Recuerdo que en mis días de estudiante de magisterio, una de mis profesoras nos dio una interesante clase acerca de la comunicación no verbal. Según ella, muchas veces decimos más cosas con los gestos y las miradas que con las palabras. Aquello me pareció genial, y me pasé las siguientes semanas tratando de captar los gestos de las personas con las que entablaba conversación, pero como nunca he sido un prodigio de la percepción, no sólo no captaba dichos gestos, sino que encima tampoco me enteraba de las palabras, ya que toda mi atención estaba centrada en ver si mi interlocutor fruncía el ceño, ladeaba la cabeza o me daba un tortazo por mirarles raro.
Tras un breve periodo de frustrantes intentos, decidí volver a la comunicación verbal de toda la vida y hacer los experimentos sólo con gaseosa.
Sin embargo hace poco y sin proponérmelo, conseguí participar en una conversación totalmente gestual, sin intervención alguna de la palabra hablada. Supongo que las neuronas de mi cerebro, estarían todas conectadas a la vez, cual alineamiento planetario, de esos que utilizan los brujos oscuros de las películas para poner en marcha su plan de dominación mundial y que son invariablemente frustrados por el héroe de turno. Pero, no nos desviemos.
La cosa sucedió hace un par de noches. Había quedado con un colega para ir a cenar a un restaurante. Llevábamos un rato charlando de todo un poco y degustando la pitanza, cuando entraron en el restaurante una chico y una chica. Enseguida llegó una camarera que les escoltó hasta una mesa para dos, ubicada justo enfrente de mí. Mientras pasaban a nuestro lado, mi compañero de mesa echó a la chica un rápido vistazo, luego me miró a mí y lanzó un pequeño silbido que obviamente significaba "está rica la niña". Yo eché un rápido vistazo al trasero de la camarera que en ese momento estaba limpiando la mesa en la que se iba a sentar la pareja y levanté las cejas en un claro gesto de "pues no te pierdas a la camarera".
La camarera les tendió un menú a cada uno y se fue a atender sus labores. Dediqué unos momentos de observar a la pareja. Se sonreían, cada uno reía los chistes del otro, por momentos parecía que se iban a juntar las manos pero nunca se tocaban, se quedaban a unos milímetros. Aquello era un "sí, pero aún no". Me dió toda la impresión de que se conocían de hace poco, que obviamente se gustaban el uno al otro, pero aún no estaban enrollados. Era posible que si la cena salía bien, ninguno de los dos tuviera que dormir solo aquella noche.
Estaba apunto de volver la atención hacia mi hamburguesa, cuando algo me llamó la atención. A pesar de que la chica seguía sonriendo, de vez en cuando la sonrisa desaparecía durante medio segundo. Algo estaba fallando. Así que seguí observando. Mi colega, que estaba sentado de espaldas a ellos y que por lo tanto no gozaba de las vistas, me miró inquisitivo y me hizo un gesto con la cabeza al tiempo que giraba las palmas de la mano hacia arriba "¿qué pasa?". Yo levanté una mano en señal de "espera" y luego la giré un par de veces "luego te cuento". El asintió con la cabeza "vale".
Mientras en la otra mesa, la pareja seguía entre sonrisas, hasta que finalmente decidieron mirar el menú. El chico puso toda su concentración en la carta, en busca de la combinación perfecta de comida y vino que le abriría las puertas de la gloria. Sin embargo la chica lo miraba atenta. En cuanto estuvo segura de que su acompañante estaba distraído con la carta, inició la acción. Rápidamente echó las manos a su escote, movió la tira del sujetador, la cual debía de estar molestándola (supongo que eso era lo que motivaba que por momentos perdiera la sonrisa). Aprovechando que tenía las manos en la masa, elevó y juntó sus atributos para darles más relevancia y ajustó la altura de su escote un escalón por encima de "chica interesada en chico" y dos por debajo de "chica desesperada por encontrar chico". todo eso sucedió en unos segundos y la operación fue realizada con la maestría que sólo se alcanza a través de la experiencia.
En ese momento percibió su error. Aunque estaba segura de que su acompañante no se había enterado de nada, no había tenido la precaución de mirar a su alrededor. Levantó la vista y al girar levemente la cabeza. Se encontró con mi mirada. Allí estaba yo, transpirando inocencia por todos los poros.
Enseguida sacó las manos de donde las tenía, arruinando con sus prisas todo su meticuloso trabajo anterior. Entornó los ojos y me dirigió una mirada asesina "tú, ¿qué miras?". alzo las cejas en gesto de sorpresa y me encojo de hombros "¿Yo? Lo estabas haciendo delante de todo el restaurante". La chica se da cuenta de que yo no soy el único que la ha visto. En ese momento, el chico deja de mirar el menú, al ver la expresión alterada de su pareja, levanta la cabeza con gesto interrogativo "¿qué me he perdido?". La chica niega con la cabeza "nada, nada".
A partir de ahí, yo devolví la atención a mi plato, aunque por algún motivo la hamburguesa ya no me pareció tan interesante. La pareja siguió comiendo y poco a poco todo volvió a la normalidad.
5 comentarios:
Me ha gustado este relato, la comunicación sin palabras, tiene su intringulis.
J.
Me alegra que te haya gustado el relato. La comunicación no verbal es complicada, pero cuando sale bien es muy divertida.
Si las hamburguesas hablaran...
...nos empeñaríamos en interpretar su lenguaje no verbal
:D
“Tu voz dice no, pero tu ketchup dice sí...”;)
"¿Eso es un pepinillo, o es que te alegras de verme?" ;)
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