Eyleen: Hola Padawan.
Yo: Hola.
Eyleen: Estoy viendo que además del huevo frito, el zumo de naranja y las dos lonchas de bacon de todos los días, esta vez también has pedido un par de salchichas.
Yo: Pues sí, total un día es un día.
Eyleen: ¿Cómo dices?
Yo: Estooo (hace tiempo que me he dado cuenta que hay ciertas frases hechas españolas que no tienen traducción directa al ingles y viceversa, o al menos, yo no conozco la traducción correcta). Mmmm, a ver como me explico... Vale, que digo que, "Why not?" (o lo que es lo mismo ¿Por qué no?).
Eyleen: Claro, tienes razón. Por cierto, ya que estás ¿Quieres probar un dfkdjhfkjdshf?
Yo: Me lo repita por favor.
Eyleen: Que digo, que si quieres probar un dfkdjhfkjdshf.
Yo: Euuu, esteeee. Venga vale. (por favor, por favor, que no sea nada raro).
Eyleen: A ver que te parece, este dfkdjhfkjdshf viene de mi casa de la isla de Lewis y es distinto de los otros dfkdjhfkjdshf.
Yo: Pues vale. Quiero decir... seguro que está delicioso.
Al final, el dfkdjhfkjdshf, resultó ser una especie de morcilla más seca que la mojama, pero de un sabor bastante rico ( y no, no se trataba de un haggis).
Tras el nutritivo desayuno, me despedí de mi anfitriona y me fui a la estación de autobuses. Una vez en la ventanilla traté de pedir un billete para ir al aeropuerto.
Yo: Hola buenas.
Dependienta: Buenos días.
Yo: Podría darme un billete sólo de ida para el aeropuerto.
Dependienta: Un segundo.
Mientras la veo trastear con el ordenador durante un par de infructuosos minutos, me fijo en una plaquita que lleva prendida de la chaqueta, en ella lleva escrito su nombre y justo debajo, pone "Dependienta en prácticas". Finalmente la chica se rinde y llama a otra compañera que supuestamente le está enseñando el oficio.
Dependienta en prácticas: Mira que este chico quiere un billete para el aeropuerto y yo con este cacharro no me aclaro.
Dependienta experimentada: No te preocupes, esto se hace así.
La nueva dependienta teclea frenéticamente en el ordenador durante otro minuto y medio, finalmente murmura una maldición y me mira.
Dependienta experimentada: Estoooo, mire. ¿Sabe que puede comprar el billete directamente al conductor.
Yo: Sí, por supuesto que lo se. (me quedo mirándola sin moverme ni un milímetro, detrás mío se ha empezado a formar una cola de gente que se empieza a impacientar).
Dependienta experimentada (primero con mirada de odio y después con mirada de súplica): Por favor, comprelé el billete al conductor.
Yo: Venga, vaaale.
Diez minutos más tarde estaba subido al autobús camino del aeropuerto. Debido a una desafortunada combinación de factores, no me quedaba más remedio que coger un avión desde Inverness a Londres y desde ahí coger un tren hasta Edimburgo. Cualquiera que tenga un mapa a mano, se dará cuenta enseguida que mi plan de viaje era absolutamente absurdo y me obligaba a dar una vuelta de lo más tonta. Pero no me quedaba más remedio que hacerlo así.
Una vez en el aeropuerto, facturo la maleta y me dirijo a la zona de embarque, previo paso por el inevitable detector de metales.
Segurata: A ver, quitesé el cinturón, deje aquí las monedas y objetos de metal y aseguresé de que en su equipaje mano no hay tijeras u otros objetos cortantes.
Yo: Nah, tranquilo, yo no llevo esas cosas.
Nada más poner mi mochila en el detector de metales suena la alarma. En ese momento recuerdo, que yo suelo viajar con una pequeña navaja multiusos, que normalmente suelo guardar en la maleta grande, la que facturo. Rezo a Odín, para que no se me haya ocurrido poner la navaja en la mochila. Desgraciadamente Odín, está ocupado en una partida de poker con los gigantes del hielo y no atiende a mis súplicas.
Segurata: ¿Y esto?-dice sacando la navaja de la mochila.
Yo: Glups. No me acordaba de eso. Normalmente no la llevo encima. Lo siento mucho.
Segurata: No es que sea muy grande, pero me parece que con esto no puede subir al avión.
Yo: Mire, no se preocupe. Deje aquí la navaja, ya me compraré otra o mejor aún no me compraré nada y no volveré a usar nada parecido nunca más, que estas cosas las carga el diablo, pero por favor dejemé subir al avión.
Segurata: Tranquilo, a ver, cuanto mide esto....-coge una plantilla y la compara la longitud del filo- Vale, no hay problema, está dentro de la legalidad. Siga adelante.
Yo: Estooooo.... venga vale. Gracias.
Que digo yo, que si esto me llega a pasar en un aeropuerto estadounidense, me encarcelan como terrorista aéreo y portador de armas de destrucción masiva.
El vuelo hasta Londres se me pasó enseguida mientras meditaba sobre las normas de seguridad y antes de darme cuenta estábamos en el aeropuerto de Gatwick. Tras bajar del avión, fuimos a la zona de recogida de equipajes, donde estaban dos cintas transportadoras de maletas. Sobre cada una de ellas, había unas pantallas que anunciaban a que vuelos pertenecían las maletas que estaban dando vueltas. En ninguna de las dos aparecía el vuelo procedente de Inverness, es decir el mío.
Me acerco a un empleado.
Yo: Hola majo.
Empleado: Muy buenas.
Yo: Verás, que estoy mirando en ambas cintas transportadoras, pero en ninguna están sacando las maletas del vuelo procedente de Inverness, y me preguntaba si usted sabría decirme en cual de ellas van a salir los equipajes de dicho vuelo.
Empleado: Pues esa es una pregunta interesante, por que verás, teniendo en cuenta que...
Yo: O sea, que usted tampoco lo sabe.
Empleado: Estoooo, pues no.
Me vuelvo hasta las cintas y compruebo que en una están saliendo las maletas de tres vuelos distintos y en la otra solo las de uno. Me acerco a esta última, asumiendo que por lógica nuestras maletas saldrían por ahí. Dos minutos más tarde, me doy cuenta de que la lógica debe estar de vacaciones.
Finalmente, cojo el tren que va del aeropuerto a la estación de King Cross, donde descubro que he perdido el tren de las cinco de la tarde y que voy a tener que esperar al de las seis. Aprovecho para pasar por un supermercado y cojo provisiones para el viaje.
Una hora más tarde me subo al tren que me dejará en Edimburgo. El viaje va bien hasta la mitad del trayecto, donde aprovechando una parada, se suben al tren el típico grupo de adolescentes gritones, que nos amenizan el resto del viaje con las canciones típicas:
Desde Londres a Edimburgooooo,
vengo por toda la orillaaaaa,
con el kilt remangadooo,
luciendo pantorrillaaaaa...
Una de las chicas que estaban cantando, se pasa cinco minutos tratando de averiguar como se abre la puerta del baño del vagón del tren, por algún motivo parece incapáz de ver el enorme botón con el letrero "open/close" (abrir/cerrar) que hay junto a la puerta. Mientras busca la forma de abrir la puerta, se agita como si tuviera el baile de San Vito, mientras murmura "Me meo, me meo, me meo...". El resto del pasaje, siempre solidario, cruzamos apuestas sobre si conseguirá abrir la puerta, se meará encima o terminará sacando el culo por la ventanilla. Algunos (yo no, por supuesto) preparan las cámaras de fotos y de vídeo. Finalmente una señora se levanta del asiento y le enseña a abrir la puerta. Las apuestas quedan anuladas. Desgraciadamente, la señora no le explica como se activa el pestillo de la puerta y otra chica la abre cuando la primera está aún a media faena. Afortunadamente, para ella, la apertura de la puerta no da directamente al vagón, o de lo contrario a estas horas sería la protagonista de más de un vídeo casero.
Finalmente, llegamos a Edimburgo a eso de las once menos veinte de la noche, con lo que di por concluido mi pequeña expedición.
Seguiremos informando.
no hay quien se resista a un dfkjkksds hecho con amor...
ResponderEliminarSi es que no se decir que no. ;)
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