1/25/2012

Séptimo día: Restaurantes, montañas y academias

Hoy me he levantado tempranito (como todos los días desde que estoy aquí, a ver que vais a pensar, que os conozco) y me he ido a la oficina del INEM y como de costumbre me he puesto a explorar las ofertas de empleo. Hoy la cosa estaba bastante flojilla, pero al final he conseguido sacar un par de ofertas. Una de limpiador de habitaciones (una vez me pedían excelentes dotes como comunicador, supongo que para hablar con las pelusas y las manchas porque sino, no lo entiendo) y otra como instalador de baterías eléctricas. "¿Y que sabes tú de instalar baterías? -os preguntaréis sagazmente". Pues nada en absoluto, pero para una oferta de empleo que encuentro en la que no me piden ni referencias, ni experiencia previa de al menos dos años en un puesto similar, ni siquiera excelentes dotes de comunicador... Pues me he dicho, "adelante elefante" y he mandado el curriculum. Además el trabajo tiene dos alicientes, primero, ellos te proporcionan todo el adiestramiento necesario (que supongo que incluirá instalación, mantenimiento y desinstalación de baterías y un cursillo intensivo de dotes comunicativas, que bien sabe Crom que falta me hace). Y segundo, que no se limita al término de Edimburgo, sino que viajaría por toda Inglaterra poniendo y quitando baterías. Viajes a cargo de la empresa, por supuesto.

Después de ver las ofertas, del INEM, vuelta al hotel y a navegar por internet, me recorro todas las webs de ofertas de empleo de Edimburgo. Mando mi curriculum a un par de ofertas una de limpiador de ventanas y otra para Geronimo's Pizza (el nombre de esta empresa no es el auténtico, pero daré un minipunto al primero que pille la referencia friki) y chequeo mi correo por si alguna empresa ha decidido responderme. Nada, un par de respuestas automáticas del tipo: "Hemos recibido su curriculum, pronto nos pondremos en contacto con usted (o no), gracias por su interés...". Vamos, que se huele a la legua que es una respuesta estándar generada automáticamente y que la recibes si o si, aunque tu curriculum acabe en la papelera. De todas formas, a mí me hace ilusión recibir estas respuestas, porque eso al menos implica que mi correo ha llegado a destino (si es que, se me hace feliz con tan poca cosa) :-)

Terminado el proceso, me doy cuenta de que aún son las diez de la mañana (ya os había dicho que yo madrugo). No pasa nada, aún puedo hacer muchas cosas, cojo la mochila llena de curriculum y ala a patear Edimburgo, hoy me dedico a los restaurantes. Empiezo a caminar y restaurante, bar o pub que veo, allí voy yo con mi curriculum. Aquí hay tres posibilidades:


Posibilidad 1: Los que cojen el curriculum sin más.

Yo: Buenos días nos de Tutatis.

Camarero: Buenas, ¿le pongo un sandwich, un bocadillo, un wrap... -me mira, se da cuenta de que no soy escocés- o una ensalada?

Yo: No mira, que me preguntaba si te puedo dejar mi curriculum, que estoy buscando curro y...

Camarero: Sin problemas.

Yo: Vaya, pues muchas gracias (le doy el curriculum).

Camarero: Gracias a tí, majo.


Rápido, directo y al grano.


Posibilidad 2: Los "que sí, pero no, pero ya ves".


Yo: Buenos días nos de Mitra.

Camarera: ¿Qué?

Yo: Que buenos días, que mira que estoy buscando curro y que si te puedo dejar el currículum.

Camarera: Es que esto es un bar, no una oficina de empleo.

Yo: Eso lo había deducido yo solito, por los vasos, las botellas de alcohol y demás (aunque bien pensado, si las oficinas de empleo tuvieran todo esto, las entrevistas de trabajo serían más fluidas). En fin, ¿te puedo dejar el curriculum?

Camarera: Es que ahora no estamos buscando personal.

Yo: Ya, pero habrá que pensar en el futuro, ¿no?

Camarera: Es que mi jefa no está ahora.

Yo: Bueno, pues yo te doy el curriculum y cuando pase por aquí, pues se lo das.

Camarera (buscando una excusa desesperadamente): Mmmm, ammm. Mierda, venga vale.


No me cabe duda de que nada más salir por la puerta el curriculum va a la basura, pero se lo ha quedado, que es lo que a mí me interesaba. También hay que decir, que no siempre consigo que se lo queden, que en un Starchafs, la jefa de personal me soltó una parrafada (yo no se si en inglés, polaco o gaélico) de la que lo único que saqué en claro es que ya me podía largar con viento fresco.


Tercera posibilidad: Los que no se quedan tu curriculum ni aunque les amenaces con pistola.


Yo: Buenas.

Encargado: Buenas.

Yo: Hola mira que vengo a ver si puedo dejarte mi curriculum.

Encargado: No.

Yo: ¡Pero si tenéis un cartel en la puerta que dice que buscáis personal!

Encargado: Mrrpfff, a ver ese curriculum.

Yo: Toma majo.

Encargado: Un momento, y tus referencias.

Yo: No tengo.

Encargado: Pues lo siento, son imprescindibles al menos dos referencias y al menos otros tantos años de experiencia en un puesto similar.

Yo: Pero si en el cartel dice que necesitas a alguien para recoger y lavar los vasos. ¿De verdad crees que necesito referencias y experiencia para eso?

Encargado: Por supuesto. Y tú no las tienes.

Yo:¿ Te vale un papelito firmado por mi madre, que certifique que se lavar vasos? (a mano y a máquina cuidao, que yo soy muy polivalente y lo mismo le doy al scoch brite ese que al lavavajillas.

Encargado: Nanai

Yo: Andayquetezurzan.

Encargao: ¿Cómo dices?

Yo: Nada, nada. Que adiós muy buenas.

Total, que como diría el bueno de Forrest Gump "Los bares son como los bombones, nunca sabes cuando te va a tocar el encargado de almendras (amargas)".


El caso es que cuando ya llevo un par de horas bar para arriba, restaurante para abajo, paso por delante del parlamento escocés y me doy cuenta de que he vuelto a meter la pata. Si ayer tuve que retractarme y decir que donde dije aquello de "Aquí no hay playa", resulta que sí la había, resulta que me doy cuenta que cuando dije el domingo, aquello de "Y claro, ¿qué haces un día en que el viento no para de soplar? Pues te subes al lugar más alto de la ciudad para disfrutar de la brisa" (Canton Hill), pues resulta que no, que el sitio más alto está en Hollirood Park.



Total, que como ya estoy harto de hablar con camareros, me vuelvo para el hotel, dejo los curriculums, la ropa pija y demás. Me pongo ropa de batalla, meto provisiones en la mochila y la banda sonora del Señor de los Pardillos en el iChof. Y ale, al monte como las cabras.



Hay un caminito que sube y unos cuantos turistas que resoplamos como búfalos. La subida no es difícil, pero si empinada. Cuando estoy a medio camino de la cima, se acaba el camino bueno y empieza eso que se podría definir como "sendero para cabras montesas". Decido que, ya que he llegado hasta aquí, vamos a seguir. Así que empiezo a ascender, al cabo de un rato, un cuervo, se para a mi lado.


Cuervo: Oiga, para ir a Invernalia, que llevo un mensaje para un tal Eddar Stark.

Yo: Pues no se oiga, pero seguramente es más al norte. De todas formas, por la rasca que hace, no creo que esté muy lejos.

Cuervo: Ya, el norte, vale ¿y eso por donde queda?

Yo: ¿No es usted un cuervo mensajero? Debería saber orientarse, ¿no?

Cuervo: Claro, - me responde algo irritado mientras mira el grueso manto de nubes que nos cubre- pero es que yo me oriento por el sol, ¿sabe?

Yo: Bueno, pues según la brújula digital del iChof, el norte está por ahí.

Cuervo: Pues nada, muchas gracias.

Yo: A mandar.




Total que sigo mi camino y... oye porque me miráis así, os juro que no me lo estoy inventando, que el cuervo hablaba y además en castellano y todo.... Que no, que no había tomado cerveza. En fin, dejad que siga con mi historia.

Sigo la ascensión y me voy encontrando con grupitos de turistas, que entre risitas flojas se afanan en no darse una costalada. Yo voy pasito a pasito y aunque los últimos cien metros no hay sendero ni nada y el viento sopla como si le pagaran por ello, consigo llegar hasta arriba. En seguida una amable pareja me saluda con un “Welcome to the top” o lo que viene siendo “Bienvenido a la cima”.

Les doy las gracias y en seguida el chico se ofrece a hacerme una foto, con mi telefono para inmortalizar el momento, normalmente me hubiera tenido que arrancar el iChof de mis frías manos muertas, pero como aquí no hay por donde escapar, le digo que sí, que muchas gracias. Me hace la foto y recupero mi teléfono.



Un grupo de japonesas está a punto de ser barridas por el viento y de ser convertidas en cometas humanas vivientes, afortunadamente la cosa queda en un susto. Yo gracias a mí... ejem... centro de gravedad bajo... ejem... no tengo tantos problemas.

Cuando ya llevo cinco minutos allí, decido que ya es hora de volver, más que nada porque las vistas serán impresionantes, pero yo me estoy congelando.

El descenso es un poco más durillo que la subida, pero tras ponerme de barro hasta las orejas, he ido bajando sin mayores incidentes. Durante el camino, he preguntado a unos viandantes que si había cogido bien el camino hacia Mordor y si habían visto a cuatro hobbits. No han pillado el chiste, se pensaban que iba camino a London, en busca de un hobie.

Tras el palizón he llegado al hotel. Ducha, comida y un poquito de relax. Luego me he ido a unas academias de idiomas, que afortunadamente no estaban lejos del hotel y además estaban próximas unas de otras y menos mal, porque a esas alturas ya tengo los pies como berenjenas. Les he preguntado que si buscaban un profe de español y la cosa ha ido más o menos como con los bares, unas muy bien y otras no tanto.

En fin, ahora estoy descansando en el hotel y a punto de planchar la oreja.

Saludos para todos y gracias especialmente a todos los que me habéis mandado un correo o habéis puesto algún coment en el blog.

Seguiremos informando.

Sexto día: Mira a la derecha (the crazy pedestrians)

“¿Cómo? -os preguntaréis- ¿acaso el Padawan se va a meter a hablar sobre política?”. No, tranquilos. Simplemente he pensado que otro post hablando de mis desventuras intentando conseguir trabajo y piso, iba a ser un poco repetitivo, así que hoy para desengrasar voy a hablaros de algunas cosas que me han llamado la atención desde que estoy en Edimburgo.


Por ejemplo, me he dado cuenta que en algunos cruces aparece escrito en el suelo “Look right”, o sea “Mira a la derecha” y en otros cruces pone “Look left”, es decir “Mira a la izquierda”, lo que quiere decir que o los escoceses siempre están mirando en pro del despistado turista (por ejemplo yo mismo) que siempre mira al lado contrario antes de cruzar o bien se han cansado de sacar gente de debajo de las ruedas del autobús. Sea como fuera y por la parte que me toca, muchas gracias.



Aquí se toman en serio la seguridad vial y no es para menos. Todos los semáforos que he visto, son de esos en que los peatones tienen que pulsar el botón y esperar a que se ponga en verde para ellos. Obviamente la mayoría de la gente, ni aprieta el botón ni espera, cruza a la carrera y punto.


Otra cosa interesante, es que aquí la gente mayor (me refiero a los de la tercera edad, tienen una vitalidad realmente envidiable. Para demostrarlo nada mejor que la “Prueba A”.




Qué, ¿cómo se os ha quedado el cuerpo? Si es que con este frío la gente se conserva estupendamente y claro, llegan a la vejez en perfecto estado.

Por cierto, creo que en el post anterior, dije aquello de que aquí no hay playa, lógicamente me equivoqué. Hoy tras terminar de comer, me he dado un paseíto para bajar la pitanza y andando andando he acabado en una zona llamada Portobello y allí me he encontrado con esto.




Efectivamente, una playa. No muy grande, pero es una playa al fin al cabo.

Como podéis ver en la foto, hoy no ha salido el sol, supongo que dos días seguidos es lo máximo que está dispuesto a aparecer el astro rey por estos lares. Afortunadamente hoy apenas hemos tenido viento, así que la temperatura ha estado bastante bien, para los estándares locales.

Bueno, pues eso es todo por hoy. Seguiremos informando.




1/24/2012

Cuarto y quinto día: Apatrullando la ciudad

Saludos, hoy toca post doble, ayer no escribí en el blog porque era domingo y tengo derecho a un descansito. Bueno, ayer me dediqué a hacer turismo por la ciudad, hizo un día muy soleado, pero con mucho viento, así que hizo bastante frío. Y claro, ¿qué haces un día en que el viento no para de soplar? Pues te subes al lugar más alto de la ciudad para disfrutar de la brisa.



Dicho y hecho, metí unas cuantas provisiones en la mochila y me fuí a Calton Hill, una bonita colina desde la cual se puede divisar prácticamente toda la ciudad. Calton Hill tiene unos cuantos monumentos a personajes famosos, como por ejemplo el monumento a Nelson, el famoso general de la batalla de Trafalgar. Un monumento un poco raro, que un grupo de turistas italianos, bautizaron sobre la marcha como “Il partenone” o algo así.



Y por extraño que pueda parecer, el observatorio de la ciudad. Ni idea de porque habrán pensado que era un buen sitio para ponerlo. ;-)




La verdad es que las vistas merecen la pena, pero lo más interesante era la gente que andaba por allí, además del grupo de italianos, estaban los sempiternos japoneses con sus cámaras de vídeo, escoceses paseando a sus perros en un absoluto caos (cada vez que alguien lanzaba la clásica pelotita para que su perro se la recogiera, salían zumbando todos los perros de la zona, con la subsiguiente bronca de perros y dueños). Pero los que se llevaron la palma fueron una graciosa pareja (de nacionalidad desconocida), que subieron hasta allí, ella disfrazada de vaca y él de tigre. No se si es que habían perdido una apuesta o que misterioso propósito les llevó hasta allí arriba de semejante guisa y tampoco me atreví a hacerles una foto, en cuanto vieron que aquello estaba lleno de gente, extendieron una esterilla en el suelo y allí se quedaron sin hacer nada interesante, así que seguí con lo mío.

Cuando me cansé de la montaña, decidí optar por lo contrario y me fuí en busca del mar (si es que en Edimburgo tenemos de todo). Tras darme un buen pateo, llegué al puerto. Aquí no hay playa (que diría la canción), así que tienes el puerto o el acantilado. Después de todo el día caminando, no tenía fuerzas para subirme a un acantilado, así que me conformé con entrar en un centro comercial que estaba por allí. Tras un rato de pasear por allí, entré en una tienda de ropa, donde aproveché para comprarme dos pares de chinos (que en contra de lo que yo pensaba, no eran unos tipos bajitos y de ojos rasgados, sino unos pantalones). Y claro aquí es donde entras en esa peligrosa dinámica, ya que tengo pantalones elegantes, necesito un cinturón elegante (no eso cutre que uso para los vaqueros), hala cinturón para la saca y entonces necesitaré unos zapatos y... ¡Para el carro! ¡Los pantalones, el cinturón y tira para el hotel manorota!

De camino a la salida, me para una vendedora de cremas. Y como hay que socializar, pues me dejo querer.


Vendedora: ¡Hola figura! Siéntate aquí un momentito. Mira esto son unas sales del jhfkdjhfkd (batiburrillo incomprensible).

Yo: ¿Lo cualo?

Vendedora: khdkshdkjshkdj (más inteligible aún – se me queda mirando) ¿De dónde eres?

Yo: De España.

Vendedora: “Que digo, que son sales de la mar muerta” (dicho en un pachurreante español).

Yo: Coñe, si hablas cristiano.

Vendedora: Una poquita.

(todo el diálogo que sigue es una mezcla de español e inglés)

Yo: Bueno a ver, y este mejunje para que vale.

Vendedora: Esto te deja el cutis hidratado como el culito de un niño y unas manos suaves en sólo un par de aplicaciones y... (me mira las manos) claro que a veces hay que insistir en el tratamiento, porque hay pieles muy secas (“madre mía este tío no ha usado una crema en su vida”). Mira prueba un poquito de esto.

Yo: Vaaale. Todo sea por socializar y practicar la lengua de la pérfida Albión.

Vendedora: ¿Albique?

Yo: Albaricoque, digo que huele a albaricoque.

Vendedora: Que va, si es mango.

Yo: Lo que me faltaba.

Vendedora: ¿Lo cualo?

Yo: Dejemosló. ¿Cuanto dices que cuesta esto?

Vendedora: Chorrocientas libras (me vuelve a mirar las manos, que han absorbido toda la crema y se han quedado tal cual) pero por ser tú, te lo dejo en la mitad de precio (“que falta te hace hijo”).

Yo: Bueno, mira me lo pienso y si eso ya yo...

Vendedora: Claro, claro te lo piensas, ale con Dios.


La verdad es que me dió pena no comprarle nada, al fin y al cabo la chica se lo había currado de lo lindo.

En fin, después de eso vuelta al hotel y a preparar las cosas para el día siguiente.

Lunes: Taitantas de la mañana, suena el despertador, me ducho y me visto de pijín. Pantalones y cinturón de las rebajas, camisa, zapatitos, gabardina y bufanda. En seguida me doy cuenta de que me voy a morir de frío, la gabardina no abriga apenas, así que debajo de la camisa me pongo una camiseta normal y otra térmica. Esto ya está mejor, tengo más capas que la Liga de la Justicia, pero no pasa nada, apenas se nota.

Salgo a la calle y me doy cuenta de que igual que ayer va a hacer un día de pleno sol y con la mitad de viento que ayer, cuando termino de subir la cuesta que hay entre mi hotel y Princess Street (unos diez minutos andando) ya estoy sudando. La primera parada es el equivalente del INEM escocés.


Yo: A las buenas, que vengo en busca de trabajo.

Encargado: Perfecto, ¿Y?

Yo: Que si le dejo el curriculum o quiere entrevistarme primero para ver mis habilidades.

Encargado: Mira majete, yo estoy aquí para abrir la puerta. Allí al fondo tienes unas pantallas táctiles donde puedes visualizar todas las ofertas, además tienen unas impresoras incorporadas, para que puedas imprimir los datos relevantes y ahí en ese extremo tienes unas cabinas telefónicas gratuitas, para que puedas llamar a los números de contacto de los empleadores sin que te cueste ni una libra. ¿Ok?

Yo: Estooo, lo tienen todo pensado, ¿no?

Encargado: Más bien sí.

Yo: Y digo yo, ¿qué hay que hacer para conseguir un curro como el suyo? Por que tiene pinta de ser un chollo.

Encargado mosqueado: Anda tira para el fondo.


Tras una hora de búsqueda intensiva, me doy cuenta de que la mayoría de las ofertas no tienen teléfono de contacto sino email, así que me imprimo todas las ofertas interesantes, para cuando vuelva al hotel empezar a mandar correos a diestro y siniestro. Como encuentro un par de ofertas con teléfono, decido llamar desde allí mismo y así voy practicando el idioma.


La primera llamada, me la contesta una amable señora:


Ella: Hello there (que es como saluda aquí todo el mundo).

Yo: A las buenas señora, que llamo por lo de la oferta de empleo, me refiero a...

Ella: Ok, dime tu nombre.

Yo: Estooo, ¿no necesita saber a que oferta me refiero?

Ella: No, dame tu nombre.

Yo: Raúl Ajenjo.

Ella: Esteee, ¿me lo deletrea?

Yo: De mil amores.

Ella: ¿Cómo?

Yo: AR-EY-YU-EL-EY-YI-I-EN-YI-OU (los ingleses pronuncian las letras muy raro)

Ella: Vaaale. Ahora el email.

Yo: rajenjog@gmail.com

Ella: ¿Me lo deletrea por favor?

Yo: AR-EY-YU-EL-EY-YI-I-EN-YI-OU-YAI..... (¿cómo diantres se dice arroba en inglés??)... mmm arrobagmailpuntocom (a ver si cuela)

Ella: Ok.

Yo: Pfffff (ha colado).

Ella: Pues nada, ya te envio un email si eso. (a estas horas las diez de la noche, aún estoy esperando el correo, si alguien sabe como se dice arroba en inglés que me lo diga, por favor).


La segunda llamada no fué mejor.


Yo: Nos días, que llamo por lo de la oferta de trabajo. ¿Quiere que le deletree mi email?

Tipo borde: No, no, no. Digame la referencia de la oferta de empleo.

Yo: EEDHJ/121278.

Tipo borde y cabreado: jdhsjkhdkjkjdjkhsdjkh (incomprensible)

Yo: Disculpe le importaría repetir.

Tipo: hjhkhjkjhjk. Pffff. Que me la deletrees.

Yo: I-I-DI-EICH... (ruido de línea) Estooo, ¿oiga sigue ahí? Pues no me ha colgado el muy jkdjfkjdjkf (insulto muy comprensible).


Pues estamos apañaos. Me voy del INEN y voy a la caza de las ETT's o como aquí las llaman “agencias de reclutamiento” (con ese nombre no las tengo todas conmigo, estos son capaces de ponerme un uniforme y mandarme a afganistan como sargento de cocinas).

La cosa ha sido bastante rara.


Primera agencia:


Yo: A las buenas que vengo en busca de un trabajo, aquí tengo mi curriculum y...

Chiquita de recepción: Para el carro moreno. ¿Tienes al menos dos años de experiencia en secretaría?

Yo: Disculpa, pero yo vengo a pedir trabajo como infor...

Chiquita de recepción: Que si, que me parece muy bien, pero aquí o tienes experiencia como secretaria o nada.

Yo: Pero si es que yo no vengo a pedir curro de secretaria, que la falda aunque sea escosa no me queda bien, yo vengo a pedir curro de...

Chiquita: O sea que no tienes experiencia.

Yo: De secretaria no, pero oye que yo aprendo rápido y si hay que ponerse falda, pues mejor que sea en Escocia, que ya estáis acostumbrados.

Chiquita de recepción: Pues lo siento, pero sin experiencia no hay nada que hacer.


Pim, pam, pum. En menos de un minuto, noqueado y a la lona. Ni Rocky Balboa lo hubiera hecho mejor.


Me voy dando tumbos a la siguiente agencia, a ver si hay más suerte.


Segunda agencia:


Yo: A las buenas, no quiero ser secretaria.

Encargada: ¿Pero que dice usted?

Yo: Nada, nada, cosas mías. Que digo que vengo a buscar trabajo.

Encargada: Perfecto, ¿trae el curriculum?

Yo: Por fin, una profesional.

Encargada: ¿Qué?

Yo: Nada, no me haga caso. Tenga el curriculum.

Encargada: Perfecto, ¿qué tipo de curro buscas?

Yo: Principalmente de informático o de maestro, que es en lo que tengo experiencia.

Encargada: De maestro nada hasta que mejores tu inglés, pero para hacer de informático, que lo único que hacéis es estar sentados todo el día delante del ordenador y bebiendo coca-cola, tu inglés es más que suficiente.

Yo: ¿Cómo dices?

Encargada: Nada no me haga caso. Mmmm, el curro de informático lo quieres aquí o en Glasgow.

Yo: Pues ya que estoy en Edinburgo, lo suyo es que trabaje en Edimburgo, vamos digo yo.

Encargada: Lástima, porque de informático aquí hay poca cosa, sin embargo en Glasgow...

Yo: Si hay que ir a Glasgow, se va y si hay que ir al Lago Ness, pues lo mismo oiga.

Encargada: Vale, vale, ya le llamaremos.


Tercera agencia:


Yo: A las guenas que vengo...

Recepcionista: A por trabajo, como todos.

Yo: Usted es un lince, ¿eh?

Recepcionista: No, soy acuario. Pero vamos al lío, ¿tiene el curriculum?

Yo: Ahí lo tiene.

Recepcionista (mirando atentamente el curriculum): Aham, además de maestro e informático ¿tiene experiencia en otra cosa?

Yo: No, lo siento, no soy secretaria.

Recepcionista: Lastima, en ese caso no podemos ayudarle.

Yo: ¿Le valen dos veranos como socorrista?

Recepcionista: Va a ser que no.

Yo: Bueno, quedaté el curriculum, por si en el futuro...

Recepcionista: Lo siento en esta agencia no llevamos ofertas de informática, magisterio o socorrismo.


Cuarta agencia:


Yo: A las buenas que vengo buscando curro de informático o de maestro o de socorrista, pero no de secretaria, ¿estamos?

Mujer tras el mostrador: ¿Tiene dirección de email?

Yo: Claro.

Mujer tras el mostrador: ¿Y conexión a internet?

Yo: Pues la del hotel, ¿por qué lo pregunta?

Mujer tras el mostrador: Pues hale, me envía el curriculum por mail a esta dirección.

Yo: Y no es más fácil si se lo doy en mano ahora mismo.

Mujer tras el mostrador: Noooooo, yo no toco nada en papel. Me lo manda por correo y listo.

Será alguna alergia al papel, en fin, sin comentarios.


Después de eso la cosa ha ido más fluida. Me he ido al ayuntamiento a preguntar por los cursos de inglés para extranjeros y me han dado una cita para evaluar mi nivel para el 9 de febrero. Supongo, que pensarán que para entonces ya me habré rendido y vuelto para mi casa, no saben estos con quien se juegan los cuartos (digooo los peniques).

El resto de la tarde mandando me lo he pasado mandando curriculums y viendo pisos por internet. La cosa está chunga, la mejor oferta que he visto, es compartir casa con 5 estudiantes veinteañeros por 380 Libras al mes. Para ser 6 viviendo en una misma casa 380 libras me parece un pastón, pero bueno, ya veremos.

En fin, seguiremos informando.

1/22/2012

Tercer día: Un visitante inesperado.

Lo cierto es que no me lo esperaba, bueno ni yo ni nadie, pero allí estaba saludando desde lo alto. Me refiero al sol. Hoy ha aparecido en el cielo, bueno, más o menos. Como diría Jack el Destripador “vayamos por partes”.

Cuando me he despertado esta mañana estaba nublado, pero a los cinco minutos las nubes se han abierto y los rayos de sol han entrado a raudales por la ventana. Emocionado he abierto la ventana y he comprobado lo que era perfectamente obvio, por mucho sol que salga, esto es Edimburgo y hace un frío del carajo. Vuelvo a cerrar la ventana y me visto en plan pijín, ¿porqué? Pues porque anoche cuando salí a tomarme una cerveza en un pub, vi que una de las agencias de trabajo, abría los sábados por la mañana y... ¿qué? ¿que cómo me fue anoche? Pues mire usted, los pubs son muy agradables, hay bastante ambiente pero no están llenos hasta la bandera, por lo que se está a gusto. La cerveza estupenda, las chicas muy monas y muy arregladas, es cierto que salen con faldita y camiseta de tirantes y sonríen todo el tiempo, pero os aseguro que cuando creen que nadie las oye, les castañetean los dientes por el frío que da gusto.

Bueno, no me entretengo más y sigo con lo mío. Como decía, me visto en plan guapete, con camisa, zapatos de vestir, gabardina y bufanda (vaaale, me puse una camiseta térmica debajo de la camisa, pero eso por estos lares, eso se considera defensa propia señor juez). Total que salgo a la calle y empiezo a caminar, el sol sienta bien, lástima de viento frío que le resta eficacia. Tras quince minutos de paseo helado, llego a la agencia. Cerrada. Resulta que lo había visto mal, lo que abría los sábados por la mañana es el establecimiento de apuestas deportivas que está pegado a la agencia. Decido minimizar el desastre y me paso por un par de agencias más por si acaso. Todas cerradas por supuesto. En cuanto llego a la última (la que está más lejos de mi hotel) el sol desaparece y empieza a llover. Aprieto el paso y trato de volver al hotel, a los cinco minutos empieza a caer un fino granizo. Me refugio en un portal, a los dos minutos deja de granizar pero no de llover. Tras pensarlo un poco decido seguir mi camino, “si espero aquí a que deje de llover -pienso para mí- me dan las uvas”. Así que me arropo como puedo en mi escasa gabardina y voy a paso ligero. Durante el trayecto procuro poner cara de poker y que no se note el frío que tengo, no debo conseguirlo porque la gente con la que me cruzo me mira con cara de pena.

Cuando por fin diviso mi hotel, la lluvia se detiene y sale el sol. “MecagoenThorysumartillo -murmuro por lo bajo”.

Tras cambiarme de ropa y comprar algunas provisiones, me he ido a hacer turismo por Edimburgo. El centro de la ciudad ha sido tomado por grupos de españoles, que cámara en ristre se fotografían con cualquier cosa que tenga aspecto de ser escoces. Así que enseguida han aparecido un montón de tíos que kilt en ristre y gaita al hombro se dejaban fotografiar con los turistas por un par de libras. Incluso ha aparecido un vestido de Bravehearth y con espada de plástico. Lo cierto es que los pobres han debido pasar bastante frío, por que hoy el tiempo ha sido de traca. La razón por la que hoy hemos visto el sol, es porque un fuerte viento mantenía alejadas a las nubes, en cuanto cesaba el viento, las nubes volvían y empezaba a llover. Así que hoy ha estado todo el día alternando sol y viento con lluvia, a intervalos de 30 minutos. Vamos, una fiesta.

Como decía, me he dedicado a recorrer Edimburgo de arriba a abajo, lo cierto es que como no es una ciudad muy grande, puedes atravesarla de punta a punta en dos o tres horas. No digo que la haya recorrido entera, aún me quedan mucho por ver, pero os aseguro que me he dado un buen pateo. Entre otros sitios, he llegado a la Universidad, he intentado entrar a ver si veía algún cartel de “se comparte piso” o similar, pero aquello estaba desierto y no he logrado encontrar la cafetería.

De vuelta al hotel he pasado por una tintorería, que anunciaba servicio de lavandería, más por curiosidad que por otra cosa, he entrado y he preguntado precios. La cosa no resultaba muy cara, hasta que la dependienta ha empezado a explicarme las condiciones:


Dependienta: … y esos son los precios, pero eso sí, aquí no lavamos camisas.

Yo: ¿Cómo?

Dependienta: Nada de camisas.

Yo: Pero camisetas si, ¿verdad?

Dependienta: Claro, claro camisetas y gayumbos y calcetines y..

Yo: ¿pantalones?

Dependienta: Claro, siempre y cuando no sean vaqueros.

Yo: Señora, que los gayumbos, calcetines y camisetas, es lo fácil, que eso me lo lavo yo mismo en el hotel, que lo chungo es lo otro.

Dependienta: Exacto, veo que lo vas pillando.

Yo: ¿Usted es prima del sastre de tarzán y sobrina del chapista del coche fantástico, verdad?

Dependienta: ¿Cómo lo ha sabido?

Yo: Nah, que soy amigo de Sherlock Holmes.


Después de tan emocionante diálogo, he pasado el resto de la tarde en el hotel, mirando por internet ofertas de empleo y he enviado mi curriculum a un par de ellas. He constatado que las empresas de aquí son igual de fantasiosas y despistadas que las españolas. Una de las ofertas, pedían que el candidato fuera autosuficiente y supiera salir adelante sin ninguna ayuda. Dos líneas más abajo aparecía la frase “se valorará muy positivamente que el candidato tenga dotes y predisposición para el trabajo en equipo”. Sin comentarios.

En fin, mañana más turismo y más búsquedas por internet.

Saludos desde la soleada (a ratos) Edimburgo.

1/20/2012

Segundo día: Charcos y patinazos.

Hoy me he levantado dispuesto a comerme Edimburgo y lo peor es casi lo consigo, al menos una pequeña parte, concretamente el suelo. Resulta que servidor está acostumbrado a que, aunque los charcos se pueden congelar por la noche en invierno, normalmente se descongelan por la mañana gracias al sol. Pero claro, esto es Escocia y aquí el sol, ni está ni se le espera. Pronto he aprendido, que si los escoceses caminan mirando hacia el suelo, no es por humildad, sino por seguridad. Total que pasito a pasito he ido por la acera esquivando charcos (placas de hielo) y para cuando he querido levantar la cabeza, no tenía ni idea de donde estaba. Una rápida pregunta a una amable señora y mis temores se confirman:


Yo: Disculpe, ¿la calle de Doña Leticia?

Señora: ¿Cómo?

Yo: Que digo que donde está la calle de la Princesa.

Señora: Vuelve por donde has venido y en diez minutos vuelves a preguntar, pero ya te digo que estás bastante lejos. ¿No deberías coger un taxi?

Yo: Cagontolostaxis.

Señora: What? (lo que se traduce como “Me lo repita, que no le he entendido nada”).

Yo: Que gracias señora, que muy amable.


Media vuelta y a seguir esquivando charcos. Tras una rápida reorientación, consigo llegar al centro de la ciudad y empiezo a recorrer la zona.




Tras ardua deliberación, he decidido que hoy no iba a hacer entrevistas y que sólo me voy a dedicar a buscar donde están las agencias de trabajo y a recopilar una serie de materiales que me hacen falta, para empezar mi aventura de buscar curro. Por eso, mi primera parada es una tienda de móviles, ya que como comenté en mi post anterior, no había conseguido que la sim escocesa prestada, se llevara bien con ninguno de mis telefonos. Entro en la tienda y enseguida un dependiente profident, me suelta una parrafada, que asumo que debe ser una variante del “Buenos días, ¿en que puedo ayudarle?”. En seguida me doy cuenta que el tipo habla a toda pastilla y que no se le entiende nada de nada. En fin, al lío:


Yo: Buenas. Mire que quiero la tarjeta prepago más baratita que tenga y ya que nos metemos en harina el terminal más barato y cutre que encuentre.

Dependiente: Gttgdhskhclnslkjvjldhvkj (no se me ha estropeado el teclado, es que el tío me suelta una parrafada ininteligible y eso es lo que yo entendí. Eso sí mientras habla, me muestra un papel con varias tarifas).

Yo: Mire buen hombre, ¡que yo quiero lo más barato! ¿Vale?

Dependiente (sin tanta sonrisa y hablando ya más despacio): Bueno vale, aquí tiene nuestra tarjeta timofon 2000. Lo más barato.

Yo: Perfecto, pero recuerde ni contratos ni gaitas. Yo sólo pre-pa-go.

Dependiente resignado: Que si, que vale. ¿Se la envuelvo o se la lleva puesta?

Yo: ¿No te he dicho que necesito un terminal? Vamos lo que se llama un móvil de toda la vida. Pero eso sí...

Dependiente: Que sí, que sí. Lo más barato. (Con una sonrisa siniestra y expresión de “te vas a cagar”, saca un Chamchung que, por increíble que parezca sólo es un teléfono, ni internet, ni juegos, ni politonos tiene. Sólo llamadas y mensajes de texto.) Qué -sonrie- ¿esto es lo que quiere?

Yo (emocionado): Peeeeeerfecto, me has leido el pensamiento. ¡Gracias majo!

Dependiente incrédulo: Pero, pero, pero.... Pero si sólo sirve para llamar. Inconcebible, ¿quién quiere un teléfono para eso?


A los cinco minutos salgo de la tienda y continúo mi paseo, ubico las principales agencias de trabajo y un par de pubs.


Durante mi periplo, me encuentro con la “Galería Nacional Escocesa de Retratos”, por lo visto tenían una exposición de retratos de escoceses famosos. Como la entrada es gratuita y yo estoy hasta el moño de patear las calles pelándome de frío, decido tirar para dentro. Nada más acercarme, un abuelete muy salao, me abre la puerta y me informa que durante mi visita, tengo que llevar en todo momento la mochila en la mano (y no colgada a la espalda que es como se suele llevar). Cinco segundos de sorprendido silencio por mi parte después, añade “O también la puede guardar en esas taquillas de allí”. Solucionado el problema mochilero, recorro la galería, que está plagada de retratos de escoceses ilustres, empezando por los reyes de antaño (por lo visto hace unos siglos se puso de moda retratar a la nobleza en pose forzada y señalando algo, el que no señala un mapa, señala una ventana y el que no, señala a otra que persona que también sale en el cuadro, y que siempre es denominado como “sirviente sin identificar”).

Poco a poco voy avanzando por los siglos, y me encuentro retratos más modernos, en uno de ellos aparece una generación entera de poetas escoceses. El cuadro se titula “El pub de los poetas” (ya ves, si los poetas muertos americanos se reunían en un club, los escoceses se buscan un pub). Más allá del grupo de juntaletras, me llama la atención que en el cuadro sólo aparecen tres mujeres, dos de ellas están directamente en pelotas y la tercera, aunque vestida, está en una esquina en actitud arto sospechosa (dejo a vuestro criterio la interpretación de este cuadro).

Finalmente, y como era previsible, llegué a los retratos de los famosos actuales, que lógicamente en lugar de tirarse dos días posando para un cuadro, tiran de Polaroid y punto. Entre ellos destaca la cara de David Tennant. Lo cierto es que el fotógrafo se le debía tener jurada al Décimo Doctor, porque donde los demás fotografiados lucían estupendamente, al pobre David parecía que le hubiera atropellado una banda de daleks furibundos.

Tras la visita, sigo pateándome la ciudad pero al poco me doy cuenta de que estoy famélico. Entro en un centro comercial donde hay varios restaurantes. Los precios son caros así que busco algún sitio que tenga menú del día y al poco llego a un restaurante, que por seis libras te dan dos platos, ensalada y bebida. Es lo más barato que encuentro, así que sin mirar en que tipo de local me estoy metiendo, tiro para dentro. El nombre del restaurante “La Taberna” debería haberme alertado, pero no, hasta que no leí la carta no me di cuenta: ensalada mixta, croquetas de pollo, tortilla española, paella de verduras... Efectivamente, un restaurante español, regentado por ingleses. Decidido a no probar la paella ni bajo tortura, me la juego con un pisto, unas croquetas de pollo y agua para pasarlo todo. El pisto tenía un pase, pero las croquetas no habían visto un pollo en su vida y el agua me la sirvieron con una rodaja de limón. Para rematar, una ensalada mixta en la que no había ni tomate ni lechuga (no preguntéis).

Vuelta al hotel, breve descanso para recuperarme de la comida y vuelta a la acción. Retoco el archivo de mi curriculum para añadirle mi nuevo número de teléfono y salgo en busca de un sitio donde me lo impriman y saquen fotocopias. Tras un rápido paseo me encuentro con una tiendecilla con nombre friki “Minutemen”. De Alan Moore te puedes fiar, me dije, así que pa dentro.


Yo: A las buenas. ¿Me puedes imprimir un pdf?

Dependiente: Claro, pero todos los archivos que se imprimen tienen un recargo de una libra con veinte.

Yo: MecagoenelDoctorManhattan.

Dependiente: ¿lo cualo?

Yo: Que venga, que vale, pero sacame diez copias.

Dependiente: Aquí las tienes.

Yo: Que digo yo, que ya que cada copia son dos páginas, te podías estirar un poco y graparlas, ¿no te parece, rey?

Dependiente: Estooooo, es que tengo la grapadora rota y...

Yo: MecagoenelComediante.

Dependiente: Es que mi jefe me ha dicho que diga que la grapadora está rota.

Yo: A tu jefe y a tí os grapaba yo el duodeno.


Tras despedirme amablemente del dependiente (y de su familia), me paso por el “Todo a una libra” (que es como el todo a un euro, pero con acento inglés), me compro una grapadora y un juego de cuchillas para mi “Filette 3000”, para ir bien afeitado a las entrevistas. Por supuesto al llegar al hotel (y tras abrir el paquete de cuchillas) me doy cuenta de que yo uso una “Wilkintton 500”, cuchillas incompatibles. Pondero la posibilidad de meter la cabeza en el retrete y tirar de la cadena, pero lo descarto, seguro que atranco el retrete y luego me hacen pagar la reparación

Finalmente he decidido que ya esta bien por hoy y me he puesto a escribir este post, esta noche es viernes, así que después de cenar, intentaré llegar a un pub a ver si con una cerveza la cosa mejora.



1/19/2012

Welcome to Edinburgh (bienvenido a ese lugar donde todo el mundo habla raro)

Hola gente, después de mucho tiempo, he recordado que una vez tuve un blog donde escribía cosas. Que tiempos aquellos en los que incluso escribía relatos y todo (¡y a la gente incluso parecía gustarles!).


En fin, que tras un buen rato de trastear, he logrado encontrar la dirección del blog y he decidido resucitarlo, y usarlo como cuaderno de bitácora mientras esté en Edimburgo. ¿Y qué diantres hace este tipo en la soleada Escocia? -os preguntaréis. Bueno, para los que no lo sepáis, hace unos meses, me cansé de la rutina en la que parecía haberse estancado mi vida. Levantarse a intempestivas horas de la madrugada, chuparme casi una hora de coche para ir al trabajo (ventajas de vivir donde Yog-Sothoth perdió la capucha y no quiso volver a buscarla), trabajar una media de 12 horas diarias, otra hora de coche hasta casa y a dormir tempranito que mañana toca madrugar. Total, una fiesta continua.


Así, que este verano, tras irme a un retiro espiritual a Lanzarote y tirarme 10 días meditando sobre mi situación, volví con dos firmes convicciones: la primera, que era necesario dar un giro radical a mi vida y la segunda, que jamás volvería a pisar una playa sin haberme embadurnado de pies a cabeza con crema solar factor 3000.


Una vez que regresé a Madrid (y me hube recuperado de las quemaduras del sol canario), me puse manos a la obra, porque una cosa es decir, "voy a cambiar mi vida" y otra cosa es hacerlo. Ponderé muchas opciones, cambiar mi lugar de residencia a una zona más cercana a mi trabajo, con esto solucionaría los madrugones y las sesiones maratonianos de coche, desgraciadamente el estado actual de la situación inmobiliaria e hipotecaria de nuestro país, desaconsejaba tal opción. Pensé en cambiarme de trabajo a uno que me pillara más cerca de casa, pero las opciones de trabajo en los pueblos de la sierra madrileña, no eran para echar cohetes.


El futuro, se presentaba bastante negro, pero finalmente me vino una idea alocada "¿Y si en lugar de hacer un pequeño cambio, me lío la manta a la cabeza y hago un gran cambio?". Cinco minutos más tarde, me quité la manta de la sesera, porque se me estaban cociendo las ideas. Una ducha fría después tenía la respuesta, me iría al extranjero. Por supuesto, toda buena respuesta genera más preguntas. Al extranjero, sí. Pero, ¿a que país? ¿Portugal? No, allí sólo hay toallas. ¿A Francia? Nah, hablan muy raro. ¿Alemania tal vez? Tienen buena cerveza, pero no, hablan aún más raro que los gabachos. ¿Inglaterra? No es mala idea, también tienen buena cerveza y yo se algo de inglés (nivel de instituto, ya sabéis: fútbol, corner, fuck... ). Decidido, me voy a las tierras de Albión.


Primer paso: decírselo a los seres queridos, ya me lo imagino: "Nooo, no te vayas. ¿Qué vas a hacer tú sólo?...". Bueno, habrá que decirlo con tacto y tal:


Yo: Estoooo, que llevo mucho tiempo pensándolo y... Bueno, que he decidido irme al extranjero y probar suerte y...

Mis padres (a coro): Estupendo, fantástico. Ya iba siendo hora. ¿Cuándo dices que te vas?

Yo: ....... Eeeeh, en unos meses, seguramente en enero.

Mi padre: ¿Y a que país?

Yo: Había pensado que a Inglaterra.

Mi madre: Perfecto, no está lejos, te visitaremos a menudo.


Os ahorro el resto de las conversaciones, como cuando se lo conté a mi hermano, mi cuñada y a mis amigos, porque se resumen en: "Pero allí hace un frío del carajo, ¿no? Bueno en fin, te visitaremos en verano y asunto arreglado". Vamos, que sin haber salido aún de España y ya necesitaba un planning para organizar las visitas que iba a recibir en cuanto me estableciera (vaaale, no fue exactamente así, pero tengo que hacerme un poco la víctima, ¿no?). ;-)


Paso dos: Decidir a que ciudad de Inglaterra iba a honrar con mi presencia. Al principio iba a ir a Londres, pero mi amigo Peter, me convenció de cambiar mi destino. "Edimburgo -me dijo- que es una ciudad mucho más pequeña, manejable y sobretodo mucho más barata que Londres", por supuesto tenía razón en todo, aunque se le olvidó mencionar un par de detallitos sin importancia, como que hace un frío del carajo y que la gente no habla exactamente ingles, sino una variante extraña del mismo que es casi imposible de entender.


Paso tres: Decir en el curro que me voy (eso sí, aclarando que se trata de una excedencia por un año). Ya me lo imagino "Nooooo, eres insustituible, ¿qué haremos sin tí?". Por supuesto la cosa no fué así:


Yo: Que me voy temporalmente a Escocia y...

Los jefes (a coro): Estupendo, fabuloso. Es una gran oportunidad para tí, acuerdaté de hacer fotos y escribir cuando llegues.

Los compañeros del curro (a coro también): Desgraciado, esquirol. No te librarás de nosotros, iremos a visitarte (decidido, en cuanto llegue a Edimburgo fundo un albergue, va a ser la única forma de ubicar tantas visitas).


Paso cuatro: Planificación, planificación y más planificación.


Los siguientes meses, estuvieron plagados de planes, que si conseguir un vuelo, que si un hotel, que si un mapa con todos los pubs de Edimburgo... En fin, lo básico para sobrevivir. Mención especial al amigo Peter, que aportó su vasto conocimiento del terreno y su inmensa sapiencia en cervezas, lo que me será muy útil en los meses venideros.


Paso cinco: Despedirse y despedirse (again).


La última semana fué sin duda la de las despedidas, despedida en el curro, despedida de los amigos, despedida de la familia... y vuelta a empezar, porque todo el mundo ha querido repetir (aunque no ha ser podido con todos, porque entonces hubiera necesitado un mes en lugar de una semana). A todos gracias por las muestras de afecto y por hacerme sentir como si me fuera a Marte en lugar de a una isla que está a dos horas y media en avión. En serio, gracias a todos. :-)


Por fin llegó el día, esta mañana metí los últimos trastos en la maleta, y cogí el metro rumbo al aeropuerto. A mi lado se ha sentado un chaval que también iba camino de coger el avión, me he fijado porque al verle he dicho "Otro chaval que va a la aventura, como yo. Pero mientras yo voy un poco nervioso y bastante acojonao (para que negarlo), este tío es la imagen de la tranquilidad, de la calma zen. Un poco más y levita." Un par de paradas más tarde, un ruido característico, me ha bajado de mi nube de admiración, lo que me había parecido una fase en la consecución del Nirvana, era en la realidad la fase REM. Vamos, que el tío estaba tan agotado que se había quedado dormido.


Ya en el aeropuerto, he ejecutado el clásico ritual, facturar el equipaje y realizar un strip-tease en la zona de embarque.


Guardia: A ver, quitese todo lo de metal, el cinturón, el reloj, las monedas del bolsillo y los gayumbos.

Yo: Oiga que mis gayumbos no son de metal y...

Guardia: A ver piltrafilla, quien es la experta aquí.

Yo: Usted, peroooo

Guardia: Ni pero, ni peras. Gayumbos fuera.


Luego hora y media, dando vueltas por el aeropuerto, esperando que anuncien mi vuelo. Me tomo un bocadillo de jamón y una coca-cola que me cuestan el rescate de un rey.


Cuando ya estoy en la puerta de embarque listo para ponerme en la cola, suena el teléfono.


Yo: Hombre a la fuga, ¿en que puedo ayudarle?

Peter: Rauuuulll ¿que tal todo? Oye que al final no hemos practicado la entrevista de trabajo en inglés, para que estés preparado para cuando vayas a las ETT's escocesas.

Yo: ¿Aquí? ¿Ahora? Bueno venga, vamos al lío.

Megafonía del aeropuerto: ¡¡¡Los pasajeros del vuelo a Edimburgo - la megafonía que hasta ese momento había anunciado todos los vuelos con un volumen apenas audible, empieza a vocear como si estuviera en un concierto de los Manowar - embarquen por la puerta 28 por favor!!!


Así que allí estábamos, Peter y yo practicando un simulacro de entrevista de trabajo en inglés, los dos a grito pelado tratando de hacernos oír por encima del estruendo de la megafonía, mientras mis compañeros de vuelo, me miraban como si estuviera loco. Incluso la chica mona, que estaba delante de mí en la cola de embarque, se ha ido al fondo para no estar cerca de mí.


Finalmente termino de hablar con Peter, embarco en el avión y me doy cuenta de que los asientos no están numerados y que aquello es la guerra. Cinco empujones y dos codazos en las costillas más tarde, consigo sentarme en un buen sitio.


El vuelo transcurre sin demasiados incidentes. En un momento dado el sobrecargo suelta una parrafada en inglés de la que soy incapaz de entender ni una sola sílaba. "Estos escoceses hablan muy raro -pienso- debería haberme ido a Francia". Unos segundos más tarde, me doy cuenta de que en realidad el sobrecargo es español y cuando habla en castellano se le entiende aún menos que cuando habla en inglés.


Desembarco del avión y paso por el control de pasaportes. Una mujer muy amable me pregunta:


Mujer escocesa: "¿Cuánto tiempo va a pasar en Escocia? (por supuesto toda la conversación transcurre en ingles, pero como yo soy más majo que las pesetas os pongo el diálogo traducido, de nada).

Yo: Pues ni idea oiga.

Mujer escocesa: Pobrecito, no me ha entendido (aquí emplea esa técnica que usamos todos cuando queremos hablar un idioma que no conocemos, es decir levantó la voz y me repitió todo más despacio, pero igualmente en inglés). QUE DIGO QUE CUÁNTO TIEMPO VA A PASAR EN ESCOCIA.

Yo: Que no lo sé, que no lo he decidido aún.

Mujer escocesa algo enojada: Pero bueno alma cántaro, viene usted de vacaciones o por trabajo.

Yo: Pues técnicamente por trabajo, buscando trabajo para ser exactos.

Mujer escocesa hasta el moño del extranjero graciosete: Anda tira para dentro.

Yo: Gracias maja.


Finalmente, recojo mi equipaje y pillo el autobús para Edimburgo. Resulta que tiene wifi gratis, aprovecho para mandar mensajes a todo el mundo, mientras vigilo al conductor, que parece emperrado en conducir por el lado incorrecto de la carretera (luego recuerdo que no, que aquí las cosas se hacen de otra manera).


Me bajo del autobús y trato de orientarme para llegar al hotel, fracaso miserablemente. Un par de españolas pasan a mi lado y a duras penas resisto el impulso de preguntarles el camino, aquí se viene a prender inglés, así que pregunto a una escocesa. Me suelta una bonita parrafada, de la que lo único que saco en claro es que llevo diez minutos caminando en dirección contraria a mi hotel.


Veinte minutos más tarde pregunto a un caballero muy amable, que al enterarse de cual es mi destino me pregunta "¿No crees que sería mejor que cojas un taxi?", de donde deduzco que me he vuelto a perder. Finalmente he llegado a mi hotel. La recepcionista, a la que no se le entiende nada en absoluto, tarda casi cinco minutos en hacerme entender que el precio de la habitación no es el mismo que el que se anuncia en la web (sino más caro) y que yo mismo. Después de acordame de su familia, he aceptado, porque ya eran casi las nueve y no está el tiempo ni las ganas como para salir en busca de un hotel (pero vamos que mañana mismo empiezo la búsqueda de otro antro).


Tras dejar los bártulos en la habitación me he ido en busca de algo para cenar y finalmente he encontrado un supermercado donde he adquirido el alimento nacional (sandwiches) y el néctar de los dioses (coca-cola). De vuelta al hotel he pasado por una pizzería cuyo lema era "Pizza, pasta y pescado" (y no precisamente en ese orden). Yo lo más cerca que he visto de pescado en una pizza son gambas o anchoas, pero sospecho que aquí no se refieren a eso.


De vuelta al hotel, he degustado mi cena, he comprobado que o mi móvil no acepta la tarjeta sim inglesa o la tarjeta no acepta mi móvil, o sea que mañana me toca pasarme por una tienda de telefonía y ver que hago.


La chica del telediario ha dicho que mañana el mercurio no subirá de 7 grados centígrados y que hará un viento del cagarse, así que tendré que ir con un par de piedras en el bolsillo para no salir volando.


En fin, hora de irse a la piltra y tratar de dormir, que mañana me espera un día agitado.