcó el espacio.
- Integridad del casco al 34%. Sistemas de puntería y eyección inhabilitados. Tiempos de reparación estimados.
Ronin consciente de que cuanta más energía utilizaran los sistemas de auto reparación de la nave menos potencia tendría en motores y cañones, desactivó las reparaciones en curso.
- Deberíamos usar droides astromecánicos. Igual que hacen esos malditos rebeldes. - susurró para sí mismo. Mientras desviaba la potencia auxiliar a los repulsores laterales, para ganar en maniobrabilidad.
Rápidamente ejecutó una serie de giros en zig zag, que le permitieron esquivar una nueva ráfaga.
- No está mal. - dijo Keyna – Pero todavía tienes mucho que aprender.
- Eso mismo me dijo Raymius.
Ronin se concentró, resultaba obvio que no era un rival para Keyna y menos con el sistema de puntería desconectado. Pero no estaba dispuesto a darse por vencido tan fácilmente. Además, él contaba con la Fuerza. Aunque aún no había sido adiestrado, ya había logrado usarla de manera instintiva. Había logrado anticiparse al peligro, aumentando su intuición a niveles casi sobrehumanos.
Respiró hondo y confió por completo en su instinto. Una sensación familiar de peligro inminente le embargó y un segundo antes de que Keyna iniciara su ataque, lo intuyó. La lider Delta amagó por estribor y atacó por babor, pero Ronin se anticipó, ejecutó un viraje muy cerrado, tanto que el compensador de inercia no pudo absorberlo y el piloto no pudo evitar golpear con su cabeza el costado de la estrecha cabina. Ronin ignoró el dolor y con los ojos casi cerrados disparó fiándose únicamente de su instinto.
- Integridad del casco al 93%. - Anunció el computador de vuelo del caza de Keyna.
“Ahora sí que la he cagado.” - pensó Ronin al ver que había logrado acertar al caza de Keyna. - “Me va a matar, o peor aún. Me tendrá toda la vida limpiando letrinas”.
- Muy bien. Se acabó el entrenamiento por hoy. - dijo Keyna con algo parecido al orgullo. - Te veo en la cantina cuando acabe el último turno. Esperemos que no esté ese maldito droide que sólo sabe servir pis de bantha. Y que hayan arreglado de una vez la maldita hologramola.
“¿Qué diablos acaba de pasar?” - se preguntó Ronin sin saber si debería alegrarse o asustarse.
Tras pasar varias horas de angustia vital, el piloto llegó a la cantina del destructor Nexu, a pesar de llegar 10 minutos tarde, Keyna aún no estaba allí. Aunque no se retrasaba ni un milisegundo en las misiones, sus momentos de ocio eran otro cantar.
Ronin buscó una mesa vacía y alejada del grupo principal. Antes de que tuviera tiempo de pedir nada, llegó el droide camarero con una cerveza.
- Menuda eficiencia. - susurró Ronin mientras bebía un buen trago, para medio segundo más tarde escupirlo como un surtidor- ¡Pero que es esto! ¿Aceite de motor?
- Por supuesto que no, señor. Es auténtica cerveza sullustana. Cortesía de sus compañeros de escuadrón.
Un grupo de cuatro personas en una mesa al otro extremo de la cantina le miraban con malicia. En ese momento llegó Keyna, quien se quedó un momento observando el estropicio antes de sentarse.
- ¿Va todo bien? - preguntó la lider Delta.
- Creo que mis compañeros de escuadrón ya se han enterado de mi ascenso a subteniente y me están felicitando.
- ¿Y qué esperabas?
Ronin iba a contestar pero se dio cuenta que el droide camarero seguía junto a ellos.
- Quiero una cerveza coreliana y... - miró a Keyna.
- Vino de mirial. - dijo la teniente al androide con voz amenazadora. - Y asegurate de no equivocarte esta vez.
- Sí, seño... estooo... sí, teniente.
El androide se marchó perseguido por la mirada fulminante de Keyna.
- Bueno, creo que tenemos una conversación pendiente. ¿No es así, subteniente?
- Por enésima vez, no me quedó otra opción. Raymius fué muy claro, o aceptaba todas sus condiciones o me liquidaba.
- Tienes que entenderlo, nadie cree que te merezcas ese ascenso. Personalmente me molesta mucho que la gente reciba premios y ascensos sin hacer nada para merecerlo.
- Le juro que yo no quería nada de esto.
- Lo sé. En cualquier caso creo que te debo una disculpa, debería haberte ayudado más. Pero no podía fiarme de ti. Y para ser sincera aún no me fío del todo. ¿Por qué te ha ascendido? No lo entiendo.
- Lo he pensado mucho y he llegado a la conclusión de que es una táctica de aislamiento. Raimuys sabe que yo solo le sigo el juego por obligación Así que ha iniciado una estrategia, primero me aísla del resto de mis compañeros, a base de ascenderme de forma injustificada, para generar los celos del resto de los pilotos, de esta manera el único que me tratará bien será él. Piensa que así le veré como una especie de salvador y que le seré totalmente leal.
- Eso tiene sentido. - respondió Keyna tras meditarlo unos segundos. - Pero eso sigue sin explicar que es la Fuerza y por qué solo podéis usarla vosotros dos.
- Yo tampoco lo entiendo muy bien. Es una especie de poder místico o algo así. Y el por qué unos pueden usarla y otros no... Creo que es algo que ni el mismo Raymius entiende. Pero tal y como lo describe... Me recuerda mucho a las historias que me contaba mi madre sobre los Jedi.
- ¿Los jedi? ¡Bah! Se cuentan muchas cosas, como que podían hacer levitar piedras y leer los pensamientos. Pero no son más que fantasías y exageraciones. No dudo que fueran un grupo competente de monjes guerreros, pero de ahí a tener poderes mágicos, va un abismo.
- ¿Seguro? Ya sé que para la mayoría de la gente son más un mito que otra cosa. Pero para el pueblo de mi madre, los mandalorianos, no se trata de leyenda, sino de historia. Hace mucho se produjo una gran guerra entre los jedi y los mandalorianos. Nosotros sabemos de lo que eran capaces.
- Esa guerra ocurrió hace mucho y con el debido respeto, no es de extrañar que después de perder la guerra, tu pueblo exagerase las habilidades de su enemigo, para mitigar la vergüenza de la derrota.
- Bueno y que me dice de mí. Yo a veces puedo percibir el peligro antes de que aparezca. Y he podido encontrar los cargamentos desaparecidos a pesar de no tener ni idea de en que nave estaban.
- ¿Suerte? ¿Intuición? - respondió Keyna, pero ni ella misma parecía convencida.
Ambos se quedaron sumidos en sus propios pensamientos unos instantes, hasta que llegó el droide camarero. Keyna y Ronin probaron sus bebidas con precaución, pero por una vez todo estaba en orden.
- Bueno Ronin, tendremos que andarnos con mucho cuidado. ¿O prefieres que te llame Kodos?
- Prefiero que me llame Ronin. - Balbuceó el piloto, mientras la observaba con asombro. Ella se encogió de hombros.
- He decidido ayudarte en esto. - explicó Keyna. -Y ya que vamos a trabajar juntos, contra Raymius, podemos prescindir de los rangos. Aunque solo en privado, por supuesto.
- Gracias... Keyna.
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