12/07/2020

Vigesimoprimera entrega del podcast: Esofagitis, Milagros y "eso".

 Vamos con un nuevo relato basado en mis desventuras médicas. ¡Vamos al lío!

VERSIÓN DE AUDIO:


VERSIÓN ESCRITA:

- Disculpe caballero. - me preguntó el recepcionista - ¿A donde va?
- A la consulta 303. - Respondí echando un rápido vistazo a mi volante.
- No. Le digo que a que servicio va.
- Pues al de caballeros, aunque no sé a que viene esa pregunta.
- Ya me tocó el gracioso.  - Masculló con resignación el recepcionista.  – Me refiero que si va usted a oftalmología, otorrinolaringología...
- Ah, lo siento, pensé que se refería a… Que digo que  voy a gastroentrastotonton…  a gastroentoritis…
- ¿Gastroenterología?
- Eso. - respondí aliviado chasqueando los dedos.
- ¿Código de agenda? - continuó el recepcionista.
- Disculpe. ¿Lo qué?
- Se dice “el qué” y no “lo qué”. - me replicó inmisericorde mi interrogador.
- Ah, vale. Me lo apunto, pero no sé de que agenda me habla.
- En el volante, tiene apuntado un código de agenda.
- Mmmm, déjeme ver. Aquí dice BGAS20.
- Vale, entonces tiene que ir a la consulta 303, en la tercera planta.
- ¿De verdad? - le repliqué en tono sarcástico. Me dí la vuelta, sin esperar respuesta por su parte y subí a la tercera planta.

Tras pasear un rato por los laberínticos pasillos del centro de salud, encontré la consulta 303. La puerta tenía dos carteles. El primero me resultó esclarecedor, pues decía así “Debido a un error, se han citado en esta consulta pacientes de dos agendas distintas. Los pacientes de la agenda BGAS20 serán atendidos aquí y los de la BGAS17, en la consulta 306”.

- Bueno. - murmuré para mí – supongo que eso explica el interrogatorio del recepcionista.

El segundo cartel me resulto más confuso “Saldremos a llamar. Por favor, no entre si no es llamado. Seguramente habrá un paciente dentro y podría ser usted”. Me dirigí algo confuso a sentarme en una de las sillas del pasillo, pensando en el posible significado del mensaje. No tenía claro de si el cartel me advertía del peligro de toparme con una versión alternativa mía malvada proveniente de un universo espejo, o si simplemente estaba redactado de una manera enrevesadamente confusa. Decidí, que se trataba de lo segundo.

Junto a mí se sentaban 6 pacientes más. Calculé que las citas llevaban retraso y que me quedaba por delante un largo rato de espera.

Una enfermera recorría el pasillo, llamando insistentemente.

- ¿Milagros? ¿Milagros Sanchez? - preguntaba incansable, casi a gritos - ¿Está aquí Milagros Sanchez?

Tras no obtener respuesta se marchó derrotada, a seguir su búsqueda por otros pasillos. Al cabo de un rato una mujer que se sentaba junto a mí, dijo sin dirigirse a nadie en particular.

- Madre mía, llevo aquí esperando desde ni se sabe y no salen a llamar a nadie. No hay derecho.
- Bueno, a nadie salvo a la tal Milagros. - aporté – Tiene guasa que para una persona que llaman, sea la única que no está.
- Yo me llamo Milagros. - Dijo la mujer y sin darme tiempo a decir nada. Se levantó y se marchó.

Me quedé con la boca abierta, mientras miraba a mi alrededor, pero el resto de la gente ni siquiera se inmutó. Así que decidí imitarlos.
Tras un rato, regresó la enfermera pero esta vez no buscaba a Milagros, sino que nos miró a todos y preguntó:

- A ver, ¿quienes de ustedes están citados por la agenda BGAS17?
- Yo estoy citado en la consulta 303. - respondió un paciente.
- La consulta, no. La agenda, en sus volantes hay escrito un número de agenda.
- Pues aquí dice…. Sí, aquí pone la 17.
- Usted y todos los que estén citados en la 17, que se vengan conmigo. Ha habido un error en la citación, y serán atendidos en la consulta 306.

Tras revisar sus volantes, todos mis compañeros de espera se levantaron y se marcharon con la enfermera, que los escoltó a la sala correcta, mientras se quejaba entre dientes de que nadie se hubiera leído el cartel de aviso. Poco después volvió y me miró con aire de desafío.

- ¿Y usted? - me espetó algo malhumorada.
- ¿Yo? - respondí con calma.
- Sí, usted. Para qué agenda está citado.
- Pues para la 20.
- ¿Seguro?
- Seguro.
- Vale, para qué hora está citado.
- Pues, para ahora. - dije mirando con elocuencia mi reloj.
- No, para que hora.
- Ahora mismo.
- Le digo que a que hora exactamente.
- Pues a ver. Según mi volante estoy citado a las diez. Según mi reloj son las diez, así que estoy citado ahora.

La enfermera se marchó resoplando, mientras me parecía escuchar un “listillo” apenas susurrado.

Quince minutos después se abrió la puerta de la consulta y una doctora de aspecto escuálido me miró.

- ¿Está usted citado aquí? - me preguntó al ver que no había nadie más esperando.
- Así es.
- ¿Es usted de la agenda 17?
- No doctora, soy de la 20.
- ¿Y a que hora está citado?
- Pues hace quince minutos.
- No. Le pregunto que a qué hora está citado.
- A las diez. Y según mi reloj son las diez y cuarto, así que…
- Ya, ya. - me interrumpió – Y usted se llama…
- Padawan.

La doctora recorrió con el dedo el listado de nombres sin encontrarme. Yo eché un ojo rápido a la lista.

- Mire, estoy ahí apuntado, el segundo de la lista, justo donde pone diez y cuar…
- Vale. - me volvió a cortar – Espere a que suene el timbre y pase.

Se dió la vuelta y entró en la consulta. Antes de que me cerrara la puerta en las narices, pude ver que la sala estaba vacía.

Tras otros diez minutos sonó el timbre. Me apresuré a entrar. La doctora me indicó con un gesto que me sentara. Tecleaba algo incesantemente en su ordenador, y de vez en cuando me echaba una mirada furtiva por encima de sus gafas de pasta. Finalmente, se dirigió a mí.

- ¿Padawan?
- Así me llamo.
- Ha venido a que le de los resultados de sus pruebas, ¿correcto?
- Correcto.
- Bueno, tranquilo, no tiene nada excesivamente malo.
- Menos mal.
- Tiene esofagitis.
- Vaya.
- Y duodenitis.
- ¿Y cistitis? - dije con sorna.
- ¿Qué?
- ¿Eh? Yo que sé, ha empezado usted.

Tras fulminarme con la mirada, continuó.

- Tiene que tomarse una pastilla de esomeprazol antes del desayuno y otra antes de la cena.
- Ah, claro.  - dije sonriendo como un lobo - Tengo que tomarme eso-meprazol para la eso-fagitis. ¿Y dígame, que me receta para la duo-denitis? ¿Duo-meprazol?
- Mire caballero. - me espetó con voz gélida, pero controlada.
- ¿Sí doctora? - dije transpirando inocencia.
- Váyase a hacer gárgaras.
- Bueno, bueno. Solo era una broma. A ver, ahora en serio, hasta cuando tengo que tomar…. Ya sabe... “eso”, quiero decir el esomeprazol.
- Por lo menos un par de meses. Ya le llamaremos para repetirle las pruebas y ver si el tratamiento es efectivo. Y ahora… ¡Fuera de mi consulta!

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