7/05/2006

La saga de Usagi. Capítulo 3

Allí está el río, justo a tiempo, la manada casi me ha dado alcance. La corriente es fuerte y profunda, he calculado mal mi ruta. Un kilómetro más al norte hay un vado, por donde podría haber cruzado sin muchos problemas, pero he bajado demasiado y no estoy seguro de poder atravesar el río sin ahogarme. Tampoco tengo muchas opciones, si me paro ahora, sólo conseguiré morir despezado por las garras de mis antiguos compañeros.

Me lanzo al agua, el frío atraviesa mi pelaje y aguijonea mis músculos. Empiezo a nadar, pero la corriente es demasiado fuerte y me arrastra. Trato de salir a la superficie y respirar, lo consigo, aunque trago bastante agua en el proceso. La corriente me zarandea de un lado a otro y vuelve a hundirme. Por un momento, me siento tentado de dejar de luchar. La idea de morir, me resulta tentadora. No importa lo que hiciese Risafuerte, yo le he matado, era mi amigo, confiaba en mí y yo le he arrebatado la vida, es justo que ahora muera yo. Poco a poco dejo de nadar y me hundo como una piedra. Cierro los ojos…

Veo a Risafuerte, pero no está riendo, su alegre cara está crispada por la ira, sus ojos que siempre fueron claros, anegados de odio, sus manos que tendía para ayudar, de sangre inocente. Ya no ríe, sólo aúlla de rabia, poseido por el ansia de matar. También veo las caras, de aquellos que murieron bajo su mano, sin saber que había pasado, y finalmente vienen a mí, los rostros inocentes de aquellos a los que Risafuerte hubiera exterminado, de no haberlo matado yo antes.

Empiezo a nadar, con fuerza, por primera vez con auténtica voluntad de vivir. Logro llegar a la superficie, respiro hondo y sigo nadando. Poco a poco, logro imponerme a la corriente y llegar a la otra orilla. Salgo a trompicones del río. Miro hacia atrás, para ver si alguien me ha seguido, pero no veo a nadie. Aún así me adentro en el bosque. Corro, no dejo de correr. Tal vez, si corro lo suficiente, pueda dejar atrás mis propios fantasmas.

No sé cuanto tiempo llevo huyendo, pero finalmente, mi cuerpo dice basta y se niega a sostenerme. Me derrumbo en el suelo y pierdo el conocimiento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me mola. parece que no pero uno se va enganchando, lastima que los capitulos no sean un poco mas largos...